El Girona ve desde el andén como el tren de Europa se escapa. El Éibar gana en Montilivi y convierte en una quimera las aspiraciones europeas de un equipo que ha llegado a las últimas jornadas con el depósito de gasolina en reserva (1-4). La derrota, sin embargo, no mancha la temporada de los gerundenses, que ya hace semanas que alcanzaron la permanencia, el principal objetivo.
Un día gris
La lluvia que ha caído durante buena parte de la mañana en Girona teñía de gris un partido que tenía que suponer la última bala para los de Pablo Machín. Un partido a cara o cruz. El técnico soriano ha hecho jugar a Aday en la banda derecha para suplir la baja de Pablo Maffeo por sanción. Además, ha dejado en el banquillo a dos intocables como Bernardo y Pere Pons. Sacudir al equipo para alargar el sueño.
La quinta peor entrada de la temporada era significativa. La afición no creía en la trayectoria de un equipo que no había ganado los últimos tres partidos en Montilivi. El Girona, tal y como hizo en Getafe la semana pasada, ha empezado desconectado. Y lo ha pagado caro. Johan Mojica ha roto uno de los principios básicos del fútbol para regalar al Éibar un contragolpe después de una falta a favor. Los vascos han podido correr para que Kike García empujara a placer la pelota del 0-1.
El Girona ya estaba obligado a remontar cuando no se habían jugado ni diez minutos. Y el equipo sabe que darle la vuelta al marcador adverso es una de sus asignaturas pendientes. Lo ha intentado, buscando la cabeza de un desaparecido Christian Stuani, pero siempre sin fluidez. El medio del campo era accesorio delante de un Éibar que tenía las ideas muy claras. Un gol bien anulado a Portu y un disparo de Àlex Granell han sido las mejores ocasiones de la primera parte.
El Éibar ha encontrado petróleo antes del descanso a balón parado. Marc Muniesa, una de las grandes novedades de la alineación, ha dejado rematar a Kike en la salida de un córner para que hiciera su segundo gol del partido. 0-2. Sumar se había convertido en misión imposible.
Las dos caras del laboratorio
Las pocas luces del Girona se han encendido gracias a la estrategia. Machín se aferra a su pizarra cuando las cosas se complican. Un córner ha sido el preludio del 1-2. Borja García ha encontrado a Aday, solo en la frontal del área, para que superara a Riesgo, portero del Éibar, con un disparo potente y cruzado. Cinco minutos después, el mismo Aday ha podido hacer el 2-2, pero no ha dirigido su cabezazo.
El paso del tiempo ha igualado las fuerzas, apaciguando la reacción del Girona. Stuani y Portu han seguido fallando mientras el equipo cambiaba de esquema. El nuevo dibujo, con cuatro defensas, ha tenido premio (para el Éibar). El catalán Joan Jordán ha aprovechado el regalo de Inui para hacer, a placer, el 1-3. El partido estaba sentenciado. El sueño de Europa, también. Y el gol de Inui, antes del tiempo añadido, no ha cambiado nada.
La derrota, justa, convierte los últimos dos partidos del Girona en un trámite que tendría que ser festivo. Los gerundenses, sin la exigencia de la clasificación, tienen al alcance acabar un año que ya es histórico con una sonrisa todavía más grande si ganan contra el Valencia y el Las Palmas.