Lo explica Roger Daltrey en sus memorias: una noche de verano de 1964 Townshend, *Entwistle, Moon y él (como The High Numbers) dan un concierto de rhythm and blues en su local habitual, el Railway Tavern, en el londinense barrio de Harrow. El Tavern es un local pequeño, ruidoso y lleno de humo al que los mods y las modettes acuden en tropel para sudar modelitos y mover el cuerpo y la mandíbula a ritmo anfetamínico. Entonces, un aventurero y ayudante de dirección entra al local fascinado por el montón de Lambrettas apiladas afuera. Este pavo con pintas de oficial del ejército forrado de pasta, que se presenta como Kit Lambert, se gana rápidamente a la concurrencia invitándoles a todos a cubatas nada más llegar. Después, se dirige a los músicos para decirles que él y su socio Chris Stamp están rodando un documental sobre la escena mod, y que ellos son la mejor puta banda que han visto nunca: "Queremos hacer una película sobre vosotros. ¿Os invito a otra copa?"

El rodaje de aquella peli no llegó a buen puerto —las cintas se perdieron durante más de cuarenta años, hasta que hace poco se hicieron públicos algunos minutos del metraje—, pero aquel día será recordado como la fecha de nacimiento de The Who tal como los conocemos: Lambert y Stamp, tras filmarlos, se convirtieron en los sus mánagers y con ellos consiguieron escribir en letras mayúsculas la historia del rock. Casi 60 años después, The Who debutaron ayer en Barcelona. Eso sí, con más clapas entre las gradas que en las coronillas de la parroquia asistente y sin scooters en la puerta del Palau Sant Jordi.

Daltrey jugó con el micro y se desgañitó, y su encomiable chorro de voz despeinó las primeras filas de un público cada vez más grande y entregado

Desempolvando las Lambrettas

“¡Es una vergüenza!”, me dice un Flowers enfadado por la falta de público a quien me encuentro solo cruzar la puerta de acceso. Y es que la banda británica sobrevaloró, una vez más —como aquel verano del 2006 en que tuvieron que cancelar por falta de entradas vendidas—, su poder de convocatoria en una ciudad donde quien puede pagar el elevadísimo pastizal de las entradas, si es un viejo rockero, en el mejor de los casos acostumbra a ser un pichafría fan de Bruce Springsteen

4d60120fcb016c842452b0f96ac697d0b50a908aw
Pete Townsend, guitarra de The Who, ayer en el Palau Sant Jordi / Foto: Alejandro García

Simon Townsend fue el encargado de recibir, guitarra en el ristre, en las sillas vacías del palacio con su repertorio acústico. A las 21.30 h pintiparadas, con puntualidad británica, los mitos vivientes Pete Townsend y Roger Daltrey (78 y 79 años respectivamente) subieron al escenario acompañados de una banda en la cual destaca (además del mencionado hermano pequeño de Pete en las cuerdas) Zak Starkey (el hijo de Ringo Starr) en las baquetas, acompañados de los miembros del imponente la Orquesta Sinfónica del Vallés.

The Who desempolvaron las Lambrettas para volver a las desencantadas playas de Brighton con The Real Me, I'm One, 5:15 y The Rock

A partir de entonces, Daltrey jugó con el micrófono y se desgañitó, y su encomiable chorro de voz despeinó las primeras filas de un público cada vez más grande —65% de su capacidad?— y entregado, mientras Townshend hacía alguno de sus emblemáticos molinetes rasgando la guitarra como si jugara a los bolos. Starkey aporreó la guitarra como un digno sucesor de Keith Moon, y el sonido de los rockeros consiguió amalgamarse con las pieldegallinescas secciones de cuerda y vientos de la sinfónica vallesana. Desgranaron algunos de sus grandes éxitos  (Amazing Journey, Pinball Weezard, The Seeker...) tirando —como se esperaba— de Tommy y Quadrophenia, pasando olímpicamente de todas las canciones del My Generation, A Quick One y The Who Sell Out. Eso sí, tras darle un descanso a la orquesta (aprovechado para concatenar I Can See For Miles, Won't Get Fooled Again, Substitute y You Better You Bet), The Who desempolvaron las Lambrettas para volver a las desencantadas playas de Brighton con The Real MeI'm One5:15 The Rock.

efe65c4463eb885cb53c571aff4bfb5d2d733200w
Roger Daltrey, la voz de su generación / Foto: Alejandro García

Y para acabar Baba O'Riley, del Who's Next, puso la guinda de una noche histórica en la cual el grupo que ha pilotado la música rock durante medio siglo —del punk al revival mod, pasando por el rock progresivo y la ópera rock— saldó una deuda histórica con Barcelona. Lo que no está tan claro es si la capital catalana lo saldó con ellos. Ni regalaron ningún bis ni rompieron los instrumentos en el escenario. Ni ellos ni ninguno de los miembros de la Orquesta Sinfónica del Vallès, ahorrándose lo que habría podido ser un final realmente memorable solo fantaseado por este cronista.