Malas noticias para la economía española. El Banco de España ha revisado a la baja las proyecciones de crecimiento para el periodo 2018-2020 como consecuencia del empeoramiento de la evolución de los mercados exteriores y por el encarecimiento del petróleo, y prevé ahora que el PIB crezca un 2,6% este año, una décima menos, y se desacelere al 2,2% en el 2019 (dos décimas menos) y al 2% en el 2020 (una décima menos).

Así pues, la autoridad monetaria prevé una moderación en el crecimiento del PIB, en un contexto en que las pasadas medidas de política monetaria tendrán un "impacto favorable cada vez menos pronunciado", a la vez que el actual tono expansivo de la política fiscal en el 2018 tenderá a convertirse en neutral el 2019 y 2020. Al mismo tiempo, espera que los hogares empiecen a revertir gradualmente el descenso pasado de la tasa de ahorro, cosa que se traducirá en una cierta "moderación del consumo privado".

Con todo, el Banco de España espera que la economía española siga registrando crecimientos "por encima de su tasa potencial", apoyado por la política monetaria, y en el corto plazo, por las medidas de política presupuestaria recogidas en los Presupuestos Generales del Estado de 2018, como la subida de las pensiones y de los salarios de los funcionarios y la rebaja del IRPF.

El consumo

De esta manera, el PIB crecerá este año un 2,6%, una décima menos que la estimación del Gobierno, después de haber crecido el PIB un 0,7% el primer trimestre y desacelerar al 0,6% en el segundo, la misma tasa que habría registrado en el tercer trimestre, según las estimaciones del Banco de España.

Por el lado de la demanda interna, el consumo privado crecerá el 2,2% este año y el 1,6% en el 2019, dos décimas menos en los dos casos, mientras que el consumo público pespunteará un 1,9% en el 2018, cuatro décimas más que la estimación inicial, y se desacelerará hasta el 1,5% en el 2019, una décima más que en junio. Así, la demanda nacional crecerá un 2,7% este año (dos décimas menos que la estimación inicial), un 2,1% lo que viene (una décima menos) y un 1,9% en el 2020 (una décima menos).

La inversión en capital, por su parte, crecerá un 5,1% este año, ocho décimas más que la anterior previsión, y se desacelerará al 4,1% en el 2019 y al 3,9% en el 2020, mientras que la inversión residencial seguirá registrando ritmos de crecimiento elevados, aunque se desacelerará en el periodo analizado.

Las exportaciones, desaceleradas

Con respecto al contexto exterior, el peor comportamiento de los mercados de exportación se traducirá en un menor dinamismo de las exportaciones, que crecerán un 2,6% este año (dos puntos menos que la estimación|estima de junio), un 3,9% en 2019 (nueve décimas menos) y un 4,1% en el 2020 (cuatro décimas menos), por la menor demanda exterior y los efectos adversos de la introducción de nuevas medidas proteccionistas. Las importaciones también se revisan a la baja, hasta el 3,1% en el 2018 (1,4 puntos porcentuales menos) y el 4% en el 2019 y en el 2020 (seis y cinco décimas menos, respectivamente).

El empleo, por su parte, seguirá mostrando, según el Banco de España, el patrón de tasas de crecimiento elevadas que es habitual en las fases expansivas de la economía española, lo cual permitirá que la tasa de paro se sitúe un poco por debajo del 12% a finales de 2020. Así, mantiene en el 2,4% el crecimiento del empleo para este año, que crecerá un 1,9% en el 2019 y un 1,7% en el 2020, dos décimas menos en ambos casos.

De esta manera, la tasa de paro se situará en el 15,3% por término medio en el 2018, una décima más que la estimación inicial; mientras que en el 2019 se situará en el 13,8% (cuatro décimas más) y en el 12,4% el 2020 (seis décimas más que la estimación de junio).

Más déficit

Con respecto a la ejecución presupuestaria, el organismo dirigido por Pablo Hernández de Cos estima que este año el déficit público podría situarse al 2,8%, una décima por encima del objetivo del Gobierno y de las proyecciones de junio, dado que se espera que la desaceleración de la actividad en el tramo final del año tenga un cierto impacto en la recaudación tributaria. En el 2019 el déficit disminuiría al 2,5% y al 2,2% en el 2020, en los dos casos por encima de los escenarios que plantea el Gobierno.

En materia de inflación, prevé una desaceleración en los próximos trimestres del índice general, pero un repunte progresivo de la subyacente. En concreto, prevé un IPC armonizado del 1,8% este año, para moderar hasta el 1,7% en el 2019 y el 1,5% en el año siguiente.

Los riesgos (internos y externos)

El Banco de España estima que estas previsiones vienen determinadas por algunos riesgos. En el ámbito externo, afirma que ya han empezado a materializar dos de los riesgos identificados en junio, las repercusiones adversas de la combinación de políticas económicas en los Estados Unidos y la aplicación de medidas proteccionistas, que ya han tenido un impacto en las proyecciones a la baja de la economía española. "No obstante -aclara- no ha desaparecido la posibilidad de que estos dos elementos ejerzan una influencia más negativa en el futuro".

Otros factores de riesgo para la economía española procedentes del exterior son una hipotética falta de acuerdo en las negociaciones actualmente en curso entre el Reino Unido y la Unión Europea sobre el Brexit, y la posibilidad de que surjan "preocupaciones" sobre la futura política presupuestaria en Italia.

En el plan interno, vuelve a reiterar que persiste una "indefinición" sobre la orientación futura de las políticas económicas en el contexto actual de "fragmentación parlamentaria", y también apunta que un posible repunte de la incertidumbre asociada a la situación de "tensión política" en Catalunya representa un "riesgo adicional" para el crecimiento económico, especialmente en esta comunidad autónoma.

Avisos para el Gobierno

Como punto final a las nuevas proyecciones económicas, el Banco de España lanza una advertencia al Gobierno: los "limitados" avances en la corrección del elevado endeudamiento público es un elemento "relevando de vulnerabilidad", y añade que en el actual "marco de incertidumbre" sobre la política fiscal, las políticas de gasto e ingresos públicos tienen que ser compatibles con la necesidad de reducir la deuda pública "y generar un" cierto margen de maniobra "ante una eventual situación macroeconómica desfavorable.

Finalmente, apuesta por reanudar una agenda de reformas estructurales dirigidas a favorecer un mayor grado de eficiencia en el funcionamiento de los principales mercados de factores y productos, corrigiendo aquellos aspectos del marco jurídico e institucional que disminuyen el potencial de crecimiento de la economía y, por otra parte, pide no revertir las reformas introducidas a raíz de la crisis que "han favorecido la recuperación, las ganancias de competitividad y la fuerte creación de empleo".