A los barceloneses los nombres de sus calles les despiertan pasiones. "Se cierra un CAP y no pasa nada, aunque eso tiene consecuencias para la salud de mucha gente: sólo protestan cuatro", reflexiona el historiador Ricard Vinyes, comisionado de Programes de Memòria del Ajuntament de Barcelona; "ahora bien, se cambia el nombre de una calle y hay un descalabro. La gente escribe, y escribe mucho, para pedir porqué se cambia el nombre de una calle, o porqué no se cambia otro". La Virreina Centre de la Imatge, espacio municipal que acoge buena parte de los debates sobre la imagen y la memoria de la ciudad, está celebrando el ciclo “Valor!” en el que presenta 10 debates sobre la construcción del valor de la ciudad. A lo largo de dos meses acoge encuentros sobre el multiculturalismo, la educación, el papel de la cultura, la censura... Uno de estos debates, celebrado ayer, versaba sobre los monumentos de la ciudad, con la presencia del antropólogo Manuel Delgado y el historiador Ricard Vinyes. Pero, inevitablemente, también se acabó hablando de las calles...

Un legado incómodo

En los últimos meses se ha vuelto a plantear la necesidad de eliminar del espacio urbano los monumentos y calles que suponen un homenaje a individuos que se consideran emblemáticos de valores negativos (desde franquistas hasta esclavistas). Se quiere profundizar en la democratización de la ciudad a través de una revisión de sus símbolos y de sus signos más cotidianos.

Voces discordantes

Hace unos meses el hispanista británico Paul Preston se sumó al debate, pero en un sentido diferente. Este historiador sugirió que se mantuvieran todos los nombres de las calles, porque considera que “no se puede borrar la historia”. Esconder el pasado negativo podría contribuir a evitar el debate sobre éste, según Preston. Él sugería mantener nombres de calles y monumentos, pero indicar mediante carteles y placas qué hicieron los individuos en cuestión. Ni siquiera se mostró partidario de derribar el Valle de los Caídos, sino de devolver el cadáver a la familia y convertir la basílica en un centro de estudios históricos. De hecho, su propuesta coincidía con la que hizo el propio Vinyes hace cuatro años, aunque no está claro que esta sea, hoy por hoy, la propuesta oficial del Ayuntamiento.

Desborbonizar

El 2015 Esquerra Republicana presentó una iniciativa por “desborbonizar” la ciudad y sacar los nombres de una veintena de calles y espacios públicos vinculados con la dinastía borbónica. Su propuesta alegaba que "la dinastía borbónica no ha destacado por la defensa de las libertades generales, ni las de los catalanes, ni por la defensa de la democracia, sino a menudo todo el contrario". El septiembre pasado el Ayuntamiento llegó a un acuerdo, por el que se preveía estudiar el cambio de nombre de 12 vías, que van del paseo Joan de Borbó hasta la plaza de Joan Carles I, pasando por la avenida Maria Cristina.

Estrategias de futuro

El Ajuntament está estudiando el cambio de nombre de estas vías. De hecho, se ha remitido el acuerdo municipal a la Ponencia del Nomenclátor, el organismo de asesoramiento técnico del propio Ajuntament. Este organismo consultivo valora la conveniencia del cambio, la oportunidad de la sustitución, el futuro nombre y, también, el coste de la operación para el Ayuntamiento y para los particulares. Ricard Vinyes subraya que si bien durante la transición se cambió el nombre de muchas calles con pocas protestas, ahora el proceso es mucho más difícil: la gente tiene ciertas reticencias, sobre todo por los costes que supone, por el cambio en todos los documentos del registro de propiedad, y en todos los documentos, propaganda, etc...

Nuevas calles

A pesar de todo, Vinyes asegura que el Ayuntamiento estudia actuar sobre el nomenclátor, en primer lugar promocionando los nombres de mujeres (sólo representan al 7,5% de los personajes que tienen una vía dedicada). También se prevé promover la presencia de las clases populares en el nombre de los espacios públicos (el 60% de los que tienen calle dedicada eran propietarios). De hecho, hay peticiones para dar 200 nombres nuevos a calles. Pero en principio estos nombres se atribuirán prioritariamente a calles nuevas, para evitar las molestias y los costes de los cambios de nombre.

