El futuro de Nico Williams vuelve a agitar el mercado europeo. El Liverpool ha reactivado su interés en el extremo del Athletic Club, al que sigue desde hace más de un año, pero esta vez con una estrategia muy clara: cerrar un acuerdo antes del Mundial de 2026, cuando su valor podría dispararse. En Anfield consideran que el jugador encajaría perfectamente en su plan de renovación ofensiva, aunque no están dispuestos a pagar los 90 millones de euros de su cláusula de rescisión.
La idea del conjunto inglés sería situar la operación en torno a los 75 millones, una cifra que, aunque inferior al precio de salida, podría resultar atractiva para el Athletic si persisten los problemas físicos del futbolista. En Bilbao, según apuntan fuentes cercanas al club, el debate interno ya está abierto: ¿mantener a su jugador franquicia pese a su irregularidad física o venderlo en el momento de máxima cotización antes de una posible revalorización internacional?

Un talento de élite con una fragilidad preocupante
El arranque de temporada de Nico ha estado marcado por la intermitencia. El extremo, que se convirtió en el jugador mejor pagado de la plantilla tras renovar el curso pasado, solo ha podido disputar cuatro de los ocho partidos de Liga. Las molestias musculares que arrastra desde el amistoso Turquía–España del 7 de septiembre han condicionado su rendimiento y su continuidad en los entrenamientos.
De hecho, Nico Williams lleva dos sesiones consecutivas sin trabajar con el grupo en Lezama, aunque oficialmente no figura en el parte de lesionados. Reapareció el 4 de octubre ante el Mallorca, pero desde entonces no se le ha vuelto a ver en el césped junto a sus compañeros. A solo cuatro entrenamientos del duelo frente al Elche, su disponibilidad sigue siendo incierta.

La encrucijada del Athletic
El Athletic se encuentra ante una decisión estratégica. Por un lado, Nico es el emblema del nuevo proyecto de Valverde, un símbolo de la cantera moderna y del fútbol directo que ha devuelto ilusión a San Mamés. Pero por otro, su elevado salario —negociado en medio de las conversaciones frustradas con el Barça— y su historial reciente de lesiones despiertan dudas sobre la viabilidad de seguir apostando por él como eje del proyecto.
El Liverpool, por su parte, quiere anticiparse a la competencia. Con la Eurocopa 2026 y el Mundial a la vuelta de la esquina, su departamento de scouting teme que el jugador se dispare en valor si logra asentarse de nuevo en la selección. El club inglés ve en él una pieza ideal para el futuro post-Salah, aunque su estado físico y el coste final de la operación marcarán la decisión.