El Real Madrid vive una situación inesperada. La llegada de Xabi Alonso al banquillo blanco debía ser el inicio de una nueva era, marcada por la modernidad táctica y el equilibrio colectivo. Sin embargo, el técnico se ha topado con una herencia envenenada. Lo que dejó Carlo Ancelotti funciona a medias. Especialmente en el ataque, donde dos estrellas que deberían dominar Europa parecen condenadas a no entenderse.

Vinícius Junior y Kylian Mbappé son el reflejo de un problema que va más allá del sistema. No se trata solo de táctica o posición. Es algo más profundo. No se soportan futbolísticamente. Cuando uno brilla, el otro desaparece. Cuando uno recibe protagonismo, el otro se apaga. Es una convivencia forzada que está poniendo en jaque el proyecto de Xabi Alonso.

Mbappé Vinícius
Mbappé y Vinícius

Vinícius Junior y Kylian Mbappé son incompatibles

Ancelotti ya lo sufrió. Lo intentó todo: cambiar bandas, variar esquemas, darles libertad total. Pero la química nunca apareció. Dos estrellas con un mismo territorio. Dos jugadores que necesitan sentirse el foco. Ambos quieren la pelota al pie, espacio para correr y margen para decidir. El resultado es una superposición constante que destruye el ritmo del equipo.

Xabi, en su afán por no romper jerarquías, ha mantenido la fórmula heredada. Pero cada partido deja más claro que no pueden convivir. Ante el Rayo Vallecano, el contraste fue evidente. Cada vez que Vinícius arrancaba por la izquierda, Mbappé se quedaba aislado, sin conexión, sin impacto. Cuando el francés entraba en juego, el brasileño perdía toda influencia. Dos líneas paralelas que nunca se cruzan.

El vestuario lo sabe. La tensión es palpable. Los gestos, las miradas, las discusiones mínimas durante los entrenamientos lo delatan. No hay pelea abierta, pero sí distancia emocional. Los dos se respetan, pero no se entienden. Según fuentes internas, Xabi Alonso ha tenido que intervenir en más de una ocasión para evitar que la incomodidad se transforme en conflicto directo.

Vinicius Mbappé
Vinicius y Mbappé

Xabi Alonso no puede tener a todos contentos

El problema no es solo deportivo. También es estructural. El equipo gira en torno a dos futbolistas con el mismo perfil. Ambos reclaman libertad y balón. Ninguno quiere adaptarse. Ninguno cede. Y eso está matando al colectivo. Xabi ha probado variantes, incluso colocando a Mbappé como falso nueve y a Vinícius más abierto, pero el resultado sigue siendo irregular.

Los números lo confirman. Con uno en el campo, el Madrid fluye. Con los dos, el juego se rompe. La presión alta desaparece y las transiciones defensivas se vuelven un caos. La armonía que Xabi quiere imponer choca contra el ego y el instinto de dos jugadores que, aunque brillantes, son incompatibles.

La herencia de Ancelotti es un reto que condiciona el presente. Xabi Alonso tiene talento y autoridad, pero también la misión más difícil: elegir. Y mientras no lo haga, el equipo seguirá dividido entre dos soles que no pueden compartir el mismo cielo.