Este viernes 15 de marzo el mundo se despertó con una noticia escalofriante. En Christchurch, Nueva Zelanda, se produjo un ataque terrorista de extrema derecha contra dos mezquitas que acabó con 49 víctimas mortales, y hasta 48 heridos. Los autores de los hechos, supremacistas blancos e islamófobos, irrumpieron en las mezquitas de Deans Avenue y Linwood y provocaron "uno de los días más negros de la historia de Nueva Zelanda", como afirmó la primera ministra Jacinda Ardern.

Una de estas 49 víctimas mortales fue Atta Elayyan, portero del Canterbury y de la selección nacional de fútbol sala de Nueva Zelanda. Elayyan, de 33 años y que recientemente había sido padre, se encontraba en una de las dos mezquitas y no pudo huir de los ataques de los terroristas.

Elayyan, nacido en Kuwait, vivía en Christchurch donde, además de como portero, trabajaba en el sector tecnológico, como uno de los máximos dirigentes de la empresa LWA Solutions. Es uno de los muchos ejemplos de la enorme diversidad cultural de Nueva Zelanda, un país generado a partir de la inmigración, donde conviven personas de más de 200 orígenes étnicos y donde se hablan más de 160 lenguas.