"Es una tradición, sí. Desde que empezamos a hacerlos, con el número 200 —el famoso de la banana, con los mejores discos del siglo XX—, todos han tenido una presencia más o menos impactante. Antes, cuando había más revistas en papel, quizá no tanto, pero ahora que ya no quedan, son números para guardar y consultar." Creo que fue con una reseña del libro Mystery Train del crítico estadounidense Greil Marcus, uno de los primeros grandes referentes del periodismo musical. La editorial que lo publicaba en nuestro país decía, en el folleto promocional, que era la primera vez que esta obra referencial se traducía al castellano, y así lo escribí en el artículo. Terminado, revisado, enviado. Pocas horas después recibía una llamada de Santi Carrillo: me reñía por incluir un dato erróneo en la crítica. Aquel libro ya se había publicado en español a finales de los setenta, y yo tenía que saberlo. Y, si no lo sabía, debía haber contrastado la información.

Santi Carrillo es nuestra Anna Wintour, pero sin gafas de sol. Un editor extremadamente exigente que se ríe poco (a veces, si le hablas del Barça, y solo si el Barça ha ganado). Un director de revista meticuloso, perfeccionista y detallista hasta la psicopatía. Y, en un entorno —el de la prensa musical— en el que desde hace décadas ha imperado un amateurismo que escribía más desde el fanatismo que desde el análisis crítico y preciso, se ha entendido como una anomalía. Pero ha sido ese TOC por la perfección, esa determinación por tratar la cultura pop con el mismo nivel de detalle con que los compañeros de política o internacional llevan a cabo su labor periodística, lo que ha hecho de Rockdelux, la publicación que coordina, uno de los grandes referentes del periodismo musical en nuestro país. Lo que se decía y se dice en Rockdelux marca tendencia y va a misa: primero, publicando —desde 1984 hasta mayo de 2020— mensualmente una revista en papel; desde entonces, y bajo el mecenazgo del festival Primavera Sound, reconvertida en medio digital. Dejando aflorar su vertiente más melómana i nosatálgica, cada año, eso sí, publican dos especiales en papel.

El último, aparecido hace unas semanas, es el número 400, con el que, además, celebran 40 años de historia. Una revista que, por continente y contenido, es casi un objeto de coleccionista, con el que repasan los mejores 400 discos del primer cuarto del siglo XXI. "De hecho, lo hemos hecho un poco con esa intención: que sea como una revista para guardar y mirar de vez en cuando", coincide Carrillo desde la redacción de la publicación donde hemos quedado para charlar sobre estas cuatro décadas de Rockdelux. "Para ir consultando y también para hacerte una guía particular de discos. Algunos es probable que ya los conozcas y otros, no. Tiene ese punto de documentarte musicalmente sobre cosas que probablemente no sabías."

No es un volumen enciclopédico, pero casi.
Es un repaso de estos 25 años del siglo XXI. Hay discos conocidos por todos, pero hay otros que quizá pasaron desapercibidos y es momento de recuperarlos. O discos que escuchamos mucho en su momento y ahora hace años que los hemos olvidado. Es como una llamada al recuerdo para recuperarlos de nuevo. En este número 400, sin embargo, hemos hecho algo diferente a los anteriores especiales: en lugar de hacer una única lista de los 400 del 1, hemos hecho 9 listas diferentes separadas por categorías. Habitualmente, los discos de rock y pop eclipsaban al resto de estilos; de esta manera, todas las categorías —metal, electrónica, hip-hop, jazz— tienen la misma relevancia. Con 9 listas de 40 discos cada una, es más fácil que entren referencias que, seguramente, si hubiéramos hecho una única lista conjunta, habrían quedado fuera.

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Entravista a Santi Carrillo, director de Rockdelux / Foto: Montse Giralt

La música siempre es interesante, porque nunca se detiene. Nunca dices: “Hasta aquí hemos llegado y se acabó.” Si te interesa la música, siempre encontrarás cosas que te estimulen

Seguramente, la lista dedicada al rock es la que menos sorprende, la que menos aporta sorpresas.
Las referencias que aparecen en las listas de rock y pop son muy evidentes. Son las que esperas que estén, porque son discos referenciales. Pero, por ejemplo, en la lista de rock no hay ningún álbum de Sonic Youth o Mogwai, porque solo podían entrar 40 y se han quedado fuera. Si hubiéramos hecho una lista general, muy probablemente habrían entrado, y posiblemente habrían quedado fuera otros que están en las listas de jazz, metal o folk.

