"Compraría el libro, pero no me atrevería a leerlo", se confesó Jordi Cussà, autor de Cavalls Salvatges, refiriéndose a Òpera Àcid, novela de culto de la literatura subterránea catalana contemporánea. Versión nostrada del legado de William Burroughs, relato postpunk en su vertiente más góticamente romántica que podría haber escrito Ian Curtis de Joy Division si hubiera nacido en la Plana.

Poco después de la publicación de la segunda y última referencia en su bibliografía, su autor, Miquel Creus, desapareció. Un hecho que entonces poca gente advirtió. No dejaba de ser un escritor minoritario, progenitor de una novela incomprendida que se había adelantado 30 o 40 años a su tiempo y momento. Con el paso de las décadas, sin embargo, aquel ejercicio de escapismo dejando como carta de despedida un libro único en la literatura catalana, sin referentes anteriores y pocos, muy pocos, posteriores, no ha hecho más que agrandar el mito. Nos encantan, nos fascinan los autores malditos y sus malditas circunstancias vitales. Siguen sin ser una legión, pero año tras año, más aún después de la reedición realizada por Males Herbes en 2019, fue sumando adeptos a su prosa crudamente bella. "Compraría el libro, pero no me atrevería a leerlo", se confesó Jordi Cussà. Porque leer Òpera Àcid es una experiencia lacerante que se te aferra al alma. Ahora ha sido traducida al castellano, tarea notable, pero en la que se han perdido algunos matices respecto al original, a través del sello del Colectivo Bruxista.

Leer Òpera Àcid es una experiencia lacerante que se te aferra al alma

En 1975 Francesc Vidal, Jaume Fuster, Jordi Moners Carles-Jordi Guardiola fundaron la editorial La Magrana. Los cuatro militantes del PSAN, el Partit Socialista d’Alliberament Nacional, en sus inicios La Magrana era un sello especializado en la edición de libros de carácter político. Tardaron poco en darse cuenta, sin embargo, de que debían revisar y renovar su catálogo, tarea que encargaron al reputado crítico literario, ensayista y editor Àlex Broch. Él fue el responsable de la publicación en 1987 de Gaia...oh! Gaia!, novela de debut, relato que nos adentra en un triángulo amoroso, de un joven y desconocido escritor de Vic llamado Miquel Creus. El libro sumó unas pocas críticas elogiosas, hasta que quedó olvidado en las estanterías de las librerías y, finalmente, descatalogado. Hoy en día es imposible encontrar rastro de aquella novela en las redes. Pero Broch creía fervientemente en el talento literario de Creus. Por eso, cuando dejó La Magrana para incorporarse a Edicions 62 con el mismo propósito de renovación y modernización de catálogo, se llevó a Creus con él. Poco después aparecía Òpera Àcid (Edicions 62, 1989), uno de los grandes libros de culto de la literatura contemporánea catalana, que en el momento de su publicación, época dominada por los relatos cortos posmodernos de Quim Monzó, muy poca gente leyó.

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Cubierta de Òpera Àcid en la reedición de Males Herbes

Una historia de amor y muerte

Dom es un yonqui que deambula por Vic (que una novela de estas características, en aquella época, y todavía ahora, no estuviera ambientada en Barcelona, sino en una capital de comarcas con un drogadicto dando vueltas sin destino claro por un centro antiguo desierto y oscuro un día cualquiera, no hace más que aumentar su singularidad y su valor) con el fin de conseguir una dosis de heroína para Naida, una niña de 10 años adicta al caballo que tiene a su cargo, hija de una conocida muerta por sobredosis. La pequeña demanda heroína y amor. Él sabe dónde conseguir el caballo, pero no sabe cómo ofrecer afecto. Ni a Nadia ni a Abel, con quien vivirá a lo largo de la novela una relación entre el platonismo y la tensión sexual. "Este es el punto de partida de un viaje hacia el lado más oscuro de una generación", dicen los bruxistas en su nota de prensa. "Un periplo entre el dolor existencial, la autodestrucción y el anhelo de libertad, en una huida de la vida que también son ganas de exprimirla".

Debemos evitar caer en el impacto de la primera lectura, para volver y descubrir su valor literario

Con una secuencia inicial brutal, veinte primeras páginas extraordinariamente duras, leer Òpera Àcid es hacer un mal viaje mareante a la parte más oscura de la vida, una recaída en los infiernos. Y aunque este brutalismo es uno de sus grandes atractivos, debemos evitar caer en el impacto de la primera lectura, para volver y descubrir su valor literario. Quizás por eso, en el manuscrito original, Miquel Creus rogaba a los editores de 62 que respetaran todas las anomalías tipográficas y lingüísticas del texto, adelantando que usaba un catalán callejero muy alejado, mucho más aún en los años 80, del oficialmente aceptado en la época por los círculos académicos y literarios. Podríamos reducirlo todo a la droga (aunque Miquel Creus no hace en ningún momento apología ni romantiza la heroína), pero sería limitar a su mínima expresión, la más fácil y evidente, una novela que usa el caballo para galopar y reflexionar sobre los aspectos vitales más relevantes: amor y muerte, sexo, familia, tribu... No hay redención. No hay salvación. Hay amor. Y hay muerte. La muerte literal o la muerte en vida.

No hay redención. No hay salvación. Hay amor. Y hay muerte. La muerte literal o la muerte en vida

De Miquel Creus se dice que vivió en Gràcia, en San Francisco y que, finalmente, se instaló en Kreuzberg, el barrio turco del Berlín Occidental. Allí fue donde se exilió tras la publicación de Òpera Àcid. Era el año 1989, nadie lo echó de menos. Él no echó de menos a nadie. Hasta que los editores de Males Herbes, con el incombustible Ramon Mas al frente, se propusieron reeditar aquel título de culto. En parte porque transcurría en su ciudad; en parte, en buena parte, porque era buenísima. Desaparecido sin dejar rastro, empapelaron Vic con carteles con la portada original de la novela, con la esperanza de que alguien les diera una pista, primero de si Creus estaba vivo, segundo, y de ser así, de dónde podían localizarlo. Lo acabaron encontrando. La correspondencia a través del correo electrónico dio paso a un encuentro de un par de horas en un bar del barrio de Gràcia. "Respondió a nuestro interés lacónicamente, con agradecimiento, pero no exento de un cierto escepticismo”, explicaba Mas en el diario ARA, pocos meses después de haber hecho realidad la reedición de Òpera Àcid. "Daba la impresión de que le hablábamos de algo que ya había olvidado, o que había vivido en otra vida. Fueron dos horas llenas de silencios incómodos. Miquel daba la impresión de ser un hombre que ha sobrevivido a varias guerras, que ha visto cosas que seríamos incapaces de digerir y a quien nada podía afectar excesivamente”. Lo que Mas no sabía cuando se encontraron en Barcelona, era que Miquel Creus padecía un cáncer irreversible. La edición de Males Herbes de Òpera Àcid llegaba a las librerías el 27 de junio de 2019. Miquel Creus murió el 14 de noviembre de ese mismo año. El puto mito. El puto culto. La puta leyenda. "Es un libro muy especial", reclamaba Ramon Mas en Wonderland, el espacio literario que cuatro años atrás se emitía en Ràdio 4, al tiempo que al despedir la conversación revelaba que, esto sí que lo podía garantizar, pese al silencio, pese a la huida, Miquel Rius no dejó nunca de escribir, "tan solo dejó de publicar".