El FC Barcelona afronta un nuevo examen. Llega el duelo ante el Atlético de Madrid, adelantado por la Supercopa. Hay ilusión despuiés de las últimas victorias que han llevado al equipo al primer puesto de la clasificación. Y también para el Atlético de Madrid. Los colchoneros suman siete victorias seguuidas y ganar en el Camp Nou los catapultaría a la segunda posición, un punto por encima del Real Madrid y empatados con el Barça.
Mientras tanto, Hansi Flick trabaja en silencio. El entrenador ya medita el once titular. Lo tiene casi perfilado. Falta algún detalle. Y todo parece concentrarse en la defensa. El técnico alemán sopesa repetir la apuesta del último encuentro. La clave está en el lateral derecho. ¿Eric García otra vez? ¿O recuperar a Koundé como titular? Flick duda. Y la decisión no es menor.
El mayor dilema de Hansi Flick está en la defensa
Su elección afectará al resto de la zaga. Si Flick mantiene la banda para Eric, el eje defensivo quedaría fijado con Gerard Martín y Pau Cubarsí. Una pareja joven, pero solvente. En la izquierda, ningún debate: Balde es fijo. Su crecimiento en las últimas semanas ha sido notable. Y el técnico alemán lo sabe. Más aún ante un rival que explota bien los costados.
En el centro del campo no habrá sorpresas. Pedri vuelve. De Jong también. Regresan los dos motores del equipo. Y junto a ellos, Dani Olmo, cada vez más asentado. Flick quiere control. Quiere pausa. Pero también llegada. Y estos tres le dan justo eso. El míster no quiere inventar en una noche tan exigente.
Arriba, tampoco habrá experimentos. El técnico pondrá a su tridente de confianza. Con Lamine Yamal en la derecha. Con Raphinha en la izquierda. Y con Robert Lewandowski como referencia. Flick cree que esta es su delantera más competitiva. La que más amenaza genera. La que más impacta en las grandes noches. No quiere arriesgar.
Ferran Torres repetirá en el banquillo desde el inicio
Y es aquí donde empiezan los problemas. Porque mientras el equipo prepara el partido, en el banquillo habrá dos futbolistas con sensaciones muy distintas. Marcus Rashford, que sigue sin mejorar en defensa. Y Ferran Torres, que vive un inicio de temporada magnífico. Quizá el mejor desde que viste de azulgrana.
No obstante, hay jerarquías que mandan. Y Ferran sospecha que hay algo más detrás de su suplencia. Un toque de influencia. El delantero polaco se siente en un buen momento de forma y no quiere salir del once. Y Torres piensa que eso condiciona al entrenador. Lo percibe en el ambiente. Lo percibe en los gestos. Y comienza a sospechar de un cierto juego sucio en el vestuario. Ferran no lo dice públicamente. Pero internamente tiene claro que está rindiendo. Que está cumpliendo. Y que, aun así, no pasará de ser el plan B.
