El Banco de España lo tiene claro: prolongar la incertidumbre política implica poner en riesgo, una vez más, la economía española. De ello depende que algunos agentes económicos pospongan sus decisiones de gasto e inversión a la espera de saber qué dirección tomará la política económica. A lo que además hay que añadir las dudas en torno al proceso de reducción del déficit público, tanto por su intensidad como por su composición. 

Hasta el momento, el gobierno en funciones presidido por Mariano Rajoy ha cantado a los cuatro vientos la recuperación económica con pronósticos que no coinciden, y en algunos casos ni tan solo se acercan, debido a un sesgo remarcable de optimismo, a las nuevas proyecciones del organismo presidido por Luis María Linde. El Banco de España prevé que el PIB crezca un 2,7% este año y se desacelere hasta un 2,3% en 2017 y a un 2,1% en 2018 mientras que el Gobierno espera un incremento del PIB del 2,4% en 2017 y del 2,5% en 2018.

Un esfuerzo todavía poco optimista

Y a pesar de que la autoridad monetaria ha realizado un esfuerzo por mejorar su proyección en tres puntos, ya que esta vez ha augurado un déficit del 4,1% del PIB, todavía se encuentra cinco puntos por encima del objetivo de Gobierno. Y por si la leña no prendiera ya de forma suficiente a 48 horas del inicio de campaña, el Banco de España asegura que el déficit no bajará del 3% hasta 2018. Una fecha que implicaría sobrepasar aparentemente en un año el toque de queda fijado por la Comisión Europea, que todavía tiene que decidir si sanciona a España con 2.000 millones por el incumplimiento del objetivo presupuestario y si le da una nueva prórroga. 

Pero la posible multa de la UE no asusta al ministro de Economía en funciones, Luis De Guindos, que lo consideraría "un contrasentido", y tiene "absoluta confianza" en que no ocurrirá tras haber realizado importantes reformas y haber crecido el doble que la media europea con una reducción "muy clara de su déficit". Tampoco le impresiona la advertencia del Banco de España, ya que considera que la actual situación política no ha generado todavía "ningún tipo de impacto" en la economía, que está creciendo por encima del 3% e "incluso más que el año pasado".

Sin embargo, también ha reconocido y reiterado que "evidentemente, la falta de un gobierno no es la situación ideal, pero a pesar de la incertidumbre económica internacional y la volatilidad de algunos mercados, la economía española está creciendo por encima de lo que creció el año pasado". Crece pero todavía no convence. 

Lo de fuera tampoco ayuda

Además, el Banco de España ha asegurado que los riesgos no se deben únicamente a la incertidumbre política en España sino también a la evolución de la economía global, principalmente en algunas economías emergentes. A lo que hay que añadir unas crecientes tensiones geopolíticas en ciertas áreas y el referéndum del Reino Unido respecto a su permanencia en la UE. Sin voluntad de querer añadir nuevas proyecciones, lo que sí parece seguro, según la autoridad monetaria, es que el crecimiento de la economía española irá frenando a medida que se revierta la bajada del precio del petróleo, la depreciación del euro u otros estímulos presupuestarios. 

Pero cualquier aviso también suele tener algunos destellos de luz y esperanza. La demanda interna seguirá impulsando la economía gracias al crecimiento del consumo de los hogares y la inversión empresarial, a la vez que el nivel de exportaciones e importaciones tenderá a igualarse. Y además, el Banco de España no descarta la posibilidad de que el impacto positivo de las medidas de política monetaria aprobadas por el BCE sea mayor y mejor de lo esperado. Más vale prevenir que curar.