Hace cuarenta años, un adolescente llamado Thom Yorke entró en el aula de música de su escuela de Oxfordshire y encontró a Jonny Greenwood tocando la batería. “Coge el contrabajo”, le dijo. “No sé”, respondió Greenwood. “Pues golpéalo.” Aquel improvisado experimento fue el inicio de una de las bandas más influyentes del cambio de siglo: Radiohead.
Cuatro décadas más tarde y después de siete años sin pisar un escenario juntos, los cinco miembros del grupo regresan. Lo hacen con una gira europea que empieza el próximo martes, 4 de noviembre en Madrid
Ahora, cuatro décadas más tarde y después de siete años sin pisar un escenario juntos, los cinco miembros del grupo regresan. Lo hacen con una gira europea que empieza el próximo martes, 4 de noviembre en Madrid, con una mirada atrás llena de lucidez, humor y una cierta serenidad que nunca habían mostrado. “Hemos hecho esto durante mucho tiempo”, ríe Yorke en una entrevista publicada para este fin de semana en el diario The Sunday Times. “Quizás demasiado tiempo”, añade Greenwood, con complicidad fraternal.
Una gira sin sorpresas
Lejos del tópico del genio huraño y hermético, a lo largo de la entrevista Yorke se muestra tierno, irónico e incluso vulnerable. Habla abiertamente del duelo por la muerte de Rachel Owen, su primera pareja, y de cómo aquella pérdida le obligó a detener la máquina: “No me había dado tiempo de llorar. La música siempre ha sido un refugio, pero hay momentos en que hasta tocar duele”. También confiesa que su relación con la fama sigue siendo ambivalente: “No me gusta que me proyecten cosas encima, pero es ridículo, teniendo en cuenta el trabajo que hago”. El descanso, sin embargo, ha servido para reconciliarlos. Ed O’Brien, guitarrista y a menudo la voz más transparente del grupo, admite que llegó a sentirse “acabado con Radiohead”: “Pasé una depresión profunda. Pero al salir de ella, entendí cuánto quiero a mis compañeros”. Jonny Greenwood, que ha trabajado con Paul Thomas Anderson y músicos de Oriente Medio, describe su relación con Yorke como un diálogo constante entre obsesión y confianza.

La entrevista recorre su trayectoria —de Pablo Honey a Kid A, pasando por OK Computer, declarado “mejor disco de todos los tiempos” por más de un medio británico— y revela un dato curioso: la canción Let Down ha resurgido en TikTok e incluso ha entrado en las listas de Billboard, casi treinta años después. “Los adolescentes están deprimidos —¡es música triste!”, bromea O’Brien, recordando el comentario de sus hijos. Radiohead, que siempre han huido de la repetición y del confort, también afrontan su propia complejidad política. Sin preguntas vetadas, Yorke habla de la polémica actuación en Tel Aviv en 2017 y de las críticas recibidas por parte del movimiento BDS: “Es una prueba de pureza, una especie de caza de brujas”. Greenwood, casado con una artista israelí, lamenta que “la izquierda busque traidores mientras la derecha busca conversos”. Ambos admiten que la cuestión les pesa, pero también reivindican la libertad de colaborar con músicos de todo el mundo.
Somos cinco tipos normales que aún discutimos sobre cómo tomamos el té
En la práctica, el regreso es también un acto de redención. El verano pasado, durante unos ensayos en Londres, repasaron su repertorio cronológicamente, “para ver si aún había magia”, explica Yorke. La había. Tanto, que salieron con una lista de 65 canciones posibles para el tour. “Tocaremos la mitad, si tenemos suerte”, dice Greenwood. El bajista Colin Greenwood lo resume con humor: “Somos cinco tipos normales que aún discutimos sobre cómo tomamos el té”. Yorke, siempre irónico, cierra la entrevista con un guiño parafraseando una de sus canciones más populares: No surprises: “En la gira no habrá sorpresas”, dice. Y se ríe de su propio chiste, sabiendo que, para millones de fans, cualquier regreso de Radiohead es exactamente eso: una gran sorpresa.