Sí son, sin embargo, listas interconectadas. Muy probablemente es el signo de los tiempos, en los que los límites estilísticos son muy difusos. Por ejemplo, LCD Soundsystem los habéis incluido en la lista de rock, pero podrían haber entrado en la de electrónica o, incluso, en la de pop sintetizado.
Las listas no son compartimentos cerrados, sino que dan pistas sobre músicas similares o que puedan estar conectadas. En la de folk, por ejemplo, encontramos folk, evidentemente, pero también pop de cámara, americana, rock de raíces... Lo mismo con la de metal, donde también aparecen discos de punk, hardcore, post-hardcore, post-punk... En la de jazz hay bandas sonoras y clásica contemporánea. En el caso del rock y el pop, hay rock y pop, pero también nombres como LCD Soundsystem, que podrían estar en otras listas. De hecho, se ha producido un hecho curioso: al contabilizar los votos de los colaboradores (han participado más de 50), había discos que aparecían en tres o cuatro categorías diferentes, porque un colaborador consideraba que era un disco de rock-pop y otro, de electrónica.

Estos 400 mejores discos del primer cuarto de siglo corroboran que, aunque la tendencia de la cultura pop sea pensar que el pasado siempre fue mejor, musicalmente han sido unos años muy interesantes.
La música siempre es interesante, porque nunca se detiene. Nunca dices: “Hasta aquí hemos llegado y se acabó.” Si te interesa la música, siempre encontrarás cosas que te estimulen. Además, en este cuarto de siglo se han producido fenómenos que nunca se habían dado, como —y eso queda reflejado en la lista de world beat— el protagonismo que ha tenido la música latina en estos últimos años.
La música latina siempre había estado presente como referente. Siempre ha habido jazz latino o grandes tótems de la música latina mainstream. Ahora, sin embargo, la música latina, a través del reguetón y de otros géneros asociados, ha sido determinante en un cambio de paradigma del pop de consumo mayoritario. Hasta ahora, el pop y el rock eran las músicas por excelencia, y el resto eran estilos minoritarios. Ahora es todo lo contrario: el rock sigue existiendo, por supuesto, y con mucha fuerza, pero hay muchas más cosas a su lado que son igual de importantes o, incluso, más.

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Entravista a Santi Carrillo, director de Rockdelux / Foto: Montse Giralt

La música latina, a través del reguetón y de otros géneros asociados, ha sido determinante en un cambio de paradigma del pop de consumo mayoritario

Una lista, la de World Beat, en la que esperarías encontrarte en el número 1 a Bad Bunny, pero sois Rockdelux y encontramos, muy justificadamente, El Abayarde de Tego Calderón.
La relevancia de Bad Bunny está reflejada, porque tiene dos discos entre los diez primeros, creo, pero hemos ido a buscar la raíz de todo esto. El reguetón no ha empezado ahora. Tiene una historia. Incluso antes de Tego Calderón ya estaban El General y Vico C. Pero tanto Tego Calderón como Calle 13 —este último desde un enfoque más políticamente consciente— son antecedentes clarísimos del reguetón popular que conocemos ahora. Tego Calderón, además, tiene un carisma especial. Actualmente, Bad Bunny es el número 1, pero Tego Calderón es como una estrella del rock haciendo música latina, y no me refiero solo al reguetón propiamente dicho, sino a muchas conexiones con músicas caribeñas que, en cierto modo, Bad Bunny ha recuperado, como ha demostrado en su último disco Debí tirar más fotos, que es más un disco de salsa que de reguetón.

Bad Bunny ha confesado más de una vez que empezó a obsesionarse con la música después de escuchar Pa’ que retozen de Tego Calderón, un tema, justamente, incluido en El Abayarde.
Es que Tego Calderón es como Rubén Blades, un mito de la música latina. Quizá no tiene ese reconocimiento mainstream que llega a todas las masas, pero es un patriarca de la música que dio paso al reguetón actual. Dicho esto, en la lista World Beat no solo hay música latina. Hay muchísima música africana, con clásicos como Salif Keïta, Youssou N'Dour o Ali Farka Touré, y artistas más recientes y revolucionarios como Konono Nº1. También hay mucha música brasileña, porque Brasil es un continente en sí mismo, con nombres como Caetano Veloso, otro patriarca de la música universal. Del mismo modo, Rubén Blades también tiene dos discos en esta lista.

