El fútbol argentino llora la muerte de Miguel Ángel Russo, histórico entrenador y actual técnico de Boca Juniors, que ha fallecido a los 69 años tras una larga lucha contra el cáncer. El técnico, que desde 2017 sufría un cáncer de próstata al que posteriormente se le sumó uno de vejiga, se encontraba de baja médica desde finales de septiembre y recibía cuidados en su domicilio. Russo pone así fin a una de las trayectorias más extensas y respetadas del fútbol sudamericano.

Una leyenda de Estudiantes de la Plata

Nacido en Lanús el 9 de abril de 1956, Russo dedicó toda su carrera como futbolista a Estudiantes de la Plata, donde disputó 435 partidos y marcó 11 goles entre 1975 y 1989. Centrocampista de gran sentido táctico y liderazgo silencioso, fue una pieza clave en los títulos del Metropolitano de 1982 y del Nacional de 1983, bajo las órdenes de Carlos Bilardo y Eduardo Luján Manera. “Estudiantes fue el club que me formó, más que como deportista, como hombre”, dijo en 2020, cuando repasaba su legado, del cual se marchó convertido en emblema.

Su carrera como entrenador comenzó poco después de su retirada, en Lanús, donde logró dos ascensos a Primera División. En 1994 regresó a Estudiantes para repetir la hazaña y consolidar su fama como técnico metódico y constructor de proyectos. Su recorrido lo llevó por 16 clubes en ocho países. El punto más alto de su carrera llegó en 2007, en su primera etapa al frente de Boca Juniors, con quien conquistó la Copa Libertadores, el título más prestigioso de su vida. Un equipo liderado por Juan Román Riquelme y Martín Palermo. Volvió al banquillo de Boca entre 2020 y 2021 y asumió nuevamente el cargo en junio de 2025, a pesar de su delicado estado de salud.

Un ejemplo de fuerza y compromiso

A pesar de los tratamientos, Russo nunca abandonó el banquillo ni la pasión que lo impulsó durante más de tres décadas. El último partido que dirigió fue el 21 de septiembre, un empate 2-2 ante Central Córdoba, en el que permaneció sentado durante todo el duelo. Su ayudante, Claudio Úbeda, lo sustituyó en los partidos siguientes y le dedicó la victoria por 5-0 contra Newell’s, al igual que el capitán Leandro Paredes. Russo había sido hospitalizado tres veces durante el último mes, una de ellas por una infección urinaria, pero se mantuvo en contacto con la plantilla hasta sus últimos días.

Con más de tres décadas de experiencia, Russo deja un legado de coherencia, humildad y trabajo que ha marcado todo el fútbol argentino. Su muerte hace llorar al fútbol sudamericano, que pierde a uno de sus técnicos más respetados y queridos. “Mi enfermedad requiere atención, no la puedes descuidar”, había dicho hace unos meses. Sin embargo, nunca dejó de mirar hacia el campo. Hasta el final, Russo fue lo que siempre quiso ser: un hombre de fútbol.