La Guardia Civil ha confiscado 45 toneladas de atún congelado a cuatro provincias -Barcelona, Alicante, Murcia y La Corunya- que sólo estaba autorizada para su consumo en conserva pero que era comercializada como fresco, por lo cual cuadruplicaba el precio, un fraude por el cual cuatro personas están siendo investigadas.

La operación "Atunali", que ha tenido lugar en Alicante, Murcia, la Coruña y Barcelona, fue iniciada el mes de enero pasado por el Seprona de la Comandancia alicantina y ha contado con la colaboración de Interpol y Europol, según ha informado el Instituto a Armat.

Cuatro investigados

De momento hay cuatro personas investigadas -de entre 49 y 59 años-, a las cuales se atribuye un delito contra la salud pública, fraude a los consumidores y falsedad documental, para los cuales se pueden enfrentar apenas de uno a cuatro años de prisión y a posibles sanciones, administrativas.

En una primera fase de la operación, que continúa abierta, los agentes inmovilizaron 10 toneladas de atún de la especie atún de ojos grandes para no disponer de la trazabilidad necesaria para su comercialización. Después localizaron en otro establecimiento mayorista varios lotes de atún congelado de aleta amarilla de lo que contaban con certificación de origen ni del sistema usado para su congelación; el cuerpo comprobó que la empresa troceaba el pescado, procedente del Atlántico, y posteriormente lo distribuía como descongelado o elaborado con aditivos.

En este fraude han intervenido tres empresas más y los tres armadores de los barcos de captura, de nacionalidad francesa, salvadoreña y panameña. Con la ayuda de la Red Europea de Fraude Alimenticio de la Comisión Europea, el Seprona comprobó que los barcos utilizados no disponían de un sistema de congelado por inmersión en salmuera adaptado a la nueva legislación, que establece temperaturas inferiores a -18º C para el consumo humano.

Las naves, dedicadas a proveer empresas conserveras, destinaban el sobrante de las capturas al mercado clandestino, donde varias distribuidoras lo compraban a un precio muy por debajo del valor para capturas frescas. Después de descongelar el atún, los investigados procesaban su carne con aditivos que inyectaban en cantidades muy superiores a las recomendadas con el objetivo de otorgarle un aspecto similar al fresco. De esta manera, el pescado, que sólo estaba autorizado para consumirlo en conserva con un valor inferior a los tres euros por kilo, se ponía en venta como fresco por cantidades de hasta 14 euros por kilo.