Catalunya recuperará los niveles de actividad y producto interior bruto (PIB) previos a la pandemia de la covid a lo largo del 2022 a pesar de la amenaza de la inflación, según las últimas previsiones de la Cambra de Comerç de Barcelona. Ahora bien, a pesar del titular optimista, el organismo cameral ha revisado sus previsiones por este 2022 ligeramente a la baja, de hecho creen que Catalunya cerró en el 2021 con un crecimiento del 6% y esperamos que cierre en el 2022 con un crecimiento del 6,3% superando ya, ahora sí, la bajada del PIB provocada por la covid en el 2020. En todo eso siempre hay riesgos por esta recuperación y el más claro de todos es el aumento de la inflación, junto con la crisis de suministros y la nueva ola de la covid, aunque esta última parece que ya está remitiendo, por eso estas previsiones ligeramente más bajas que a octubre, pero que siguen a niveles francamente altos. Esta recuperación está impulsada claramente por dos grandes factores que se convertirán en los motores de la economía catalana los próximos meses, el consumo privado y la inversión.

La cámara ha presentado sus previsiones este jueves en una rueda de prensa donde han asegurado que el consumo privado puede crecer un 5,4% en el 2022 beneficiándose sobre todo del ahorro acumulado y la eliminación total de las restricciones por el control de la pandemia, que según la gran mayoría de epidemiólogos y expertos del país se acabará convirtiendo en una endemia a lo largo del ejercicio. Por otra parte, la inversión podría crecer más en un 7% favorecida por la ejecución de los fondos Next Generation EU. Además, hay que apuntar que según prevé la corporación, la recuperación de puestos de trabajo será superior al 4,2% y que las exportaciones catalanas podrían volver a marcar un récord anual, superando la cifra de este 2021.

La inflación podría hacerlo tambalearse todo

Como ya hemos dicho, el principal riesgo para la recuperación económica de este 2022 será la evolución de los precios, ya que la gran mayoría de los pronósticos señalan que la inflación se mantendrá elevada durante la primera mitad de 2022, como mínimo, aunque la Cámara espera que este fenómeno solo sea persistente, es decir que se alargue unos meses, y no se vuelva estructural. Este hecho podría llegar a ocurrir si la inflación subyacente acaba atrapando el IPC, aunque consideran que a mediados de año, cabe en junio, la inflación llegue a su pico y que a partir de allí empiece una etapa bajista. Ahora bien, a pesar de esta etapa bajista, el IPC cerraría el año todavía con cifras elevadas en torno al 3-4% según sus previsiones. Como ya hemos apuntado, si este aumento de los precios se acaba trasladando a la inflación subyacente y deja de ser un fenómeno transitorio, la Cámara apunta que podría tener un gran impacto en la economía porque provocaría unos índices menores de consumo, como de una caída de la inversión y el empleo por la menor competitividad de las empresas.

De hecho, ya apuntan que las empresas industriales son las que más están sufriendo las dificultades de la crisis suministro que también estamos viviendo y que en muchos casos no pueden trasladar el incremento de costes al mercado ni asumirlo en sus márgenes. En esta línea, una encuesta reciente de la misma corporación apunta que gran parte de las empresas aumentarán los precios a lo largo del año, concretamente el 50% del sector industrial, el 32% del sector de la construcción y casi el 40% del mundo del comercio creen que tendrán que aumentar los precios este año, unas cifras sin precedentes en los últimos 10 años. A estas alturas, el impacto de la fuerte subida de los precios energéticos y de los alimentos no elaborados ya se está trasladando al resto de productos, dado que en diciembre la inflación subyacente —que excluye productos energéticos y alimentos no elaborados— ha sido un 3,4% superior al nivel que tenía enero de 2020.

Las cifras de empleo no se veían desde 2008

El otro gran punto de estas previsiones es el mercado laboral, ya que hemos cerrado el año con cifras realmente positivas, de hecho cifras que no se veían desde el 2008 y el número de afiliados a diciembre ya ha superado la cifra precrisis del 2019 en un 1,7% eso impulsado básicamente por la contratación pública que se sitúa un 8,6% por encima del nivel prepandemia, mientras que el privado es solo un 0,9% superior. Por lo tanto, un 58% de la afiliación creada el 2020-2021 a Catalunya ha estado en el sector público. En eso se añade que el número de trabajadores en ERTE se ha reducido hasta 26.522 en enero, siendo ya solamente el 0,9% de las afiliaciones al régimen general. Es por eso que el balance del empleo en el 2021 con respecto al 2019 por sectores, confirma que la administración pública y las TIC son los que más empleo neto han generado, mientras que la restauración, la hostelería, la automoción, el comercio y las actividades relacionadas con el turismo son los que más la han reducido. Ahora bien, esta buena evolución del mercado laboral en el 2021 contrasta con la caída de las expectativas empresariales para el primer trimestre del 2022, y que afecta tanto a la marcha de los negocios como el ritmo de recuperación del empleo. Este empeoramiento de las perspectivas económicas, que se inició a finales del 2021, es resultado de la variante ómicron; de la subida de la inflación por el aumento del precio de la energía, de las materias primas y del transporte marítimo; y de la dificultad de suministros de materiales en la industria y la construcción. Así y todo, se espera que el impacto de esta sexta ola sobre el PIB sea menos intenso que en episodios anteriores, gracias a las menores restricciones aplicadas fruto de una menor tasa de mortalidad.