La situación en el vestuario del Barça vuelve a calentarse y esta vez el foco está puesto en Marcus Rashford. El delantero inglés, que llegó al club con la intención de relanzar su carrera, atraviesa su momento más delicado desde que aterrizó en Barcelona. La relación con Hansi Flick se ha enfriado de forma evidente en las últimas semanas y, según fuentes del entorno del equipo, ya ha habido una bronca seria tras el último encuentro de Champions.

El duelo de Londres debía ser una oportunidad para que el Barça recuperara sensaciones. El equipo viajaba a un estadio de máxima exigencia con la necesidad de sumar puntos y dar un golpe de autoridad en Europa. Sin embargo, el técnico sorprendió desde el primer momento dejando a Rashford en el banquillo, una decisión que cayó muy mal al entorno del jugador. Flick apostó por un tridente formado por Lamine Yamal, Robert Lewandowski y Ferran Torres, dejando claro que, a día de hoy, no considera al británico como una pieza imprescindible.

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Los minutos de Marcus Rashford contra el Chelsea fueron decepcionantes

Ese gesto encendió la mecha. Rashford, que esperaba volver a la titularidad, encajó la suplencia con un evidente malestar. Durante el calentamiento ya se percibía cierto gesto de frustración. Aun así, Flick decidió darle minutos en la segunda parte, cuando el Barça trataba de reaccionar.

Su entrada al campo, sin embargo, no mejoró nada. Rashford mostró una actitud distante, sin agresividad en la presión y sin aportar profundidad. Lo más preocupante para el cuerpo técnico fue comprobar que el delantero parecía desconectado del partido, sin energía ni intención de ayudar en los retornos defensivos. Después del encuentro, Flick le llamó la atención. Su actitud en el campo fue una profunda decepción. El míster le reprochó la falta de compromiso.

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Rashford pierde crédito ante Flick

La realidad es que Rashford no está en posición de exigir. Llegó al Barça como plan C, tras descartarse otras opciones en verano. Flick aceptó su incorporación, sí, pero siempre con reservas. Lo cierto es que el técnico ha intentado darle minutos por necesidad ante la lesión prolongada de Raphinha, pero la paciencia empieza a agotarse. El atacante inglés no está ofreciendo ni el rendimiento ni la actitud esperados, y eso está empezando a cansar a un entrenador que basa su trabajo en la disciplina y el compromiso colectivo.

Ahora mismo, el futuro de Rashford pasa por una sola cosa: reaccionar. De lo contrario, su fecha de caducidad fijada de momento para final de curso será definitiva. Nadie se planteará ejecutar la opción de compra.