La ruta de hoy nos llevará por los últimos contrafuertes de los Pirineos hasta el Cap de Creus, donde el mar abraza la montaña. Es una ruta de una treintena de kilómetros, que nos guiará por algunos de los parajes más bonitos y feraces de la costa catalana, y que nos permitirá un contacto muy especial con el arte catalán, desde el románico hasta el contemporáneo, sin obviar el modernismo.

Sant Pere de Rodes. Fotografía: www.puidelescols.com. Wikipedia.

Sant Pere de Rodes

La ruta de hoy empieza en Sant Pere de Rodes. Desde Port de la Selva podéis llegar allí en coche, por la carretera local, o a pie, por el GR-11. Son 8 km de una fuerte subida. La visita al monasterio vale la pena por varios motivos. En primer lugar, está en un emplazamiento magnífico, entre la montaña y el mar, y las vistas son fantásticas (quien quiera disfrutar de otras vistas estupendas, puede continuar la ruta hasta el castillo de Sant Salvador, a media hora de Sant Pere). Por otra parte, el conjunto arquitectónico tiene un gran valor artístico. Pero hay un tercer motivo para no perderse la visita: el monasterio es un magnífico conjunto medieval, que nos puede ayudar a entender cómo era la vida en la edad media. En algunos momentos de la visita uno puede sentirse como un monje de El nombre de la rosa, de Umberto Eco.

Bajo el peso del pasado

Sant Pere de Rodes es un monasterio benedictino cargado de historia: las primeras construcciones fueron creadas en época tardorromana, como demuestran las excavaciones arqueológicas. El monasterio empezó a funcionar como tal en el siglo IX, pero la estructura del edificio que se conserva es de los siglos XI y XII. La leyenda asegura que fue creado por unos monjes fugitivos para preservar los restos de San Pedro de los ataques de los bárbaros sobre Roma. En la edad media fue un importante centro político y religioso. Los monjes lo abandonaron a finales del siglo XVIII, y en 1835 quedó completamente abandonado y sufrió ataques vandálicos. La iglesia es el elemento más espectacular de este complejo, por su grandiosidad. Tiene planta de cruz latina, con tres naves: las laterales muy estrechas, con lo que se refuerza la sensación de altura. Sant Pere tiene dos claustros. El superior quedó muy estropeado por las destrucciones, pero el inferior está en condiciones mucho mejores. Se mantiene en pie un campanario del siglo XII, de estilo lombardo, y una torre de defensa, que probablemente se empezó a construir en el siglo X. Quien lo quiera, puede disfrutar de visitas guiadas, pero hay que reservarlas con anticipación.

Port de la Selva. Jean-Pierre Bazard. Wikipedia.

El Port de la Selva

Muchos de los turistas que visitan el Port de la Selva sólo visitan Sant Pere de Rodes, la principal atracción de la zona. Sin embargo, vale la pena detenerse en este antiguo pueblo de pescadores, situado en un marco natural incomparable. Se puede dar un paseo la iglesia marinera de Santa Maria de les Neus, donde podemos contemplar una impresionante colección de pilas de agua bendita. Este pueblo también es un lugar idóneo para practicar el buceo. Para los que les gusta andar, una magnífica opción es tomar el camino de ronda que nos lleva de Port de la Selva a Cala Tavellera. Es una caminata dura, que nos permitirá pasar por algunas magníficas playas casi desiertas: toda una maravilla en la masificada costa catalana.

Cadaqués. Fotografía: Gordito 1869. Wikipedia.

Cadaqués

De Port de la Selva a Cadaqués sólo tenemos una docena de kilómetros, por una carretera sinuosa que intenta esquivar los últimos contrafuertes de los Pirineos. Cadaqués es uno de los pueblos más espectaculares de la Costa Brava, tanto por su entorno, como por su casco antiguo, de encaladas calles laberínticas. Pero Cadaqués también es una localidad con un rico patrimonio arquitectónico modernista, concentrado sobre todo en el paseo marítimo (hace falta destacar la casa de los Rahola, la Casa Blaua, y la Escuela Serinyana). En la parte superior del pueblo se encuentra la bella iglesia gótica de la Esperanza, donde encontramos un magnífico retablo barroco. Se dice que el templo fue construido con las multas cobradas a los pescadores que salían a pescar en fiestas de guardar. Y Cadaqués es un magnífico lugar para detenerse a comer. Josep Pla, que dedicó un libro a este pueblo, resaltaba la calidad de sus productos: en invierno los erizos de mar, en primavera los mejillones de roca, y en verano las langostas y los bogavantes.

La Casa Museu Salvador Dalí en Portlligat

Dalí y Portlligat

A sólo 4 km de Cadaqués se encuentra el pequeño núcleo de Portlligat. Portlligat va asociado, inevitablemente, a la figura de Dalí. La actual Casa Museu Salvador Dalí fue la residencia y taller del artista hasta que en 1982 se instaló en el castillo de Púbol. Dalí empezó a residir en Portlligat en 1930; la casa por aquel entonces era una simple barraca de pescadores: con el tiempo Dalí la fue ampliando, y dejando la huella de su genio en el edificio. Se puede visitar tanto la parte de la casa donde Dalí vivió, como su estudio. Allí el visitante quedará sorprendido por la especial distribución de las estancias, como la sala oval, y también por la sorprendente decoración que satura todos los espacios. Es necesario no limitarse a visitar la casa; hay que dar un paseo por el jardín y el olivar que hay junto a ella, donde Dalí instaló algunas de sus características obras. Eso sí, para visitar este espacio, es necesario formalizar una reserva previa.

Paisaje del Cap de Creus. Wikipedia.

El Cap de Creus

El Cap de Creus forma una península que ha sido clasificada como Parque Natural. Forma un promontorio de 672 metros de altura, que se funde con el mar. Se encuentra en una zona marcada por las fuertes tramontanas y por las grandes olas, que han erosionado el paisaje, convirtiéndolo en una de las costas más recortadas de Catalunya. Es una zona con grandes precipicios, muchas islas, escollos, calas inaccesibles... La dureza del paisaje ha ido asociada a una escasa presencia humana en la zona, y eso ha favorecido la presencia de una rica fauna, especialmente de pájaros y de animales marinos. Este paisaje tan especial fue aprovechado para el rodaje de la versión cinematográfica de El faro del fin del mundo de Julio Verne. La torre que se construyó para hacer el rodaje fue destruida posteriormente, para evitar su impacto sobre el paisaje.

Faro del Cap de Creus. Fotografía: Isidro Jabato. Wikipedia.

Fin de ruta en el Cap de Creus

Sin duda, el mejor sitio para acabar la ruta es, justamente, el Cap de Creus, el extremo oriental de Catalunya. Hay un faro del siglo XIX a 500 metros de este punto. Pero en realidad en este lugar ya había habido un faro en 1385, para luchar contra la piratería. Se trata de un punto rodeado de una naturaleza excepcional y que con frecuencia es azotado por la tramontana. Aquí hay un restaurante desde el que podréis disfrutar de un entorno excepcional. La especialidad de la casa son los arroces, los pescados al horno y también los currys. Un magnífico final, con un gran horizonte, para vuestra ruta.