Una de las grandes noticias de la semana en nuestro país es el abrumador éxito de los conciertos de despedida que el grupo catalán Oques Grasses dará en el Estadi Olímpic Lluís Companys en octubre de 2026, que han agotado las entradas en apenas unos minutos. El grupo ha alcanzado un hito solo reservado a los grandes grupos del rock y el pop internacional, como Bruce Springsteen, Beyoncé, Coldplay o Harry Styles: llenar un estadio con capacidad para cerca de 60.000 personas, y no una vez, sino dos, por el momento, y que pueden ser cuatro. La banda osonense anunció que haría un concierto de despedida el 10 de octubre del próximo año y las entradas se agotaron en 21 minutos, lo que originó el anuncio de un segundo concierto, para el día anterior, que en 19 minutos también hizo sold out. El grupo calificó de “locura” lo que estaba sucediendo, los fans pidieron una tercera cita, y este viernes se confirmó que Oques Grasses haría dos conciertos más en el Estadi Olímpic, los días 5 y 7 de octubre, después de que las colas virtuales llegaron a tener más de 180.000 personas en espera. Este fenómeno está en boca de todos, y son muchas las teorías que intentan explicar este éxito sin precedentes. Entre ellas, la del FOMO, acrónimo de la expresión inglesa Fear Of Missing Out (miedo a perderse algo), un síndrome que ha atacado a muchos catalanes, fans de la banda o no, que viven una fiebre por asistir o formar parte de estos conciertos únicos que marcan el final de la etapa musical de una de las bandas históricas del pop catalán, la primera que llenará el Estadi Olímpic para un concierto en esta lengua que hará historia. Y el otro que también se le relaciona, es el negocio de la reventa, que puede disparar los precios finales de las entradas, que oficialmente se han vendido entre los 35 y los 60 euros.

El síndrome de la era digital

Querer formar parte de la historia ha sido uno de los argumentos que explica el FOMO entre sus seguidores. La rapidez con la que se agotaron las 112.000 entradas para los dos conciertos de despedida en octubre de 2026 (en solo 19 y 21 minutos) evidencia que los fans temían perder la oportunidad única de presenciar este evento histórico, que marca el fin de una trayectoria de 14 años de la banda. Este sentimiento de querer formar parte de un momento irrepetible, celebrado como un hito generacional y cultural, ha provocado ansiedad, una fuerte demanda y un comportamiento compulsivo para asegurar las entradas, característico del síndrome FOMO. “A ti, que has estado siempre, venimos a decirte que esto se acaba. Las cosas bonitas a veces tienen que acabar para recordarlas siempre así”, decía el grupo en un mensaje en Instagram donde anunciaba el primer concierto de despedida del 10 de octubre, invitando a sus fans a asistir a este último baile que ha superado todas las expectativas.  La experiencia de vivir este momento único encaja con el término FOMO, que refleja un fenómeno social y psicológico intensificado por la expansión de las redes sociales y la exposición constante a la vida de los demás. Al menos, los tres conciertos de más que se han programado para poder dar respuesta a esta altísima demanda, se han puesto en fechas anteriores a este día 10, y no posteriores, respetando la decisión inicial de que este concierto siga siendo oficialmente el cierre final de la trayectoria de la banda, este “último concierto de la historia”, como esperaban los compradores de las localidades, manteniendo este valor simbólico de esta fecha.

 

Un deseo irresistible por no perderse las experiencias

El FOMO es una patología o síndrome psicológico caracterizado por la ansiedad y la preocupación constante de que otros vivan experiencias gratificantes de las cuales uno está ausente. Se manifiesta como un deseo irresistible de estar continuamente conectado, especialmente a través de las redes sociales, para evitar perderse eventos, interacciones sociales o experiencias consideradas positivas o satisfactorias. Este fenómeno puede generar síntomas como ansiedad, insomnio, baja autoestima, cambios de humor, y puede derivar en un comportamiento compulsivo de revisar continuamente las redes sociales o el teléfono móvil. El FOMO surge con fuerza en la era digital debido a la exposición constante a las vidas editadas y exhibidas en las redes sociales, lo que amplifica la percepción de que los demás disfrutan de mejores experiencias. Además, puede afectar la motivación en actividades académicas o laborales y fomentar una comparación constante que impacta negativamente en la autopercepción. En casos extremos, el FOMO puede estar relacionado con problemas de salud mental como depresión y aislamiento social, convirtiéndose en un problema significativo en jóvenes y adultos.

Hoy en día hay un FOMO cultural donde nadie quiere perderse nada y todo el mundo es fan de todo. Por Dios ese afán de querer ser partícipe como si alguien fuese a tomarles un examen AAAAAAAAAAAAAAA BASTA.

El origen del FOMO

El acrónimo de Fear Of Missing Out fue acuñado por primera vez por el empresario y académico estadounidense Patrick McGinnis en 2004, en un artículo para la Harvard Business Review. McGinnis describió con este término la sensación de ansiedad que él y sus compañeros de estudios experimentaban al intentar no perderse eventos sociales importantes y el ritmo frenético de actividades. Aunque la palabra ganó popularidad en las redes sociales y la cultura digital del siglo XXI, el concepto tiene raíces psicológicas anteriores. En la década de 1990, el psicólogo Daniel Herman ya describía un fenómeno similar de ansiedad por sentir que otros disfrutan de experiencias positivas de las cuales uno está ausente.

La reventa a la sombra

Pero la palabra FOMO no es la única que se ha asociado con estos conciertos de Oques Grasses. La otra palabra que ha originado esta altísima demanda y la rápida venta de entradas es reventa. Esta fuerte demanda, junto con la incapacidad de satisfacer a todos los fans interesados, crea oportunidades para que revendedores compren entradas para después venderlas a precios mucho más altos, aprovechando este FOMO y la disposición de los seguidores a pagar más por no perderse este momento único. La limitación de 20 entradas se ha considerado excesiva para la demanda de los fans habituales y una invitación para los revendedores, que esperan hacer el negocio con este deseo desbocado por asistir a estos últimos conciertos. De hecho, la media de 4,6 entradas por comprador ya se considera muy alta, y en las redes sociales ya se estaban ofreciendo a precios mucho más altos que los oficiales. También hay quien expresa las dudas de que el Estadi Olímpic se llene en todos los conciertos. De momento, se han vendido los dos primeros conciertos (a 56.000 entradas cada uno), y si se venden todas las entradas de los conciertos que se ponen a la venta a partir del lunes a las 12 del mediodía, acabarán siendo un total de 224.000 entradas vendidas.