El Real Madrid vive un clima enrarecido. Un ambiente denso. Un equipo partido en dos. El proyecto de Xabi Alonso, que empezó con impulso y esperanza, se ha ido diluyendo. Los resultados no acompañan. Tampoco las sensaciones. Y ahora, el foco no está solo en lo que ocurre en el césped. Está dentro. En el corazón del vestuario. En un conflicto que ya nadie es capaz de disimular.
La mala racha es evidente. Cuatro pinchazos en cinco partidos. Un fútbol espeso. Un plan que parece no arrancar. Y todo ello ha desembocado en un clima que ya es insostenible. Xabi Alonso pide paciencia. “Queda mucha temporada” o “Estamos en construcción” son frases que se repiten una y otra vez en cada rueda de prensa del tolosarra. Y algunos jugadores hacen gestos públicos intentando cerrar el debate. Pero todo es superficial. Los problemas de fondo siguen ahí más vivos que nunca.
División marcada en el vestuario del Real Madrid
Porque dentro del vestuario hay dos bandos. Dos formas de ver el proyecto. Dos visiones completamente opuestas. El grupo mayoritario es el que desconfía. El que mira al entrenador con recelo. El que cree que sus métodos no encajan con lo que exige este club. Y aquí aparecen nombres importantes. Jude Bellingham, Vinicius, Rodrygo, Valverde, Brahim, Ferland Mendy, Camavinga y Endrick. No es una lista cualquiera. En buena parte es la columna vertebral del Madrid del presente y del futuro.
Para ellos, el método de Xabi es rígido. Demasiado vídeo y análisis, y muy poca práctica. Creen que el equipo se ha vuelto previsible y necesita más libertad en el verde. Que el discurso del técnico ya no conecta. Ni motiva ni inspira. Y eso ha derivado en una fractura. En un distanciamiento evidente.
Algunos, como Bellingham o Vinicius, sostienen que el plan táctico no se adapta a sus virtudes. Que los movimientos que se les exige les resta libertad. Les limita la creatividad. Les obliga a jugar a algo que no sienten. Otros, como Camavinga o Valverde, están cansados de aparecer en posiciones que no son las suyas, especialmente en los laterales. Lo ven injusto. Y lo verbalizan. Brahim, Mendy y Endrick, por su parte, directamente se sienten marginados.
Los aliados de Alonso son cada vez más minoría
En el lado opuesto está el grupo que defiende a Xabi. Menos numeroso, pero con pesos muy pesados. El primero, el más influyente, Kylian Mbappé. Junto a él, Thibaut Courtois, Dani Carvajal, Antonio Rudiger o Dean Huijsen. Para ellos, Xabi sí representa un proyecto coherente. Ven un plan y una estructura. Creen que el nivel de exigencia del técnico es clave para competir al máximo nivel.
Pero aquí está el problema: este grupo es minoría. Y el peso real, el que marca el día a día, está en el otro lado. En el bando que ya no confía. En el que quiere cambios. En el que se siente incómodo. Y esa fractura se nota en el campo y en el día a día. El Madrid está desconectado.
