Hoy proponemos una ruta en tren: de Barcelona a La Tor de Querol, de La Tor de Querol a Vilafranca de Conflent, de Vilafranca de Conflent a Perpinyà, y de Perpinyà a Barcelona. Una ruta que se puede hacer en dos días, pero que se recomienda hacer en tres. El elemento más atractivo de esta ruta es, sin duda, el trayecto entre La Tor de Querol y Vilafranca, que se hace con el "tren amarillo" (train jaune), un delicioso trenecito, con vagones descubiertos, que circula a velocidad de tortuga por unos parajes maravillosos.

El tren Barcelona-Puigcerdà pasa por parajes de gran belleza en la Cerdanya. Fotografía: Jordiferrer. Wikipedia.

La aproximación

Para empezar la ruta se debe coger el tren que va a Puigcerdà y que cruza la frontera francesa hasta la estación internacional de La Tor de Querol - Enveig. No hay muchos trenes que crucen la frontera: tan sólo cuatro al día. Si queremos coger el tren amarillo de la tarde, tendremos que coger el tren de Puigcerdà que sale de Barcelona a las 6h22 de la mañana o, en un horario más razonable, el de las 9h51. Esta parte del viaje es larga: pasaremos por la línea de regionales más lenta. Son tres horas y cuarto hasta llegar al destino. Eso sí, los que no viajen con frecuencia por la línea, vale la pena que estén atentos a la ventanilla. Después de una zona inhóspita de fábricas, ciudades dormitorio, aparcamientos de camiones y grandes descampados, en el Vallès, se entra en una zona de paisajes muy atractivos a partir de La Garriga. Y la parte de trayecto a partir de Ripoll es de una gran belleza. El tren pasa por el célebre "túnel del caragol", en la collada de Toses: se trata de un túnel de forma helicoidal, de 3,9 km, que permite superar un desnivel de 80 metros: una genial obra de arquitectura de hace un siglo.

Tren amarillo en la estación de La Tor de Querol. Fotografía: Herbert Ortner. Wikipedia.

En La Tor de Querol

Si hemos cogido el tren de RENFE, y este va puntual, llegaremos a La Tor de Querol hacia las 13h. No tendremos mucho rato para perder, porque el tren amarillo de la tarde sale a las 15h13 (el de la mañana sale a las 8h28, antes de que llegue a La Tor el primer tren procedente de la frontera). Si queremos ir a comer alguna cosa en La Tor, probablemente tendremos que andar bastante, porque no hay muchos locales cerca de la estación. Así pues, se recomienda ir a comer una pizza o un bocadillo, sin entretenerse mucho. Los billetes del tren amarillo los podéis comprar de forma anticipada en la compañía ferroviaria francesa, la SNCF, pero también se pueden comprar en las taquillas de la estación o en las máquinas expendedoras. No se trata de ningún billete especial: comprad un billete de cercanías normal para Vilafranca de Conflent (Villefranche-Vernet-I.B).

El tren amarillo. Fotografía: SNCF Médiathèque - Bruno Vignal.

El tren amarillo

En el tren, no lo dudéis: escoged los vagones descubiertos: veréis mucho mejor el paisaje, disfrutaréis del aire, y experimentaréis una sensación indescriptible al atravesar los túneles... Eso sí, no olvidéis llevar gorra y protector solar, porque el sol puede ser muy fuerte. El tren amarillo es toda una atracción en la región. No es sólo que los pasajeros se tomen el trayecto como una fiesta. También los conductores y los peatones que se cruzan con el convoy aplauden, gritan, silban y animan, porque el tren se ha convertido en un elemento de identidad regional. No hay muchos problemas para relacionarse con la gente que pasa, porque el tren va a velocidad de tortuga. Para cubrir los 55 kilómetros de trayecto, tarda tres horas y veinte minutos: una velocidad media de 16 kilómetros por hora. Es decir, va más lento que los maratonianos de élite. Eso sí, las sacudidas son constantes: a pesar de ir tan lento, el viajero se moverá como si manejara un martillo hidráulico.

