Mark Cavendish ha sido el más rápido de la cuarta etapa de un Tour de Francia marcado por las caídas y las lesiones que ha vivido una tarde marcada por las protestas de unos ciclistas que exigen medidas de protección a los organizadores.

Los ciclistas han pedido paz y responsabilidades en el endiablado Tour de Francia que se ha convertido en un campo de batalla en estas primeras etapas. En la salida de la cuarta etapa de Redon han escenificado su descontento con un pequeño parón de poco más de un minuto con el cual han querido simbolizar que ya no quieren seguir corriendo riesgos desmesurados.

Protesta con división interna

Pero la protesta de Redon ha demostrado que ni siquiera en los protagonistas hay unanimidad. El francés Julian Alaphilippe, campeón del mundo y uno de los más influyentes, ha sido el primer promotor del parón. Algunos lo han seguido, pero otros querían seguir adelante.

Una vez finalizada laprotesta, la etapa se ha desarrollado con la normalidad que tanto se ha echado de menos en los primeros días de competición, y Mark Cavendish lo ha aprovechado para conseguir un triunfo tan emotivo como merecido. El ciclista de la Isla de Man ha sumado a sus 36 años su triunfo número 31 en la ronda gala y lo ha hecho después de haber superado una travesía del desierto que a punto estuvo de apartarlo de la bici.

Sus lágrimas en la meta, en Fougères, han sido la prueba de lo importante que es para él volver a ganar. Del olvido más absoluto ha pasado a protagonizar de nuevo los focos en una carrera donde sólo el belga Eddy Merckx tiene más victorias parciales que él.

Durante años, el británico no ha sido el ciclista más amado. Su carácter duro, agresivo y provocador lo habían alejado del aficionado y tampoco se hizo muchos amigos en sus rivales. Ahora, convertido casi en una leyenda, su triunfo enternece. Cavendish, el corredor que hace unos meses rogaba un contrato, que se trataba con la depresión y dudaba con la retirada, ha vuelto por la puerta grande en el escenario de sus mayores glorias.

Ha ganado a Fougères, donde ya había firmado en 2015 un triunfo, pero es que hay pocas ciudades en Francia con nombre de "sprint" donde no haya inscrito ya su nombre.