Ya no se mirarán álbumes de fotos en el sofá, ¿no? ¿Qué álbumes? Es rarísimo pensar que en el futuro, en vez de pasar páginas, haremos swipe up (vete a saber en qué aparato). O que será la memoria del teléfono la que decida con qué recuerdos quedarnos. Que tendremos que recuperar contraseñas de mails que no significan nada para, a su vez, recuperar contraseñas de redes sociales en desuso.

Una forma preciosa, privilegiada, de ordenar todo este caos digital puede ser hacer música. Lo decía Pau Vallvé; al final, los discos –por pretencioso que uno sea– son diarios. Algunos con más vocación de conectar, otros más crípticos. Pero los músicos tienen la suerte que, salvo catástrofe, alguna plataforma habrá que acoja lo que eran, lo que son y lo que serán. Hace apenas tres años, Judit San José se grabó para Instagram interpretando Cola de Arlo Parks. Poco después, editaba Valentina con Lildami, hyperpop con lo mejor de un debut: pequeño, chisporroteante, bien cantado, confesional y nostálgico. La nostalgia de los veinti pocos: la mejor nostalgia. Amores de fin de curso. Después vendría Selva (2020, Sr. Chen). Surrealista, de montaje automático. Con cositas vaporosas, estilo Dani (El ciclo de la vida). A estas alturas, el álbum digital de la jovencísima Yudi Saint X ya era copioso.

Acaba de sumar diez inclasificables más en Todos mis novios (2022). Esta vez con B1NO y Ferran Palau –afortunadamente sin pop metafísico mediante–. El disco sigue poniendo la voz en primer plano y nada sin congoja por lo más remoto de la electrónica del gusto de PinkPantheress: drum and bass, breakbeat, 2-step. Hay mucho, mucho de todo. Algo así debe ser el arte sonoro hoy: sacar de Instagram la idea de reels inconexos y llevarlo a los tracks. Ese es el ruido al que nos hemos acostumbrado. Y entre todo ese ruido, lo más placentero es un teclado, el más bedroom y pop (un mundo en el que Julieta está haciendo su agosto), el que no alza la voz. Papallones. El por encima de notable del largo.

La artista de Terrassa no será Todos mis novios en un par de años. Pero podrá hacer una playlist con lo mejor de lo facturado. Y sumar lo nuevo. Porque habrá más. Seguro. Y el resto, el resto cuando nos sentemos a mirar su álbum, es muy probable que queramos deshacernos del ruido. Que nos guste Closure, con esos inserts a lo Fred Again.., pero que nos despojemos de la tendencia y prefiramos escuchar cuando la cosa cuadra sin más. El placer de los chiquillos: el cuadrado donde el cuadrado, el triángulo donde el triángulo.