La mezzosoprano Teresa Berganza ha fallecido a los 87 años de edad, según han confirmado fuentes familiares de la artista, que también han señalado que no habrá velatorio ni capilla ardiente. Teresa Berganza (Madrid, 16 de marzo de 1935) fue una mezzosoprano española asociada con personajes de óperas de Rossini, Mozart y Bizet, reconocida por su técnica, musicalidad y presencia en escena. Berganza estudió piano y canto en el Conservatorio de Madrid, donde obtuvo el primer premio de canto en 1954. Debutó en esa ciudad en 1955 y dos años después hizo su debut internacional en el Festival Aix-en-Provence como Dorabella. En 1991, Berganza y otros cantantes españoles fueron reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, en 1992 participó en la ceremonia inaugural de la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona y en 1994 fue elegida miembro de la Academia Real de Artes de España, primera mujer en obtener esta distinción. Asimismo, obtuvo el Premio Nacional de Música (1996) o la Legión de Honor francesa (2012). Además, Berganza también dedicó la última parte de su carrera a la enseñanza, impartiendo clases en la Escuela Superior de Música Reina Sofía además de ofrecer clases maestras en varias partes del mundo.

La mezzosoprano madrileña llevó por los escenarios de todo el mundo una técnica que la elevó al podio de los mejores cantantes operísticos del siglo XX, un virtuosismo que ella achacaba no solo a un don innato sino al estudio tenaz y la disciplina, que defendió con ahínco: "Yo soy música antes que nada", proclamaba entonces, tal y como ahora recoge Efe. Berganza paseó por la Scala de Milán, la Ópera de Viena, el Covent Garden de Londres o el Metropolitan de Nueva York una voz castiza traída de su niñez en la calle de San Isidro y de sus juegos infantiles por barrios cercanos al Teatro Real. Precisamente este fue otro de los templos que se le rindieron, como lo hizo también el Teatro de la Zarzuela, género que constituyó uno de sus emblemas musicales, junto a Rossini y a Mozart.

Retirada de los escenarios desde 2008


A los 80 años presumía de ser tan apasionada como de joven, y de llamar a las cosas por su nombre, "al pan, pan y al vino, vino". "Soy -sentenciaba- la mala, la oveja negra de la lírica por decir lo que siento". Y eso que había temas de los que nunca quiso opinar, como las acusaciones por acoso sexual a Plácido Domingo. "Me da mucha pena porque lo quiero y es mi amigo", afirmaba. Junto a él y otros gigantes de la ópera fue galardonada en 1991 con Príncipe de Asturias de las Artes. En cambio, sí se mostró clara cuando confesó sentir "vergüenza" por la situación en Gaza y dijo que no entendía que Israel perpetrara "lo que a ellos (les hacían) hace muy pocos años".

 


Se retiró de las tablas tras 58 años en 2008 al quedarse sin voz durante un espectáculo en Santander por la preocupación por la operación de una de sus nietas. En todo caso tampoco se sentía cómoda con la moda de adaptar a escenografías modernas los clásicos de la ópera y no podía soportar que una ópera de Mozart se ambientara en los años 50, lo veía "una falta de respeto, tanto al libretista como al compositor". "No soy retrógrada, soy cabezota, pero mis gustos y mis pasiones estarán conmigo hasta la muerte", decía también sobre la música actual: "Me pasa lo mismo que con la pintura: no quiero descubrir otras cosas. Goya, Durero, Tintoretto... me siguen haciendo llorar".