Once títulos en Roland Garros. Rafa Nadal sigue haciendo historia en la tierra de París y levanta trofeos sin descanso. Bolelli, Pella, Gasquet, Marterer, Schwartzman, Del Portro y finalmente Dominic Thiem han ido cayendo en la trampa del manacorense (6-4, 6-3, 6-2). Y ninguno de ellos ha podido impedir que Nadal reivindicara otra vez que Roland Garros es su territorio.

Nadal también sigue conquistando Grand Slams con un tenis devastador para cualquier rival y ya llega a la cifra de 17 grandes títulos. Ahora sólo se queda en tres de Roger Federer, el tenista más laureado de la historia. Y también ha confirmado que siempre que llega para disputar la final en la pista Philippe-Chatrier, nadie le puede vencer.

Solvencia y determinación

Como ya es habitual, el ritmo de Rafa Nadal es infernal desde el primer momento. Su tenis consistente desde fondo de pista no tiene discusión. Sus mejorados servicios dan un punto más a la seguridad para sacar adelante los partidos. Y la resolución desde la red dejan pocos puntos débiles al actual número uno del ranking ATP.

Rafa Nadal Roland Garros Efe

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Y es que Nadal ha empezado con ganas de poner la directa. Juego en blanco para empezar y rotura en el primer servicio de Thiem. El tenista austríaco ha visto cómo sólo le podía hacer un punto en los primeros dos juegos y todo se ponía de color negro. Pero la madurez del joven Thiem le ha permitido recuperar el break y provocar la igualdad.

Grandes golpes de derechas, grandes golpes de revés, pero también imprecisiones. Con el 2-2 en el marcador ha aparecido el nerviosismo. Errores no forzados y mucho sufrimiento para conservar los juegos en ambos bandos.

La igualdad ha empezado a reinar en la pista central parisina ante más de 15.000 espectadores presentes en la gran final de Roland Garros. Juegos muy largos, puntos en que perfectamente podían intercambiar 17 golpes, y pocas conclusiones claras. Pero cuando tocaba, con un 5-4 a favor del manacorense, Nadal ha hecho un break en contra y en blanco.

Ha vuelto el mejor Nadal. 61 minutos para concluir el primer set y dejando un ajustado 6-4 para empezar a soñar con el undécimo Roland Garros.

Philippe Chartier Roland Garros Efe

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La voz de la experiencia

Y es que la inercia ganadora ha vuelto a hacer decantar la balanza. Nadal ha empezado, de nuevo, más fuerte el set, ha conservado el buen toque de pelota, y ha provocado que el rival se viera forzado a arriesgar.

Thiem ha acusado la falta de concentración en ciertos golpes sencillos, provocando errores no forzadas. Muchas pelotas no pasaban la red y Nadal se beneficiaba. También las dobles faltas del austríaco han allanado el camino del segundo set para Nadal.

Los golpes de fondo de pista han sido un seguro para Nadal, y su combinación de golpes, la variedad de recursos y su fiabilidad han facilitado la entrada del mejor tenis del manacorense en la final. Tres juegos a nada para empezar el segundo set y la final se ha empezado a teñir del mismo color que se ha teñido en gran parte de las últimas dos décadas.

La voz de la experiencia y el físico de Nadal han intervenido para hacerse fuerte en una nueva final de Grand Slam. En sólo 49 minutos ha resuelto el segundo set a su favor y después de un 6-3 ha empezado a pensar seriamente en su undécimo título en París.

Paseo hacia el undécimo trofeo

Rafa Nadal es el gran mosquetero, no hay quien lo gane en una final de Roland Garros. Y tampoco quería sufrir en l tercero set. Thiem ha resistido como ha podido la solidez de Nadal.

Dominic Thiem Roland Garros Efe

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El austríaco ha tenido muy pocas opciones cuando el tenista formado en Barcelona tenía el servicio de su lado, y ha sufrido mucho cuando ha dispuesto de la pelota para empezar los puntos. El favoritismo inicial y el gran momento de forma de Nadal esta temporada sobre la tierra batida han confirmado las expectativas.

Solo las molestias en el dedo corazón de la mano izquierda de Nadal a partir del cuarto juego del set final han puesto las cosas más igualadas. Pero la final ya estaba encarrilada. 6-2 en el último set, 2 horas y 42 minutos de partido y Nadal vuelve a triunfar sobre la tierra batida.

Todo lo que toca se convierte en oro y la Copa de los Mosqueteros ha vuelto a caer de la banda del hegemónico Rafa Nadal. Ha tocado por undécima vez una final de Roland Garros, y por undécima vez la tierra de París se ha convertido en oro.