Luis Suárez es un delantero brutal. El uruguayo tiene gol, carácter y sabe asumir el rol de líder cuando el equipo le reclama. Luis Suárez, sin embargo, también tiene un problema. Cada septiembre, el 9 blaugrana desconcierta de manera alarmante.

Este martes, como en Granada, el punta ha fallado pases, ha perdido pelotas en controles sencillos y, por si fuera poco, no se ha esforzado defensivamente. Ernesto Valverde lo ha cambiado en el minuto 77 por Ansu Fati y lo cierto es que el equipo ha mejorado ostensiblemente. Este curso el uruguayo será clave, pero en los últimos compases de un partido roto no puede competir contra el frescura de un juvenil.

El problema, como cada temporada, es que Suárez necesita muchas jornadas para ponerse a tono. Esta vez, a diferencia de otros veranos, parece que la cuestión no radica en su peso, un hecho que disminuía su potencia, pero el punta sigue sin estar fino.

Es cierto que su pretemporada ha estado condicionada por una inoportuna lesión en el sóleo de la pierna derecha, pero el Camp Nou se ha cansado de excusas. Un equipo como el Barça no se puede permitir el lujo de perderlo durante tantas jornadas, aunque después sea capaz de marcar un hat-trick contra el Real Madrid.