En Valdebebas ya no se habla de otra cosa. El Clásico está a la vuelta de la esquina y en el Real Madrid hay voces que empiezan a levantar el tono. Una de ellas es la de Dani Carvajal, el capitán sin miedo a decir lo que piensa. El defensa ha sido claro con Xabi Alonso: si el equipo no cambia su actitud, el Barça puede pasarles por encima. Ocurrió en todos los Clásicos de la temporada pasada. Y la historia puede volver a repetirse.
El próximo 26 de octubre será el primer gran examen de la temporada. El Madrid llega líder, con 21 puntos, pero las sensaciones no acompañan. El equipo gana, sí, pero no convence. Carvajal lo sabe, y teme que esa falta de intensidad acabe pagándose muy caro ante un rival herido. Porque el Barça, pese a las bajas, no perdona cuando huele debilidad.

El Barça llega con muchas bajas, pero también con muchas ganas
Los azulgranas llegan tocados, pero no hundidos. Sin Lewandowski, sin Raphinha, con Dani Olmo y Joan García entre algodones. Incluso Ferran Torres arrastra molestias. Sin embargo, tras las derrotas ante PSG (2-1) y Sevilla (4-1), los de Hansi Flick necesitan una reacción. Y cuando el Barça necesita reivindicarse, suele hacerlo con rabia.
Ahí está el miedo de Carvajal. No al talento rival, sino a la desconexión propia. El lateral cree que el Madrid está jugando con fuego. Falta agresividad, falta presión, falta alma. Y sabe que, si mantienen la línea de lo que va de temporada, pueden ser arrollados como ocurrió el pasado curso. El capitán ha visto demasiados Clásicos como para confiarse.

La clave estará en la presión alta
El lateral no señala a nadie, pero el mensaje tiene destinatarios claros: Mbappé, Vinícius, Rodrygo, Arda Güler. Los delanteros. Los que deben dar el primer paso en la presión alta, esa que el PSG y el Sevilla usaron para destrozar al Barça. Si el Madrid espera atrás, sabe que será el principio del fin.
Alonso podría reforzar el centro del campo con más músculo o modificar el dibujo para adelantar líneas. El tolosarra sabe que todo se resume a presionar o morir. En los entrenamientos ya se nota la diferencia. Más intensidad, más ritmo, más exigencia. Saben que no pueden permitirse ser espectador en su propio Clásico.