Ha bastado una derrota para que el Barça Hansi Flick empiece a generar dudas. Y no solo en la grada o en la prensa. Algunos jugadores comiencen a mirar de reojo a su entrenador. Decisiones tácticas, cambios instrascendentes y la sensación de haber sido superados por Paris Saint-Germani de Luis Enrique que llegó en cuadro a Barcelona.
El partido dejó un sabor amargo a los azulgrana. Fue un duelo eléctrico, de los que cansan hasta al espectador que lo sigue desde el sofá. Durante la primera media hora, el Barça parecía dueño del partido. Pedri y Lamine Yamal marcaban el ritmo. El balón circulaba con lógica y el equipo transmitía frescura. Incluso llegó el premio con el gol de Ferran Torres, tras una asistencia magistral de Rashford. Hasta ese momento, Flick tenía todo bajo control.

Luis Enrique gana la partida a Hansi Flick
Sin embargo, el PSG de Luis Enrique no se rindió. Con jóvenes como Barcola, Mbaye y Mayulu, que jugaron como veteranos, el campeón de Europa fue creciendo con el paso de los minutos. El empate francés llegó en un momento clave. Ese gol devolvió la confianza a los de París y empezó a desnudar las carencias tácticas del Barça. El plan inicial de Flick se vino abajo.
La segunda mitad fue un suplicio. El PSG mantuvo un ritmo altísimo, presionó sin descanso y el centro del campo culé se fue empequeñeciendo. La frescura de los franceses contrastaba con la fatiga de los azulgranas. Flick lo admitió después: su equipo fue superado. Y ahí empiezan los problemas en el vestuario. Varios jugadores consideran que las decisiones del entrenador no ayudaron.
Algunos futbolistas no entienden sus cambios ni sus apuestas tácticas. Otros sienten que las suplencias son castigos difíciles de justificar. La derrota frente al PSG fue la primera de la temporada, pero dejó heridas. La sensación es que el equipo no supo reaccionar cuando más lo necesitaba. Y que Flick no ofreció alternativas claras.

Flick no acertó en sus decisiones
El tanto de Gonçalo Ramos en el tramo final certificó la caída. El Barça terminó desfondado, con cara de frustración y con un rival celebrando una victoria que pareció inevitable. Luis Enrique ganó el duelo de pizarras. Flick, en cambio, se quedó sin respuestas. Y eso duele en el vestuario.
Dentro del club confían en que el alemán sepa gestionar la rabia y reconvertirla en motivación. Porque si no corrige pronto, lo que este miércoles ha podido ser un simple disgusto puede convertirse en una fractura mayor. En el Barça no hay tiempo para dudas. El calendario no da tregua.