Homenaje a la Inquisición

Pero la revisión sobre el pasado no sólo puede afectar a la dinastía borbónica. La calle Sant Domènec del Call, a poca distancia de la Generalitat, supone, en el fondo un homenaje al antisemitismo. El 5 de agosto de 1391, día de Santo Domingo, la población de Barcelona asaltó el barrio judío, mató a centenares de personas y obligó a convertirse al catolicismo a muchas más. En el centro de la judería se instaló una capilla dedicada a Santo Domingo. Hay que recordar que los dominicos eran los principales actores de la Inquisición, y que por su celo perseguidor de los herejes fueron llamados “los perros del Señor”.

Los conquistadores de América

Varios catalanes que conquistaron y colonizaron América tienen dedicadas vías en la capital catalana: Manuel d'Amat i de Junyent tiene una plaza y una parada de metro, y su esposa, la Virreina, cuenta con un palacio y con una plaza a Gracia. También tiene una calle dedicada Gaspar de Portolà, conquistador de California. Y menos conocido, tiene su vía el coronel Sanfeliu, un militar que luchó contra los independentistas americanos en Santo Domingo y en Cuba, y participó en la expedición imperialista a México de 1862. Mención aparte merecería el monumento a Colón, que es criticado, también, por parte de la población latina de la ciudad. En cambio, en el nomenclátor barcelonés casi no queda ningún rastro de la colonización de Guinea: tan sólo podemos encontrar la calle “Fernando Poo”, dedicada a la actual isla de Bioko.

El omnipresente

Pero si hay un colonialista que ha conseguido dejar su recuerdo en prácticamente toda la geografía catalana es Joan Prim. Tiene calles en decenas de localidades, y muchos monumentos. En Reus cuenta con una plaza, un paseo y un monumento; en Barcelona con una rambla, un pasaje, una plaza y un monumento... Y no es que Prim tenga un currículum inmaculado. Se vio involucrado en la conquista de Marruecos durante la guerra del África (1859-1860); era tan sanguinario, que, décadas más tarde, para asustar a los niños en Marruecos, se les decía: “¡Que viene Prim!". Además, fue gobernador de Puerto Rico donde se hizo famoso por su racismo y por la aplicación de leyes durísimas contra los negros, libres o esclavos. Y participó en la intervención franco-hispana contra el gobierno de Juárez en México, una operación imperialista en toda regla. Pero lo más grave para los barceloneses es que durante la Jamancia, en 1843, ordenó el bombardeo de Barcelona y Sant Andreu, y dejó las dos localidades destruidas. Fue nombrado conde de Reus por su “pacificación” de Catalunya.

Los esclavistas

En las últimas semanas se ha discutido la presencia en Barcelona de homenajes a destacados negreros. Los debates se han focalizado en Joan Güell (que cuenta con un monumento en la Gran Vía esquina con Rambla Catalunya) y Antonio López (que tiene una plaza dedicada frente en la Llotja, con un monumento incorporado). El debate se centra en dos puntos: si es probada su implicación en el tráfico esclavista, y si su implicación con el tráfico de esclavos anula su contribución a la ciudad. Pero hay dos calles más, como mínimo, dedicadas a firmes defensores de la esclavitud que presionaron para que se mantuviera la institución: Biada i Xifré. El primero es conocido porque llevó el tren a nuestro país y el segundo por los famosos “porches de Xifré”, frente en la Llotja.

Canvis per Antonio López

Ricard Vinyes afirma que el Ayuntamiento está estudiando qué hacer con la plaza y el monumento a Antonio López, y que por eso ha abierto un debate y un estudio de las alternativas mediante el Observatori Europeu de Memòries. Esta iniciativa dejaría paso, posteriormente, a consultas a los vecinos. Vinyes reconoce que López no cumple el principio de ejemplaridad que tendría que reunir a todo el mundo que tiene un monumento en la ciudad, pero cree que en principio no sería bueno limitarse a retirar el monumento, ya que considera que eso produciría, no sólo un vacío en el espacio, sino también un vacío de significado: facilitaría ignorar una parte de la historia que tendríamos que recordar.

