Cuando al principio de noviembre del 2012 se dio a conocer el proyecto de abrir en la ciudad de Barcelona una sucursal del Museo Hermitage de San Petersburgo, los cálculos más optimistas fijaban la abertura de la filial, aunque estuviera en un emplazamiento provisional, para el año siguiente, es decir, en el 2013.

Cuatro años después de aquel anuncio y a pesar del rechazo explícito tanto del Ayuntamiento de Barcelona como de la Generalitat de Catalunya de invertir dinero en el proyecto, este se ha reavivado -después de un periodo de incertidumbres y dudas sobre su realización- con la promesa de abrir el año 2019 en un nuevo edificio todavía para construir en un solar junto al Hotel Vela, en la bocana del puerto. Con este anuncio se descartan otros emplazamientos como los edificios de la Foneria de Canons y de la Duana, además de otros espacios portuarios valorados anteriormente.

Ahora bien, a pesar de este anuncio presentado este mismo viernes, a la filial barcelonesa todavía le queda un largo camino por recorrer antes de convertirse en una realidad, ya que para empezar hace falta asegurar la posibilidad de construir el nuevo edificio, que pide una inversión de 38,5 millones de euros, financiada por los promotores del proyecto, inversores privados rusos y catalanes liderados por Ujo Pallarés y la empresa Cultural Development Barcelona, que cuenta con la implicación del fondo de inversión andorrano Sicav Amura y que actualmente busca socios locales, incluidas entidades financieras, para cubrir la financiación necesaria.

Sin dinero público

Los promotores han renunciado ha pedir subvenciones públicas, un hecho nada sorprendente si se tiene en cuenta que ya en diciembre del 2015 el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona rechazó en pleno municipal implicarse económicamente en el proyecto, al no tratarse de un equipamiento “prioritario para la ciudad”, según palabras del teniente de alcalde Jaume Asens. Un posicionamiento, además, compartido por el Govern de la Generalitat.

Con todo, el proyecto necesita el visto bueno del pleno del Ayuntamiento, que tendrá que hacer un cambio de planteamiento para conseguir la concesión del terreno, calificado de terciario y comercial, por parte del Puerto de Barcelona. En todo caso al acto de presentación han asistido la comisionada de Cultura del Ayuntamiento, Berta Sureda, y del director general de Arxivos, Bibliotecas, Museos y Patrimonio de la Generalitat, Jusèp Boya, personificando un cierto apoyo de las instituciones públicas catalanas.

Edificio de factura racional

Según el proyecto arquitectónico el futuro Hermitage Barcelona se ubicará en un nuevo y moderno edificio de factura racional y unos 15.000 metros cuadrados distribuidos en 5 plantas y con 7 grandes salas expositivas, que prevé atraer a unos 500.000 visitantes cada año. La intención es colocar la primera piedra el año 2017. El contrato con el museo matriz tendrá una validez de cincuenta años.

Con respecto al proyecto museístico, su director artístico, Jorge Wagensberg, ha esbozado que el proyecto quiere ofrecer “un nuevo lenguaje museográfico” que conjugue arte y ciencia y que por lo tanto, el equipamiento no será una “franquicia” del de San Petersburgo -cómo se había planteado desde desde el principio- aunque se nutra de sus colecciones. La intención se mostrar grandes obras del fondo del museo ruso explicadas con un nuevo discurso.