Tren amarillo a su paso por un viaducto. Fotografía: Thierry Llansades. Flickr.

Entre montañas

Sin duda, uno de los principales atractivos del tren amarillo es el entorno por el que pasa. En realidad, circula por zonas muy altas de montaña, que en invierno están casi siempre nevadas. En algunos puntos, el tren serpentea entre pastos, y el viajero está a escasos pasos de las vacas. En otros lugares, los vagones pasan por bosques enmarañados: las ramas casi invaden los vagones descubiertos. El tren se para en pueblos preciosos, muy bien cuidados, con casas de gran belleza, como Font-Romeu o La Guingueta d'Ix. Pero sin duda, lo más impresionante de este viaje es el paso del trenecito por las zonas más accidentadas; las supera mediante toda una serie de pequeños túneles y de grandes viaductos. El pasajero tendrá unas vistas impresionantes: los que tengan vértigo y vayan en los vagones descubiertos, más vale que no se asomen mucho.

El tren amarillo durante su trayecto. Fotografía: Cristian Bortes. Flickr.

Vilafranca de Conflent

Vilafranca de Conflent es una localidad espectacular por sus restos históricos. La ciudad fue cedida a Francia en 1659, por el Tratado de los Pirineos. De repente se encontró situada en la frontera. Los franceses encargaron a Vauban, el gran arquitecto militar, la fortificación de la ciudad ante un previsible conflicto con España, y la resistencia de las poblaciones a incorporarse a Francia. A pesar de todo, en 1674 los habitantes de la zona asaltaron la villa y masacraron a la guarnición. El ejército francés se apoderó rápidamente de la ciudad y ejecutó a muchos de sus habitantes. En 1794 la villa fue brevemente ocupada por las tropas españolas; al recuperarla los franceses, construyeron un castillo, Fort Liberia, para dominar estratégicamente el entorno con sus baterías. El fuerte está conectado con la ciudad por una escalera subterránea de 734 peldaños. Las fortificaciones y el fuerte han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y hoy en día pueden ser visitados.

Fortificaciones de Vilafranca. Fotografía: Doronenko. Wikipedia.

De Vilafranca a Perpinyà

Sin duda, la mejor opción en este viaje es dormir en Vilafranca de Conflent y aprovechar la mañana del día siguiente para visitar los espectaculares monumentos de la zona. Aquí es recomendable hacer reserva previamente para el alojamiento, ya que no hay muchas opciones. El segundo día, tras visitar Vilafranca, se puede coger el tren hasta Perpinyà: se trata ya de un tren de cercanías normal, que circula a una velocidad aceptable: en tres cuartos de hora llega a la capital de la Catalunya Nord. Ahora bien, hay que estar alerta, porque el último tren sale de Vilafranca a las 15h25. Los que quieran, pueden visitar Perpinyà y quedarse a dormir allí: es una ciudad que vale la pena. Podéis hacer a una visita original si os dejáis llevar por la Guia sentimental de Perpinyà de un escritor norcatalán, Jean-Daniel Bezsonoff. Los que vayan más apretados de tiempo, pueden tomar el tren en Perpinyà hasta Barcelona. Con el AVE tardaréis tan sólo una hora y cuarto. Si queréis seguir haciendo turismo ferroviario, siempre podéis coger el tren de cercanías, que os llevará sin prisas por los maravillosos paisajes del Roselló (como Elna, Cotlliure, Portvendres...) y del Empordà.

Perpinyà. Fotografía: Alex Alishevskikh. Flickr.

Aprovechar la ocasión

Hace años que la SNCF anuncia periódicamente el cierre del tren amarillo, argumentando que hace falta construir una línea rápida, o cerrarla, porque el tren es demasiado lento. De momento, el tren amarillo ha sobrevivido, pero no está claro que aguante muchos años más. Por lo tanto, cualquiera que tenga la ocasión de hacer esta ruta, más vale que lo haga ahora. No se arrepentirá.