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Entravista a Santi Carrillo, director de Rockdelux / Foto: Montse Giralt

Rosalía es la personalidad musical más relevante de la música en nuestro país, no solo ahora, sino probablemente de la historia

En la lista estatal, hay dos nombres que eclipsan casi todo. El primero es Rosalía, que ocupa la primera y la segunda posición con El mal querer y Motomami, además de colocar también en la lista su primer disco, Los Ángeles.
De hecho, no hemos hecho una lista de 40 discos estatales, sino de 80. En parte para redondear los 400, en parte porque los discos estatales están mezclados. En esta lista no hay separación por estilos: hay flamenco, hay hardcore, electrónica, pop-rock... Van todos juntos. Rosalía es la personalidad musical más relevante de la música en nuestro país, no solo ahora, sino probablemente de la historia, salvo el impacto puntual que tuvieron figuras como Raphael, Julio Iglesias o Alejandro Sanz. Nunca había existido una figura como Rosalía que hubiera alcanzado lo que ella ha conseguido. Y no solo por el reconocimiento o las ventas, sino por su impacto artístico.

En menos de diez años, su evolución artística ha sido extraordinaria y fascinante.
Rosalía empieza con el flamenco, un flamenco clásico, pero ya entonces le da un toque diferencial con la compañía a la guitarra de Refree. Y desde entonces ha seguido una evolución que, a día de hoy, la ha llevado a hacer reguetón. Pero un reguetón que es revolucionario y experimental, con una fórmula musical totalmente rompedora, nada complaciente. Por eso sus tres discos no solo aparecen en la lista, sino que dos de ellos ocupan la primera y la segunda posición.

El otro nombre que domina esta lista es el de Los Planetas.
Los Planetas es seguramente el grupo que la gente más relaciona con la historia de Rockdelux. Un grupo que se dio a conocer en un concurso de maquetas organizado por la revista... en el que quedaron segundos.

Y desde entonces habéis mantenido una relación de amor-odio.
De hecho, el título de la canción Segundo Premio viene un poco por eso. Los Planetas son el grupo indie por excelencia de los 90, muy por encima del resto. Han escrito himnos generacionales que no pasan de moda. Más interesante aún: cuando el indie se convirtió en una fórmula gastada, que todos los grupos intentaban imitar, ellos dieron un giro radical reformulándose a través de un flamenco psicodélico: recuperaron palos antiguos del flamenco a los que dieron una vuelta desde una óptica rock. Con el disco La leyenda del espacio moldearon un disco de pop español pero de referencia universal. No solo eso, sino que después crearon con Niño de Elche el proyecto Fuerza Nueva, con el que publicaron un disco —también en la lista— político y muy provocador. Y, además, su cantante, J, también forma parte de Grupo de Expertos Solynieve, una vez más también en la lista, recuperando ese concepto de country-folk autóctono. J es un tipo que no para. Un artista con mucho talento, que siempre está con las antenas puestas, como demostró con Islamabad, la adaptación que hizo del tema Ready pa morir del trapero Yung Beef. Una lista, sin embargo, en la que también me gustaría destacar a Nacho Vegas, un cantautor de la vieja escuela, que viene de referentes clásicos como Neil Young, Leonard Cohen, Nick Cave, Bill Callahan o Johnny Cash, pero que ha sabido adaptarse a una forma muy personal y humanista. Autor de letras hirientes, a menudo muy expuestas a su propia vida. Para mí, los tres primeros discos de Nacho Vegas son una de las cimas de la historia musical española en lo que respecta a los cantautores, a la altura de los grandes referentes del género de los años 70. Nacho Vegas es un maestro de la nueva canción de autor del siglo XXI.

