Es la ley del fútbol. Este miércoles, el Espanyol bajó a Segunda después de perder contra el Barça, su rival histórico. Aunque una buena parte del barcelonismo lamentó la caída a los infiernos del conjunto perico, otra no escondió su alegría. Trece años después, algunos culés consiguieron curar las heridas del Tamudazo.

Antes del partido, decenas de seguidores radicales del Barça, convocados a través de la cuenta de Twitter de los Boixos Nois, se reunieron en los Jardines de Bacardí, justo al lado del Camp Nou, con el fin de celebrar la anunciada caída del Espanyol.

Después del 1-0 de Luis Suárez, gol que complicaba de manera definitiva las aspiraciones pericas, los aficionados radicales en cuestión tiraron petardos y fuegos artificiales para empezar a festejar el descenso.

Más tarde, después del duelo, un pequeño grupo de aficionados del Barça se desplazó hasta la Fuente de Canaletes, en La Rambla, para celebrar la desgracia del rival ciudadano. Bengalas, proclamas independentistas y burlas hacia el Espanyol; la celebración duró poco y sirvió para constatar que hay personas que no siguen las medidas de seguridad por el coronavirus.

Mientras algunos seguidores barcelonistas festejaban haber enviado el Espanyol a Segunda, otros lamentaban que esta sea una de las pocas alegrías de la temporada en clave culé.