Las campañas de Marruecos

La guerra del África (1859-1860) y los 18 años de campañas de Marruecos (1909-1027) dejaron su huella en el nomenclátor barcelonés, especialmente porque los africanistas, los veteranos de las guerras de Marruecos dirigidos por Franco, gobernaron el Estado español durante casi cuarenta años. Aunque algunos nombres han ido cambiando, algunos “héroes” de las guerras de Marruecos mantienen su vía: el Teniente Floresta, el Capitán Arenas, el Comandante Benítez, González Tablas o el General Vives. No eran unos angelitos: sus unidades militares se caracterizaron por el uso sistemático de las mutilaciones, los bombardeos sobre civiles, el uso de rehenes y las matanzas. El catalán general Vives, “alma de la aviación española” fue responsable de bombardeos sobre población civil, incluso con armas químicas (prohibidas en la época por tratados internacionales).

Las calles masoquistas

Pero Barcelona no sólo tiene calles dedicadas a los que hicieron daño a poblaciones lejanas, sino que incluso reservaba una vía a alguien que bombardeó la propia ciudad. En la Zona Franca está la calle Aviador Franco, dedicada a Ramon Franco. Se supone que es un homenaje al vuelo de la hidroavión Plus Ultra, que en 1926 hizo un raid desde Palos hasta Buenos Aires. Los tres pilotos del hidroavión tienen calles en la misma zona, no muy lejos de la plaza Durruti: Aviador Franco, Aviador Ruiz de Alda y Aviador Durán. Ramon Franco, el hermano del dictador, formaba parte de la aviación rebelde durante la guerra civil, con el grado de teniente coronel. Fue destinado a Mallorca, y participó en varios bombardeos a localidades catalanas: murió cuando se dirigía a una acción militar contra Barcelona o Valencia. El "aviador" Ruiz de Alda fue, además de aviador, uno de los tres fundadores de Falange: fue encarcelado en 1936 y más tarde fue ejecutado en una saca de los anarquistas. Juan Manuel Durán murió en 1926 en un accidente aéreo en una demostración en Barcelona, y cuenta con un monumento en Montjuïc. El mecánico del Plus Ultra, Pablo Rada, un republicano que se exilió en Venezuela, no mereció ninguna calle. No se sabe si por clasismo o por sus convicciones políticas.

Franquistas a la baja

Durante el franquismo, muchas calles fueron bautizadas con nombres de líderes ultraderechistas o militares golpistas. La mayoría desaparecieron con la transición, pero han sobrevivido unos cuantos. Hay uno dedicado al padre Pérez del Pulgar, el inventor de la doctrina de la Redención de las Penas por el Trabajo, es decir, el cierre masivo de republicanos y "subversivos" en campos de concentración para redimirlos con trabajos forzados. Es decir, uno de los diseñadores de toda la represión. Ricard Vinyes ha asegurado que esta calle se cambiará, y que también se sustituirá el nombre de la calle Eduard Aunós, ministro de la dictadura.

El colonialismo catalán

El Ayuntamiento, en las últimas décadas, ha ido sustituyendo el nombre de algunas calles que alababan a héroes coloniales, especialmente los implicados en las guerras de Marruecos. Y a pesar de todo, en Barcelona todavía está bien presente la huella del imperialismo catalán en el Mediterráneo. Está la calle Almogàvers, dedicada a los brutales mercenarios enviados a asentar la influencia catalana a Grecia. Es decir, los responsables de que en Grecia todavía hoy se asocie los catalanes a la barbarie. Y también hay una vía dedicada a Neopàtria, uno de los Estados formados por los almogávares (lo más parecido a un protectorado que tuvo la Corona de Aragón). Y en pleno Eixample de Barcelona hay muchas calles dedicadas a jefes militares almogávares: Roger de Llúria, Roger de Flor, Ramon Muntaner, Berenguer d'Entença y Bernat de Rocafort.

Asignaturas pendientes

Aunque en Catalunya la transición fue asociada a cambios de nomenclátor, hay algunos pueblos donde todavía hay calles que hacen referencia al franquismo. El Memorial Democràtic ha elaborado un censo de simbología franquista. En él figura desde la calle Caiguts (en Calafell), a la calle de los Mártires (en Corbera de Llobregat). La tarea de la transición todavía no se ha concluido.

 

Fotografía de portada: captura de Google Street.

 

Fotografía de portada: captura de Google Street.