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Entravista a Santi Carrillo, director de Rockdelux / Foto: Montse Giralt

Catalunya ha sido clave a la hora de experimentar con nuevas formas de acercarse al pop

Catalunya, como queda reflejado en la lista, sigue siendo un epicentro de creación.
Catalunya ha sido clave a la hora de experimentar con nuevas formas de acercarse al pop. Veníamos de los años 90 con una generación de bandas de rock clásico y caducado, un rock algo anticuado y pasado de moda, y nos pusimos al día con propuestas que cantaban en catalán pero que eran totalmente actuales y contemporáneas. Aquí hay que destacar, evidentemente y sobre todo, a Manel y Antònia Font, un punto de fuga que sintonizaba con artistas galácticos como Jaume Sisa. Dos referentes a partir de los cuales otros grupos han intentado hacer cosas similares. Además, Cataluña también es un foco de atención, no solo por grupos autóctonos, sino por grupos de otros orígenes que viven en Barcelona, porque es una ciudad cosmopolita y muy interesante. Me refiero a propuestas como las de El Guincho, ya sea con sus propios discos o como productor de Rosalía, o Pxxr Gvng con Yung Beef a la cabeza, que es de Granada, pero que aquí encontraron la plataforma para poner en marcha esa revolución del trap que después se extendió por todo el Estado. Tampoco podemos olvidarnos de artistas que también están en la lista como Refree, Nacho Umbert, Maria Arnal i Marcel Bagés o Miguel Poveda con un disco de flamenco cantado en catalán: toda una revolución, porque nunca antes se había hecho un disco así.

40 años y 400 números en papel publicados. Rockdelux fuisteis el primer gran referente del periodismo musical en nuestro país.
En 1974 ya existía Vibraciones, una revista con una trayectoria que llegó hasta 1981. De ahí surgió Rock Espezial, que solo duró tres años. Y a partir de 1984, siguiendo este mismo tronco editorial, empezamos con Rockdelux. Así que sí, son 40 años, pero si contamos los antecedentes, la saga iniciada con Vibraciones ya suma 50. Y con nosotros siguen Ruta 66, que empezó en 1985, y Mondo Sonoro, de 1994.

Todas las revistas, nacidas en Barcelona.
Muchas otras cabeceras surgidas en Madrid han desaparecido. Supongo que es porque el concepto de revista o de periodismo musical es diferente en Madrid y en Barcelona. En Barcelona es más un negocio familiar. Nuestra pretensión, en general, era explicar a los lectores la música que nos gustaba o que considerábamos interesante. En Madrid, muchas veces, las revistas nacían desde un enfoque más estrictamente comercial y, tristemente, la prensa musical nunca ha sido un producto para hacer negocio: las ventas son limitadas, el público al que nos dirigimos es minoritario...

El papel de la prensa musical en 2025 es muy relativo. Pero no solo la prensa musical, sino la prensa en general. Tenemos que asumir y aceptar que el papel del periodista está devaluado

¿Qué sentido tiene la prensa musical el año 2025?
El papel de la prensa música el año 2025 es muy relativo. Pero no solo la prensa musical, sino la prensa en general. Tenemos que asumir y aceptar que el papel del periodista está devaluado. Lamentablemente, para mucha gente, hoy en día es más efectivo un comentario en redes. Y los medios de comunicación somos, en parte, responsables, por haber ofrecido a la gente aquello que esperaba de nosotros. Antes el periodismo era un trabajo reflexivo y de investigación. Ahora es un ejercicio de impacto rápido, basado en titulares que ocultan la noticia real para que hagas clic.

En mayo de 2020, en plena pandemia, anunciasteis el cierre de la revista. Pocos meses después reaparecisteis con un modelo híbrido: medio digital con dos números especiales en papel al año.
En esta nueva etapa de Rockdelux, el concepto es diferente. Ciertamente, hacemos dos números en papel al año, que son complementarios a la información que ofrecemos cada día en digital. Aun así, sigue siendo difícil. La gente ya no se informa a través de la prensa. Ya no va a los quioscos; todo se consume digitalmente. Pero esta información digital hay que valorarla, porque hay que pagar a los redactores, a los fotógrafos, a los colaboradores. Encontrar la fórmula para seguir funcionando en este modelo de prensa es muy complicado. Incluso las cabeceras más importantes de prensa generalista se encuentran con disyuntivas similares a las nuestras. Se sigue haciendo con la esperanza de que los lectores vuelvan a confiar en la prensa como antes.