Madrid, 10 de enero de 1601. El rey Felipe III (tercer monarca de la estirpe Habsburgo hispánica) firma el decreto de traslado de la corte a Valladolid. Aquella medida venía precedida de una operación secreta urdida por Francisco de Sandoval y Rojas, amigo personal del rey, ministro plenipotenciario de la monarquía hispánica, y "grande" de las Españas con el título de duque de Lerma. Sandoval y su círculo más íntimo habían adquirido a precio irrisorio un gran lote de edificios en Valladolid que, posteriormente a la firma del decreto, venderían a las familias cortesanas que se trasladarían, a precios astronómicos. Sandoval acababa de inventar el fenómeno de la burbuja inmobiliaria.

Retratos de Felipe III (1617), obra de Pedro Vidal y de Catalina de la Cerda (1602), obra de Juan Pantoja. Fuente Museo del Prado y Fundación Medinaceli

Retratos de Felipe III (1617), obra de Pedro Vidal y de Catalina de la Cerda (1602), obra de Juan Pantoja. Fuente: Museo del Prado y Fundación Medinaceli

La carrera política de Sandoval

Sandoval había sido nombrado valido (ministro plenipotenciario) de la monarquía hispánica el año 1598 (dos años antes del inicio de sus maniobras especulativas). Sandoval, formaba parte del corpus nobiliario castellano, pero a diferencia de la mayoría de familias cortesanas, no ostentaba la categoría de "grande". No obstante, esta "minucia", sorprendentemente, no representaría ningún impedimento: su currículum estaba pomposamente engalanado con un matrimonio muy ventajoso -que le había arreglado su "amiguito" el rey- con Catalina de la Cerda, hija de los duques de Medinaceli, grandes latifundistas andaluces, y cortesanos de primera división.

Sandoval y Valladolid

La elección de Valladolid no fue una cuestión anodina. Sandoval había nacido en el año 1553 en Tordesillas, una pequeña villa próxima a Valladolid y, en el momento que tramó su plan, conservaba una red de contactos en la ciudad del Pisuerga que trabajaría discretamente en su proyecto. Según la investigación historiográfica, el año 1600 el clan Sandoval adquirió tres docenas largas de caserones en los alrededores del Palacio Real, en torno a las actuales plazas de San Pablo, de Santa Brígida y del Coso Viejo. Pocos meses después, con la entusiástica y sospechosa colaboración del rey Felipe III, culminaba su operación con el traslado de la corte a la vieja Pucela.

Felipe III y Valladolid

Valladolid fue la sede de la corte, y la capital de la monarquía hispánica, entre 1601 y 1606. Durante aquel quinquenio, los precios inmobiliarios de Valladolid se dispararon a medida que en Madrid, antigua sede de la corte, caían en picado. En este punto, Sandoval pondría en marcha la segunda parte de su plan. Con los fabulosos beneficios obtenidos en la "operación Valladolid" adquiriría -a precio reventado- los viejos y abandonados palacios madrileños de las familias cortesanas. La investigación historiográfica revela que la confianza del flamante duque de Lerma en su plan especulativo era tanta, que no dudó en multiplicar la inversión inicial.

Grabado de Valladolid (1600). Fuente Cartoteca de Catalunya

Grabado de Valladolid (1600). Fuente: Cartoteca de Catalunya

Sandoval y Madrid

El año 1606, completada la operación especulativa de Valladolid, consiguió (de nuevo con la entusiástica y sospechosa colaboración del rey Felipe III) revertir la situación. En beneficio propio y personal, naturalmente. El 4 de marzo, Felipe III firmaba un nuevo decreto de traslado de la corte, esta vez de retorno, a Madrid. Sandoval, duque de Lerma, dirigió la venta de los antiguos palacios madrileños -tres docenas largas de piezas- a sus antiguos propietarios, a precios rabiosamente nuevos y astronómicamente hinchados. Se cerraba el círculo, y Sandoval y su "camarilla" se convertían en las principales fortunas patrimoniales de la monarquía hispánica. Sólo superadas por la familia real.

Grabado de Madrid (1600). Fuente Cartoteca de Catalunya

Grabado de Madrid (1600). Fuente: Cartoteca de Catalunya

La "camarilla" de Sandoval

Cuando Sandoval, duque de Lerma, alcanzó el poder (1600), se rodeó de una serie de personajes con quienes compartía ambición y codicia. Los más destacados serían Rodrigo Calderón de Aranda, un militar de extracción social plebeya, y originario... ¡oh, sorpresa!, de Valladolid; y el catalán -y también plebeyo- Pere Franquesa, nacido en Igualada y naturalizado castellano con el nombre de Pedro Franqueza. Calderón y Franqueza fueron los "lampistas" de la trama Sandoval; y en aquel indecente viaje hacia las sórdidas cloacas de la especulación; del uso, abuso y venta de información privilegiada, y de la corrupción a todos los niveles, se convertirían en grandes fortunas patrimoniales.

Retratos de Calderon (1612), obra de Rubens i Franqueza (1608), obra de Pantoja. Fuente Windsor Castle (Londres) y Viquipedia

Retratos de Calderón (1612), obra de Rubens y de Franqueza (1608), obra de Pantoja. Fuente: Windsor Castle (Londres) y Wikipedia

La caída de la "camarilla" de Sandoval

La centuria de 1600 sacó la cabeza con una inesperada caída de la extracción de metales americanos. La crisis estaba servida, y hacia 1610, el rey, asustado, buscó un culpable y giró la vista hacia Sandoval. El duque de Lerma, automáticamente giró la mirada hacia sus colaboradores. Franqueza fue encarcelado, confiscado, y murió en la mazmorra, probablemente envenenado. Y Calderón fue confiscado y ejecutado públicamente. En cambio, Sandoval se retiró de la escena pública, y se blindó comprando el cargo de cardenal. Murió de viejo, e inmensamente rico, en 1625, mientras corría la copla de decía "Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de las Españas, se viste de colorado".