Muy cerca de la estación de Avinguda Tibidabo de los Ferrocarrils Catalans hay un jardín construido para una casa privada y que ahora ha pasado a ser de uso público. Casi ocultos detrás de un gran muro, encontramos un pequeño parque deliciosa, obra de Nicolau Rubió i Tudurí, el gran arquitecto y urbanista que creó algunos de los mejores jardines noucentistas catalanes. La casa de la Tamarita ahora es la sede de la Fundació Blanquerna, de la Universitat Ramon Llull.

Jardines de la Tamarita. Fotografía: Mar Sánchez.

Una obra burguesa

La finca donde están los jardines, el Frare Negre, pertenecía, a finales del siglo XIX, a la familia catalana de origen belga Craywinckel, y fueron comprados por un industrial del algodón, Llorenç Mata. Este construyó una gran casa señorial, para él, y tres casas de tamaño más pequeño, para sus hijos. Tras su muerte, en 1911, uno de sus sobrinos encargó a Nicolau Maria Rubió i Tudurí la construcción del jardín. Este diseñó un espacio con plazas, fuentes, esculturas... Rubió aprovechó el desnivel provocado por el torrente del Frare Blanc para crear un jardín de tipo intimista mediante escaleras entre los diferentes niveles.

Jardins de la Tamarita. Fotografía: Mar Sánchez.

El bosque urbano

Los jardines de la Tamarita tnene una parte con toboganes, columpios y juegos para niños, similares a los de muchos parques (incluso dispone de un espacio para jugar a tenis de mesa). También cuenta con una parte abierta, un pequeño prado. Hay una plaza dedicada a los "cuatro continentes" (África, Asia, Europa y América), presidida por cuatro esculturas de Virgilio Arias dedicadas a los continentes. Pero sin duda la parte más interesante y la más acogedora, sobre todo en verano, es la zona más cubierta de vegetación, donde los caminos sempertean entre sombras, en un bosque muy húmedo. Es aquí, y en las zonas de escaleras que conducen al torrente, en el que la Tamarita adopta más el aire de un jardín particular, y donde es mayor su encanto (los tiestos de helechos y los emparrados son muy atractivos). El parque tiene una zona de bosques densos, tanto autóctonos (laureles, cipreses, acebos...), como importados (jacarandas, araucarias, lianas...). Uno de los ejemplares más curiosos es el Wollemia Nobilis, un árbol australiano que se creía extinguido. 

Jardines de la Tamarita. Mar Sánchez.

El dolor entre la belleza

La belleza de los jardines de la Tamarita oculta una historia trágica. La casa de los Mata acogió, durante la guerra civil, una checa de los servicios de espionae, el SIM, controlada por el Partido Socialista Unificado de Catalunya, en la que colaboraba la tétrica policía de Stalin, el NKVD. En esta instalación de detención ilegal, que no dependía de los tribunales de justicia, se practicaban diferentes tipos de torturas. Había celdas muy pequeñas, de las dimensiones de un armario, en el qué el detenido se sentía atrapado, y además recibía una luz fuertísima de un foco en la cara, y eso lo obligaba a permanecer con los ojos cerrados. Había celdas en las que ponían una temperatura elevadísima, y en las que un ruido atronador no dejaba descansar nunca a los presos. En teoría las checas iban destinadas a los espías de los franquistas, pero también se encerró en ellas a republicanos antiestalinistas. A a algunos presos de la checa se los sacó de la Tamarita para ejecutarlos sin ningún tipo de juicio.

Tranvía Azul. Fotografía: AlfvanBeem. Wikipedia.

Viaje al pasado

Los Jardines de la Tamarita están en una ubicación idónea como inicio de una ruta hacia el Cosmocaixa y hacia el Parque de Atracciones del Tibidabo. Son, además, un espacio idóneo para disfrutar de un rato antes de subir al Tranvía Azul, una de las mejores atracciones de la ciudad, de hoy y de siempre (un viaje recomendado para todos aquellos que todavía no lo hayan hecho). Si queremos comer alguna cosa, no faltan en la zona los restaurantes de lujo, empezando por el famoso Asador de Aranda. Un local bastante más modesto pero con mucho encanto es el Blaucafè, un restaurante situado en una torre, en la calle Roura 50, cerca de la Rambla de Dalt.