Una vez, una muchacha de Barcelona que frecuentaba Falset (Priorat), al oír a la gente falsetana decir sistemáticamente mon pare —mi padre—, me preguntó: "¿Pero esto es correcto?". La pregunta me extrañó, pues seguro que la zagala conocía en la canción "La lluna, la pruna", que reza "...son pare la crida sa mare també". ¿Por qué esa chica dudaba de aquello? Los diccionarios catalanes contienen las palabras mon i ma, ton i ta, son i sa (los llamados posesivos átonos). Si esa persona fue a clases de lengua en el instituto, debían haberle enseñado esto. Si no lo hicieron, ¿a qué se dedicaba la persona que enseñaba lengua en el instituto donde estudió esta chica?

Los posesivos átonos existen en catalán desde siempre, junto a los posesivos tónicos (meu, teu, seu). En principio se ponían en cualquier contexto (como hace hoy el francés). Así, el Diccionari català-valencià-balear lleva este ejemplo de Ramon Llull (siglos XIII-XIV): Molt só meravellat de tes paraules. Sin embargo, con el paso de los siglos la lengua especializó los posesivos átones para usarlos solo ante parentesco, y en el resto de contextos se utilizan los posesivos tónicos. En el ejemplo anterior ya no diríamos tes paraules, sino les teues paraules o les teves paraules. Pero en el parentesco se mantienen los posesivos átonos: mon pare, ma germana, ton oncle, ta mare, son germà, sa àvia (en plural suele decirse mons tiets, tons pares, sons avis, aunque antiguamente se decía mos tiets, tos pares y sos avis).

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Foto: Juan Pablo Serrano Arenas (Pexels)

Un uso general y en absoluto coloquial

El posesivo átono ante parentesco se utiliza en prácticamente todo el dominio lingüístico del catalán y, por lo tanto, es general. El estándar debe recoger lo que se dice más, y en catalán lo que más se dice es son pare (la forma el seu pare se dice en una zona muy reducida, entre Barcelona y Girona y hasta Berga, aunque todavía puede oírse en dicha zona). Por ello, en estándar debe ser son pare (y hay que considerar el seu pare como lo que es: una forma dialectal que no debería entrar en el estándar). Ocurre, sin embargo, que los teóricamente expertos en lengua de Barcelona de los años 70 y 80 del siglo XX, tope encorbatados y que se llenaban la boca cada vez que hablaban, sostenían que decir mon pare era "coloquial" y que, por tanto, debía excluirse de la lengua elaborada. Ahora: argumento, ni uno. Y el resto de catalanohablantes que decían eso sistemáticamente, que se jodieran.

A partir de ahí, en el doblaje de TV3 nunca se decía sa mare, sino la seva mare, que a un hablante de Tarragona, Tortosa, València, Lleida, Tremp, Sitges o Mallorca le sonaba artificiosa. Para esta gente, la forma normal es sa mare. Por ello, la expresión sa mare debía ser usada en la lengua culta. Y quienes sostienen que es un coloquialismo que hagan el favor de leer: escritores como Andreu Carranza, Magí Sunyer o Toni Cucarella lo utilizan en sus relatos literarios. He ahí cuánto daño hizo a la lengua la decisión tomada por gente académica encorbatada de Barcelona a finales del siglo XX. Hoy en día el doblaje incorpora un poco expresiones como sa mare (sobre todo en el doblaje al catalán de Televisión Española). En el próximo artículo daré argumentos que muestran lo bueno que es para la lengua catalana decir siempre sa mare.