El andén de Fröttmaning permanece tranquilo antes de recibir la batalla entre dos de los colosos en Europa. Casi la mayoría de los 75.000 espectadores que llenarán mañana el estadio tendrán que pasar previamente por esta periférica estación de metro, inaugurada el 30 de junio de 1994 y prácticamente desapercibida hasta que el año 2005 el Bayern y el TSV 1860 München —el segundo equipo de la ciudad— se mudaron al Allianz Arena.

En los exteriores del estadio, la aparente normalidad de un día cualquiera. La escasa actividad la generan los grupos turísticos dispuestos a realizar el tour "Bayern Erlebniswelt" que recorre las entrañas del Allianz Arena. Ningún indicio de partido de Champions más allá de algún adhesivo de los Fanatics Ultras Sevilla FC, que recuerda la última visita del conjunto andaluz en tierras alemanas. De hecho, si no fuera por la presencia de algunas unidades móviles de radiotelevisión nadie diría que en menos de 36 horas se disputará uno de los partidos claves de la temporada.

El Bayern es el único conjunto que esta temporada puede aspirar al triplete, un hito que ya consiguió Jupp Heynckes con el club el año 2013. El equipo bávaro ya ha hecho los deberes en Alemania —son campeones por sexto año consecutivo de la Bundesliga y están clasificados para la final de la DFB-Pokal— y ahora quiere sacarse la espina que arrastra en la Champions League ante el equipo que el año pasado les apartó de la máxima competición europea.

Aquel duelo de cuartos de final se decantó a favor de los blancos por un global en la eliminatoria de 6-3. A pesar de la diferencia en el marcador, el partido de vuelta se tuvo que resolver a la prórroga, donde se desencadenaron polémicas decisiones arbitrales que todavía cuecen en Munich. La controvertida expulsión de Arturo Vidal y los dos goles de Cristiano Ronaldo en fuera de juego son imágenes que perduran en la retina de los dirigentes bávaros.

Al acabar aquel partido se sucedieron declaraciones llenas de impotencia desde todos los estamentos del club, tal como recientemente también ha pasado con la Juventus. No obstante, en esta ocasión el Bayern quiere alejar el punto de mira sobre el árbitro. "Nadie tiene ninguna duda de que mañana el campo será una olla a presión, pero la estrategia que ha seguido el Bayern para preparar este partido es la de no caldear el ambiente", asegura Javier Cáceres, periodista del Süddeutsche Zeitung y uno de los que mejor conoce el entorno del gigante bávaro, en declaraciones a El Nacional.

La receta del máximo mandatario del Bayern ha sido limitarse a dar como favorito al Real Madrid. De puertas adentro han hecho una mirada retrospectiva y han recordado el contraproducente clima de sobreexcitación que generaron a las semifinales del 2015, donde encajaron una sonora goleada por 0 a 4. Para este partido han optado por la cautela y consecuentemente han sido muy cuidadosos con el lenguaje utilizado. La imagen de un desbocado Buffon o de las acusaciones de soborno de Chiellini contrasta con la idea de rebajar la tensión y es por eso que el propio Heynckes ya se ha encargado de dejar claro en la rueda de prensa previa que "nadie puede comprar la Champions".

En Marienplatz, la plaza donde los aficionados muniqueses acuden a celebrar los títulos, ha calado esta idea y analizan dos factores al respecto: el primero es que quedan todavía los 180 minutos para jugar y consideran que poner en tela de juicio al colegiado significaría entrar en una dinámica que distraería la atención de los jugadores. La segunda circunstancia, pero no menos primordial, es que hay un enorme respeto por los blancos, un equipo que no cae en la Champions desde abril del 2015.

Arturo Vidal se salta el protocolo

En consonancia con su indomable espíritu, la única voz discordante de esta armónica prudencia ha sido la de Arturo Vidal, quien precisamente se perderá —como mínimo— el partido de ida después de una intervención en la rodilla. El mediocampista del Bayern no se contuvo después del sorteo de semifinales y expresó públicamente en las redes su deseo de vengarse del Real Madrid. Precisamente el enfado de Vidal ya fue captado por las cámaras cuando, a través de una portátil, vio el polémico penalti que transformó Cristiano Ronaldo contra la Juventus.

La prensa sí calienta motores

En Munich era un secreto a voces que el Real Madrid era el equipo a evitar en el sorteo de Nyon. Es por eso que cuando Andriy Shevchenko —embajador de la final de Kiev— aparejó la bola del Bayern con la del Madrid a todo el mundo le vino a la memoria lo que sucedió el año pasado.

Instantes después de darse a conocer el cruce de semifinales, el semanario Sport Bild, el más leído de Europa en su ámbito, se apresuró a señalar en una lista "los errores de Viktor Kassai" (el árbitro del partido de vuelta). Por su parte, el Süddeustche Zeitung, el segundo diario más importante de Alemania, habló de "heridas abiertas y cuentas pendientes" en el clásico europeo por excelencia. Y finalmente, el Abendzeitung, un regional diario que este año hará 70 años desde su primera publicación, fue uno de los más contundentes al calificar aquel 18 de abril del 2017 como "un día negro en la historia del club muniqués".