Que en 2023 se pueda homenajear a Maria Mercè Marçal, hablar del dating en Brooklyn, sobre música originaria del Caribe y con letras en castellano e inglés… es lo normal. Sin más. Que se haga de forma extraordinaria, respetando cada uno de los legados a los que se canta, y sin renunciar a la vanguardia en la producción, es un milagro. Gisela Fullà-Silvestre es una artista nacida en Barcelona que firma bajo el pseudónimo de NOIA (chica en catalán), que se marchó a Brooklyn a buscarse la vida hace una década en el diseño de sonido para cine y que ha dado en su último disco, Gisela, con la tecla mágica, lo que más loco vuelve a los críticos musicales: un artefacto en el que se escuchan un montón de tradiciones, con espacio para cada una de ellas, y con cierto potencial masivo. 

Un artefacto en el que se escuchan un montón de tradiciones, con espacio para cada una de ellas, y con cierto potencial masivo

La introducción del largo se asemeja a aquella suerte entre la memoria y los experimentos por los que tanto se aduló a Maria Arnal i Marcel Bagés –comparte un tema con ella, Otra vida por vivir–. Y en un pispás vira a una ruptura fantástica junto a Ela Minus. El concepto de hiperpop, que empieza a ser un cajón de sastre, a Fullà-Silvestre se le ha quedado corto. Porque es bailable, divertida, intensa, dura. Luego, Reveal yourself tiene un pulso adictivo. Pero no todo en el álbum habla el mismo idioma. Ni en lo literal (catalán, castellano e inglés se funden y se confunden), ni en lo sonoro: los muchos micro-estilos que maneja se dan la mano con finezza en la producción, muchos años de hincar codos, varios Eps editados: Habits (2016) y Crisàlida (2019) hasta encontrar esta electrónica sugerente. 

Hay conjeturas florales, pesadas, que rompen hacia algo que se parece a Florence and the Machine

Hay conjeturas florales, pesadas, que rompen hacia algo que se parece a Florence and the Machine. Y también músicas raíz, cante, urban. Un diálogo entre latinoamérica, norteamérica e incluso momentos de la Europa más mental. ¿Y esas voces liristas? Casi susurradas, tampoco ASMR, como hace Dani, pero sin caer en lo lánguido.

Un diálogo entre latinoamérica, norteamérica e incluso momentos de la Europa más mental

NOIA corría el riesgo, por defecto profesional, de haber construido un disco de paisajes o, peor, ese art pop que provoca indiferencia. Afortunadamente, la canción manda. Sobre todo en Eclipse de amor, uno de los mejores cortes de este año desde-ya: entradilla a lo Narcos firmada junto a buscabulla y que después se desliza hacia algo tropical. Sin ser bolero ni nada; esas cosas que parecen. Por defecto, las más eternas. Porque ni las entendemos.