Isla de la Española, 22 de noviembre de 1493. Hace 530 años. Un convoy formado por un mínimo de diecisiete naves y tripulado por más de mil cien personas echaba el ancla en la costa norte de la isla, allí donde, un año antes (diciembre, 1492), Colón había fundado el primer asentamiento europeo en el Nuevo Mundo: Fuerte Natividad. La extensa masa de tripulantes se explicaría porque aquel segundo viaje (1493-1494) tenía un propósito claramente colonizador; a diferencia del primero (1492-1493) que había sido de naturaleza exploratoria. Entre aquellos primeros colonos había docenas de catalanes y de valencianos, entre los cuales destacaban una serie de personalidades que tendrían una importancia primordial en aquella etapa primigenia. Uno de ellos sería el fraile jerónimo Ramón Pané, considerado el primer evangelizador de América. ¿Sin embargo, qué era y quién era realmente, Ramón Pané?

¿De dónde venía Ramón Pané?

Todas las fuentes documentales de la época identifican a Ramon Pané como natural de Catalunya o de nación catalana. Pero en ningún caso revelan la fecha y el lugar exacto de nacimiento. No obstante, la investigación historiográfica actual estima que, por la formación adquirida y por los episodios de vida relatados, en el momento en que se embarca podría tener unos treinta años; por lo tanto, sería nacido durante la Guerra Civil catalana (1462-1472), que enfrentó a la alianza corona-remensa contra la aristocracia terrateniente. Y la misma investigación historiográfica revela que Pané es un apellido que aparece con frecuencia en los Fogajes de 1497 (un censo fiscal encargado por la Generalitat) de los pueblos y villas de la plana de Lleida; y más concretamente del valle alto y medio del río Corb: Vallfogona, Guimerà, Verdú, Maldà, Vallbona, Arbeca, Belianes o Bellpuig,

Grabado de Sant Jeroni de la Murtra (siglo XVIII). Font Pinterest
Grabado de Sant Jeroni de la Murtra (siglo XVIII). Font Pinterest

¿Cómo entra en contacto con la empresa colombina?

De nuevo las fuentes de la época describen a Ramón Pané (que en algunos documentos aparece, también, con el nombre de Ramón Pons), como un ermitaño con un extraordinario conocimiento de las propiedades medicinales de las plantas. Y, muy probablemente por este motivo, a inicios de 1493 lo encontramos situado en el monasterio de Sant Jeroni de la Murtra; coincidiendo con la convalecencia del rey Fernando el Católico, que se recuperaba de unas gravísimas heridas causadas en un intento de asesinato (diciembre, 1492). A principios de abril de 1493, Colón —recientemente de vuelta del primer viaje— se entrevistaba con los reyes Fernando e Isabel en Sant Jeroni de la Murtra; y, allí mismo, y con la participación de una parte destacada de las clases mercantiles de Barcelona, se negociaba el segundo viaje. Pané siempre estuvo allí como un personaje con unas aptitudes singulares.

¿Cómo viaja hacia el Nuevo Mundo?

A mediados de mayo de 1493, Colón y los negociantes catalanes que participaban en aquella segunda empresa, partían del puerto de Barcelona a bordo de la Marigalante; una nave que, según algunos investigadores, había sido adquirida en algún puerto del Cantábrico y adaptada para un viaje transoceánico en las Drassanes de Barcelona. Aquella nave, financiada por los catalanes de Colón, sería la que transportaría, entre otros, a Ramón Pané y su superior jerárquico, Bernat Boïl, delegado plenipotenciario del Pontificado; con la misión de evangelizar a los indígenas del Nuevo Mundo. Pero al llegar al destino, Fuerte Natividad había sido abandonado y destruido; y Colón ordenó navegar unas cuantas millas al este y desembarcar en un abrigaño que albergaría la primera colonia europea de la historia americana: La Isabela. Allí empezaría la relación de Pané con aquel Nuevo Mundo que se abría a sus pies.

Grabado de Santo Domingo (siglo XVI). Font Library of Congress. Washington
Grabado de Santo Domingo (siglo XVI). Fuente: Library of Congress. Washington

El primer europeo que aprendió las lenguas indígenas americanas

En la actualidad no sabemos si la colonización vikinga de Terranova, que alrededor del año 1000 lideró la navegante Freydis Eiriksdóttir, la primera persona europea que puso los pies en el continente americano, propició un intercambio cultural y tecnológico con los pueblos americanos. En cambio, lo que sí que sabemos con seguridad es que el catalán Pané fue la primera persona europea que aprendió las lenguas indígenas americanas. Lo hizo para divulgar el Evangelio en condiciones más favorables. Y aquello lo llevó a redactar el primer ensayo etnográfico y antropológico europeo de América. En 1498, después de cinco años de misión evangelizadora, se presentaba en el palacio de los Colón, en Santo Domingo (la nueva capital colonial) con un manuscrito titulado "Relación sobre las antigüedades de los indios".

Pané, etnógrafo y antropólogo

Según la historiografía nacionalista española, este tratado fue escrito en castellano. Pero nada puede demostrarlo, porque el manuscrito de Pané se perdió (o lo "perdieron"), y el ejemplar más antiguo que se conserva no es más que una traducción al castellano del siglo XVI. Es muy posible que nunca lleguemos a saber, con toda seguridad, en qué lengua se escribió aquel "primer libro americano"; pero es muy probable que hubiera sido escrito en catalán o en latín; porque en la Catalunya de Pané, a excepción de la familia Trastámara, nadie sabía hablar castellano. Y todavía menos escribirlo. El castellano era una lengua extraña y extranjera; y Pané lo podía haber escrito en latín (por una cuestión de solemnidad) o en catalán (para hacerlo más comprensible entre el aparato colonial, que antes del golpe de Estado de 1500 era mayoritariamente de origen catalanovalenciano).

Mapa de las islas del Caribe (siglo XVII). Fuente Cartoteca de Catalunya
Mapa de las islas del Caribe (siglo XVII). Fuente: Cartoteca de Catalunya

El legado de Pané

En cualquier caso, a través del trabajo de campo de Ramón Pané, conocemos —por ejemplo— la cosmología de los pueblos indígenas del Caribe; que explicaban el origen del universo a través de unos círculos concéntricos que, a nuestros ojos contemporáneos, sería una premonición del Big Bang. Y conocemos a los protagonistas de aquella curiosa mitología. Atabey (la madre de las aguas y la iniciadora de la vida), protectora de los caudales fluviales, de la maternidad y de la lactancia. Su pareja Yocahú (señor de la tierra y del cielo), que se encarnó en una persona para dictar las normas de la vida. Sus hijos —dos seres de género masculino— Marohu (portador del tiempo claro) y Boinayel (portador de las lluvias y de los huracanes). Mitos que, sorprendentemente, no están tan alejados de los personajes del Antiguo Testamento judeocristiano, o de la religión tradicional de los vascos.