El mejor equipo de la historia del baloncesto fue, probablemente, la selección de Estados Unidos de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Con respecto a los nombres, no hay duda: Michael Jordan, Larry Bird, Magic Johnson, Karl Malone o Scottie Pippen, entre muchos otros, formaban parte de ella. Aquella plantilla se bautizó como el Dream Team, es decir, el equipo de los sueños. Como era de esperar, ganaron la medalla de oro. La final la disputaron contra la Croacia de Toni Kukoč.
Más allá de las exhibiciones sobre la pista, el Dream Team también dejó huella fuera del parquet. Lo ha explicado con detalle Charles Barkley, uno de los integrantes de aquel equipo irrepetible, en una entrevista en el podcast Pardon My Take. Según su relato, las noches en Barcelona fueron tan intensas como los partidos. "Nos bebíamos, como mínimo, un par de cajas de cerveza todas las noches mientras jugábamos a las cartas", revela con naturalidad. Las timbas de póquer reunían habitualmente a figuras como Michael Jordan, Magic Johnson, Scottie Pippen y el propio Barkley: "Jugábamos durante tres, cuatro o cinco horas seguidas".

Jordan, como era habitual en él, no aceptaba límites. "Siempre intentaba subir las apuestas. El idiota no se daba cuenta de que todos éramos ricos", comenta entre carcajadas Barkley, recordando que ninguno de los presentes tenía problemas para igualar las cifras astronómicas que planteaba el dorsal 23. Aquellas veladas, pasadas entre cartas y cervezas, acabaron creando una complicidad especial entre algunas de las estrellas. Barkley y Jordan, que habían tenido una relación tensa, hicieron las paces y estrecharon lazos de amistad.
También surgieron conexiones inesperadas. Patrick Ewing y Larry Bird, por ejemplo, se convirtieron en inseparables durante la concentración. "Les hicimos camisetas que decían 'Harry y Larry' para bromear. Se hicieron muy amigos, fue genial", recuerda Barkley. A pesar de este ambiente distendido fuera de la pista, el nivel de competitividad no bajó ni un solo peldaño. "Los entrenamientos eran una locura. Todos queríamos demostrar quién era el mejor. Había muchos egos, pero nos respetábamos mucho", asegura.

El rendimiento en pista fue increíble
A pesar de las noches de desenfreno y las maratones de póquer entre estrellas multimillonarias, el rendimiento del Dream Team en pista fue incontestable. Disputaron ocho partidos y los ganaron todos, con una media de 117,3 puntos a favor y solo 73,5 en contra. Ningún rival los puso en problemas. La final, contra la Croacia de Toni Kukoč, acabó con uno contundente 117-85.
Charles Barkley fue el máximo anotador del equipo, seguido de Jordan, Malone y Mullin. Once de los doce jugadores acabaron en el Hall of Fame y su paso por Barcelona supuso un punto de inflexión: se elevó la popularidad del baloncesto a escala global e inspiró a toda una nueva generación de jugadores internacionales. Aquel verano, Estados Unidos no solo ganó el oro: cambió la historia de su deporte.