El Real Madrid ha entrado en una dinámica preocupante. Una racha incómoda. Tres empates consecutivos. Y un liderato perdido en un escenario impensable. El Girona, hundido en puestos de descenso, volvió a frenar a un equipo que hace apenas unas semanas vivía instalado en la euforia.

Los blancos venían de dominar el Clásico. Cinco puntos de ventaja. Todo bajo control. Pero el fútbol cambia rápido. Muy rápido. Hoy, el Madrid está un punto por detrás del Barça. Y solo ha ganado uno de sus últimos cinco partidos. Un dato inquietante para un club que exige competir siempre.

Witserl xoca Giroan Reial Madrid EFE
Witserl y Bellingham en el Girona-Real Madrid EFE

Xabi Alonso, benévolo con sus jugadores en la sala de prensa

Xabi Alonso intenta mantener la calma. Mensaje suave. Casi paternal. “En la segunda parte hemos mejorado”, dijo tras el empate. “Nos faltó puntería”. “Esto es muy largo”. El técnico se aferra al discurso del equilibrio, de la paciencia, de la autocrítica controlada. Pero ese mensaje, dentro del vestuario, no convence a todos.

La presión que caracterizó al equipo a principio de temporada ha desaparecido. El plan se ha diluido. La intensidad ya no asfixia. Y la falta de ideas se ha convertido en un síntoma recurrente. Con el bajón de rendimiento de Mbappé, el equipo no logra romper defensas cerradas ni generar la sensación de peligro constante que se espera del Real Madrid. Aún así, Alonso no señaló a nadie. “No tengo reproches”, dijo. “Me ha gustado la reacción”. Un discurso suave. Demasiado suave para algunos líderes del equipo.

Mbappé, y no es el único, indignado con la indulgencia de Xabi Alonso

Por ejemplo, para Kylian Mbappé. Uno de los jugadores que más se identifican con el estilo y la mentalidad de Xabi. Un futbolista que trabaja. Que corre y que lo intenta siempre. Y que, sin embargo, empieza a sentirse solo. Solo en el sacrificio y en la responsabilidad. Solo en la exigencia.

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Mbappé y Vinícius

Mbappé no entiende que el entrenador no apriete las tuercas a quienes, en su opinión, no están dando el nivel mínimo. No lo acepta. No lo comparte. Y no es el único. Thibaut Courtois, uno de los más constantes en actitud y compromiso, tampoco comprende la indulgencia del técnico.

El descontento apunta en una dirección: Vinícius, Rodrygo y Bellingham. Tres jugadores franquicia. Tres talentos enormes. Pero también tres futbolistas que atraviesan un momento bajo y que no están respondiendo. Ni en esfuerzo, ni en determinación, ni en liderazgo. No son los únicos responsables. Pero no son Camavinga o Thouaméni quienes deben marcar la diferencia.

El penalti dudoso sobre Rodrygo, que pudo cambiar la historia del partido, quedó en anécdota. Xabi lo mencionó. Con cautela. Con sorpresa. Sin levantar la voz. Otra vez, mensaje blando. El próximo duelo, en San Mamés, será decisivo. El equipo necesita un golpe de autoridad. Tres puntos y una reacción real, no solo palabras.