En el Barça empieza a notarse una tensión suave pero constante alrededor de Marcus Rashford. Y es que, mientras Hansi Flick lo usa cada vez menos, por su irregularidad, por su falta de impacto y por ese juego sin balón que al técnico alemán no le convence en absoluto, desde los despachos están empujando en la dirección contraria. La directiva sí lo quiere ver sobre el césped, y no precisamente por cuestiones deportivas. La realidad es que, pese a su reciente bajón, Rashford sigue siendo un nombre con mercado. Y eso, con la situación económica actual del Barcelona, es fundamental.
El Barça ve negocio y quiere revalorizar a Rashford
Cabe destacar que lo que se mueve detrás de esta insistencia no es una simple apuesta futbolística, sino una operación económica calculada al detalle. En el club creen que, si juega más, si marca y si asiste, su valor crecerá. Y que ahí está la verdadera jugada de Deco. El director deportivo quiere activar la opción de compra de 30 millones y colocarlo después por unos 50 millones en verano. Un beneficio limpio que el club considera una oportunidad demasiado golosa como para dejarla pasar. Y es que el Barça no está para despreciar plusvalías, y mucho menos cuando se trata de un jugador con nombre, internacional y todavía con tirón mediático.

Flick no lo ve claro: Rashford no encaja en su idea
Sin embargo, Hansi Flick no está del todo cómodo con la decisión. Para él, Rashford es un futbolista con talento, sí, pero desconectado cuando el equipo no tiene el balón. Y en un Barça que intenta recuperar la presión, la intensidad y el orden, ese detalle pesa muchísimo. Por eso lo ha ido dejando en un segundo plano, apostando más por Raphinha y Ferran Torres, que le dan otra energía, otra implicación, otro tipo de sacrificio. Pero la dirección deportiva insiste, quieren que le de más minutos. Lo quieren sobre el campo, lo quieren visible y participando para justificar que sigue siendo un jugador de nivel.
Así pues, Hansi Flick se encuentra en una de esas situaciones que ningún entrenador disfruta: tener que gestionar decisiones que no vienen del banquillo, sino del despacho. Y Rashford, que cada vez pesa menos en lo futbolístico, podría terminar siendo clave, pero solo en lo económico.