Hace 12 años, su vida dio un vuelco insospechado cuando Intocable, aquella luminosa película sobre la amistad improbable entre un millonario tetrapléjico y su cuidador migrante, se convirtió en la más taquillera de la historia del cine francés. Un éxito internacional que convirtió a Omar Sy (Trappes, Yveline, 1978) en una estrella planetaria. El destino quiso que, una década más tarde, y gracias a otro estallido inesperado, en este caso en forma de serie para Netflix, su nombre volviera a estar en boca de medio mundo. Lupin volvía a aprovechar el carisma irresistible de este actor que impresiona por su físico y conquista por su sonrisa y su afabilidad. Ahora, Omar Sy pasa por la capital catalana como una de las figuras del BCN Film Fest, presentando Padre y soldado, un largometraje que pone el foco en los africanos que fueron reclutados a la fuerza por el gobierno francés para ir a luchar a la Primera Guerra Mundial en nombre de la madre patria. Dirigida por Mathieu Vadepied, la película es crítica con el colonialismo, y reivindicativa con el papel de tantos y tantos africanos obligados a matar (y a morir) por la fuerza.

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En Padre y soldado, que llegará a las salas de cine a finales del mes de mayo, la trama avanza a partir de la captación forzosa de un joven senegalés (Alassane Diong) y del alistamiento voluntario de su padre (Omar Sy), empujado a proteger a su hijo sea como sea. "Pase lo que pase, no te separes de mí", le dice, a punto de entrar por primera vez en combate, avanzando entre trincheras. A partir de entonces, y en medio del infierno de las bombas, el protagonista hará los sacrificios que sean necesarios para asegurarse de que su hijo vuelve a casa.

Más allá del relato paternofilial, creo que esta película se mueve entre la crítica al colonialismo y la reivindicación de los soldados africanos que fueron héroes anónimos de la guerra.
Más que una reivindicación, se trata de hacer memoria, de recordar el papel de los soldados senegaleses en esta guerra y en la historia francesa. Pero no diría que hemos hecho la película desde una perspectiva crítica con el colonialismo. Ya sabemos lo que fue, lo que significó, y queríamos mostrarlo de la manera más neutra posible, para dejar que fueran los espectadores los que juzgaran. No queríamos convertir en víctimas a los soldados, ni hacer un ataque a Francia por su pasado colonial, pero sí explicar la historia desde esta mirada más humana, desde esta relación entre un padre y un hijo. Preferíamos que cada uno sacara sus propias conclusiones.

No queríamos convertir en víctimas a los soldados, ni hacer un ataque a Francia por su pasado colonial, pero sí explicar la historia desde esta mirada más humana

Supongo que es lo que he hecho yo...
Sí, evidentemente el colonialismo forma parte del relato, pero no hay una voluntad crítica. Se trata de explicar la historia. Pero me gusta que hagas un análisis fundamentado con tus conocimientos y tu experiencia, aunque la película no quiere remar en ninguna dirección concreta.

En un momento dado, y en su obsesión por huir del frente con su hijo, el protagonista contacta con una gente que, a cambio de mucho dinero, promete ayudarlo. Veía paralelismos con tantos casos de personas que hoy día pagan miles de euros para llegar a Europa en una patera.
De alguna manera es un espejo, sí, porque lamentablemente eso todavía pasa. Mucha de la gente que llega a Europa en condiciones deplorables huyen, precisamente, de la guerra. Es el mismo drama, sí.

OMAR SY / Foto: Montse Giralt
Omar Sy ha estado en el BCN Film Fest presentando su nueva película, Padre y soldado / Foto: Montse Giralt

Con el director Mathieu Vadepied, os conocisteis rodando Intocable. ¿Fue él a quien te propuso hacer Padre y soldado?
Sí, exactamente. Él era el director de fotografía de Intocable, y hacía mucho tiempo que tenía en la cabeza una pregunta: ¿y si el soldado desconocido de la tumba que hay en el Arco del Triunfo de París hubiera sido un soldado senegalés? Y cuando me la hizo, me despertó muchas cuestiones íntimas. ¿Por qué no me lo había planteado nunca? Me di cuenta de que nada en mi trayectoria vital me lo había hecho pensar, tampoco cuándo iba a la escuela. Y eso plantó la semilla de la necesidad de hacer esta película. Mi padre es de Senegal y mi madre es de Mauritania. No era normal que nunca me hubiera planteado esta pregunta.

Es una buena muestra de la necesidad de hacer bandera de la memoria histórica.
Exactamente, y esta es la voluntad de la película. Visibilizar la existencia de estos soldados africanos era importante, porque no se ha hablado mucho. Y para mí, este ya es un gran paso adelante. Hacer la mirada crítica hacia el colonialismo de que hablábamos antes hubiera sido dar todavía un paso más allá que no estaba en nuestra voluntad.

No hace mucho, unas declaraciones tuyas sobre la diferente mirada que se tiene en Occidente de las guerras, diferenciando la de Ucrania con respecto a las de África, levantaron cierta controversia. ¿Qué opinas de la responsabilidad del artista a la hora de señalar, de poner el foco, en determinadas situaciones politicosociales?
No lo valoro tanto en estos términos, para mí se trata de una cuestión más íntima, más personal. Hay cosas que me indignan, hay situaciones que me interpelan, y entonces, si me ponen un micrófono en frente, digo lo que pienso. Hay quien te convierte en referente de no sé qué, pero mi objetivo es poder mirarme al espejo y dormir tranquilo por las noches.

Todavía vivo el éxito de Intocable

En este sentido, empezaste haciendo comedia. ¿Es la mejor forma de ser crítico, de señalar las cosas que te interpelan?
No lo sé, quizás sí es verdad que la comedia permite una mirada muy particular hacia el entorno, y también ejercita una gimnasia de la observación, incluso a la hora de preparar determinados personajes, que es muy interesante. Pero no te podría decir si es la mejor escuela.

En tu carrera hay dos puntos de inflexión evidentes: Intocable y la serie Lupin. Y los dos tienen en común que han sido fenómenos que probablemente nadie se esperaba...
Es verdad, explicar qué han significado es bastante difícil para mí, porque no son hechos puntuales que puedo valorar, sino que perduran, que vivo cada día, que siguen: todavía vivo el éxito de Intocable. Todo lo que me ha pasado y me sigue pasando está relacionado. Tengo una vida feliz, puedo hacer películas como Padre y soldado u otros proyectos interesantes, con temas más delicados y profundos. Puedo tomar la palabra, expresarme, y este es el hecho positivo de mi trabajo, que también me da muchas satisfacciones a un nivel personal. Gracias a Intocable y a Lupin puedo permitirme el lujo de escoger hacia donde quiero dirigir mi carrera y qué trabajos quiero hacer.

Debes ser la única estrella de cine europea que se ha marchado a los Estados Unidos huyendo de la fama y no buscándola...
¡Sí, es verdad! Me pasó con Intocable y, todavía un poco más, con Lupin. Pero a pesar de todo, las cosas que han venido han sido muy buenas y me han hecho feliz.