El Barça gana con autoridad contra el Valencia y se clasifica para la quinta final consecutiva de la Copa del Rey, un hito sin precedentes en la historia de la competición (0-2). Los goles de Philippe Coutinho e Ivan Rakitic hacen caer el segundo récord en cinco días después de conseguir el del mejor inicio de Liga.

Los blaugrana, que defenderán el título contra el Sevilla, envían un mensaje contundente a todos los rivales. Ernesto Valverde arriesga, vuelve a acertar y sale muy reforzado de Mestalla. Su equipo no tiene techo.

Un larguero contra el fútbol

El Barça sabía que la única manera de minimizar los riesgos era controlar la pelota, con paciencia y sin precipitarse. El objetivo de Valverde era no facilitar los contragolpes de un Valencia que fiaba buena parte de la temporada a la Copa. Y para hacerlo ha vuelto a recurrir al 4-4-2, poblando el medio del campo con André Gomes y liberando a Leo Messi.

Gerard Piqué ha demostrado amor por el escudo forzando su rodilla derecha, protegida con un vendaje. El central, que ha vuelto a escuchar insultos contra él y su familia, hacía de todo para no notar unas molestias que limitaban sus movimientos. La ocasión merecía correr riesgos. En el plan de Valverde también aparecía el factor diferencial de Messi, que ha entrado en calor con conducciones prácticamente consecutivas.

El Valencia perseguía sombras y el Barça jugaba como quería. Ataques largos y posesiones infinitas con Messi haciendo y deshaciendo a su aire. Cuando el equipo se encontraba más cómodo en el campo contrario ha sufrido el mayor susto. Rodrigo ha rematado al larguero de Jasper Cillessen para encender una grada que vivía de chispas.

El Barça estaba avisado, pero ha encontrado en Andrés Iniesta a su mejor aliado. En momentos de tensión, el talento y la experiencia del capitán lo hacen todo más clarividente. Messi seguía jugando su partido a base de diagonales, de fuera hacia dentro, y túneles. El paso de los minutos enaltecían el sistema de Valverde, serio y sin fisuras.

La mejor noticia para el Valencia al descanso ha sido el resultado. El empate lo mantenía en la eliminatoria. Su juego lo alejaba. El Barça tenía armas en el banquillo para cambiar el ritmo y Valverde ha sido más rápido que Marcelino.

Gol entre amigos

Philippe Coutinho ha entrado por un inoperante André Gomes y su cambio ha tenido un efecto inmediato en el marcador. Coutinho, enganchado a la banda, ha encontrado un centro de Luis Suárez, su gran amigo en Liverpool, para estrenarse como blaugrana con un remate acrobático. Su celebración, visiblemente emocionado, justifica la tozudez del club. El Valencia estaba obligado a marcar tres goles. El Barça tenía un pie y medio a la final.

El 0-1 ha anestesiado a Mestalla, que sólo se animaba para protestar. El Valencia acusaba mucho el golpe y el Barça no lo dejaba entrar en el partido escondiéndole la pelota. Messi seguía destrozando caderas a su aire. Aceleraba y frenaba cuando quería. Siempre lo hacía bien. El equipo acompañaba su recital con la actuación más responsable de la temporada.

El Barça de Valverde es un equipo tan sólido como decisivo. Y lo ha demostrado en el tramo final de un partido que no ha tenido más historia. Cillessen ha añadido una parada de balonmano a su videoteca particular antes de que Ivan Rakitic sellara el billete para la final. Suárez, en su versión más altruista, ha robado una pelota para forzar el contragolpe y regalarle el 0-2 al mediocampista croata.

Piqué, cojo, ha dejado el campo para forzar el debut de Yerry Mina. El colombiano ha superado sin problemas su estreno. Suárez y Jordi Alba han conseguido aguantar sin tarjeta y jugarán la final con el Barça para intentar levantar la 30ª Copa de la historia del club.