Si DC ya tiene su taquillazo veraniego con Superman, la Marvel ha contraatacado con Los 4 fantásticos. Cierto es que el cómic que pusieron en liza en 1961 con Stan Lee como guionista y Jack Kirby como ilustrador, ya había tenido alguna adaptación al cine. La más acertada, la de 2005 con Jessica Alba y Chris Evans a la cabeza (en la secuela de 2007 Stan Lee llegó a hacer un cameo). Todo y eso, alguien debía dar el paso de recuperarla y remozarla. Un premio (y responsabilidad) que se llevó Matt Sharkman, conocido sobre todo por WandaVision (Bruja Escarlata y Visión). Por tanto, viendo el subtítulo de la película, Primeros pasos, todo hacía presagiar un viaje a los orígenes del cómic. Y no es así. El planteamiento es otro y, cómo enfocarlo, también tiene sus trucos.
En esta nueva versión de Los 4 Fantásticos, los personajes siguen siendo astronautas y gozan de aquellos poderes a causa de una radiación en un viaje espacial. Pero, a diferencia de otros films similares, estos son reales. De carne y hueso. A Pedro Pascal, Vanessa Kirby, Joseph Quinn y Ebon Moss-Bachrach (este bajo la fachada abrupta, pero encantadora de La Cosa) les identificas. Toman decisiones y sufren cuando estas involucran a otras personas. ¿Cuánto estás dispuesto a sacrificar por salvar el mundo? En la encrucijada, un embarazo y un devorador de mundos. Y un planeta que te tiene en el ojo del huracán, de verdad, ¿tanto vale una sola vida humana cuando están en peligro muchas otras? “No es como nosotros. Es algo más”, le dice Reed a Sue. O lo que es lo mismo, Mr. Fantástico a la Mujer Invisible.

Un cuarteto que se hace querer
Aparte de la veracidad de los personajes, uno de los encantos de la película es la recreación de decorados, la ambientación sesentera mezclada con un futurismo controlado. En ese sentido, han encontrado un equilibrio necesario. Hay mucho trabajo de rescate e investigación, por un momento crees estar en el centro de Times Square, en una década en la que ya había héroes como Elvis Presley o Muhammad Ali. Pero hay otros elementos que no conviene olvidar, como el robot Ernie. Este también forma parte de esa familia unida que comparte cosas a todas horas: se emocionan con la noticia del embarazo, hacen broma con los planes de seducción de la Antorcha Humana (aunque se le resista la Estela Plateada) y se rinden a las dotes culinarias de La Cosa (maravillosa también la escena en que levanta el coche a petición de los alumnos en el patio de la escuela) . Y sí, se alinean con ese lema suyo: ¡es la hora de las tortas!
Ante los resultados irregulares (por no decir decepcionantes) de las últimas aventuras de Marvel en la gran pantalla, con Los 4 Fantasticos. Primeros pasos recuperan el pulso, dan ganas de continuar con la saga y recuperar los cómics originales
La película, cosa que se agradece, no abusa de las batallas y las peleas, si bien en el tramo final de la misma si está en disputa la supremacía de unos y otros (brutal la imagen de Reed estirado como un chicle por el villano Galactus). Esto forma parte de esa nueva estética y la búsqueda de espacios. Asimismo, la música de Michael Giachinno, tan importante dentro del contexto. Y en efecto, la que es la clave de la película: no es necesario que te hayas leído los cómics y sepas todo sobre ellos: funciona de manera independiente, como una historia que empieza y acaba (aunque en los créditos se anuncie que habrá un nuevo capítulo). La primera media hora asombra: el montaje es frenético y luce mucho el color, en escenas donde los personajes caminan seguros de sí mismos y con una madurez impropia en los superhéroes. Sobre todo, la pareja que conforman Pedro Pascal y Vanessa Kirby, con una química especial y un sentimiento para nada forzado: su relación se basa en la confianza y en afrontar cada altibajo. Por tanto, ante los resultados irregulares (por no decir decepcionantes) de las últimas aventuras de Marvel en la gran pantalla, con Los 4 Fantasticos. Primeros pasos recuperan el pulso, dan ganas de continuar con la saga y recuperar los cómics originales. Estos cuatro (y el nuevo que ha llegado) se hacen de querer.