La planificación deportiva del FC Barcelona para la temporada 2025-26 incluye una lista clara de jugadores transferibles: Ansu Fati, Pau Víctor, Pablo Torre, Iñaki Peña, Andreas Christensen, Oriol Romeu y Marc-André ter Stegen. Todos ellos conocen que,adiferentes niveles, no entran en los planes de Hansi Flick y que el club prioriza sus salidas para liberar masa salarial y facilitar nuevas inscripciones. Sin embargo, ninguno de los siete está dispuesto a facilitar una marcha sin condiciones favorables. Al contrario: resisten, conscientes de que mejorar su situación fuera del Barça no será sencillo.
El club tiene claro que necesita ejecutar estas salidas, pero no lo hará a cualquier precio. La estrategia consiste en actuar con calma y no precipitarse. No se quiere malvender a jugadores con contrato en vigor, sino obtener ingresos razonables o al menos resolver sus situaciones contractuales con operaciones que dejen una puerta abierta al futuro, ya sea con cláusulas de recompra, cesiones con opción de compra o fórmulas similares. En este sentido, no existe una urgencia real: sí hay una prioridad estructural, pero sin presión inmediata.
Una resistencia que refleja cálculo y contexto
Cada caso presenta matices diferentes, pero todos comparten una misma realidad: difícilmente podrán encontrar un club que les ofrezca las mismas condiciones salariales, deportivas y de proyección que el Barcelona, incluso siendo suplentes o jugadores de rotación. Es precisamente esta percepción la que frena las negociaciones, bloquea avances y da a los jugadores una posición de fuerza relativa en el mercado.
Ansu Fati, por ejemplo, estudia una nueva cesión, aunque con reparos sobre el destino y el reparto de salario. Pablo Torre también maneja distintas fórmulas de salida, pero prioriza mantener el control sobre su futuro. Iñaki Peña sabe que debe buscar equipo, pero espera una oportunidad que se ajuste a su nivel. En el caso de Christensen, el club contempla que pueda continuar si no llega una oferta convincente. Romeu y Pau Víctor ya han sido informados de su situación, aunque no tienen propuestas cerradas. Y Ter Stegen, pese a los rumores, mantiene su hoja de ruta con calma y sin movimientos inmediatos.
Lo destacable en este caso es que, por primera vez en varias temporadas, el club ha decidido no forzar situaciones. Acepta la presión de los jugadores, pero la contrarresta con una estrategia de mercado paciente y controlada. No hay voluntad de regalar activos ni de tomar decisiones apresuradas que perjudiquen el valor patrimonial de la plantilla.
En definitiva, la rebelión silenciosa de estos siete transferibles es parte de un pulso habitual en el mercado, pero el Barça está decidido a no repetir errores del pasado. Prefiere esperar, conservar el control y negociar desde una posición sólida. Los jugadores lo saben. Y aunque la salida sea el objetivo común, el tiempo —esta vez— juega a favor del club.