El 5 de abril de 1971 el semanario francés Le Nouvel Observateur publica un manifiesto, redactado por Simone de Beauvoir, donde 343 mujeres se declaran culpables de haber cometido un delito castigado con la cárcel: el aborto. Entre ellas, caras populares como las de Catherine Deneuve, Brigitte Fontaine o Agnès Varda, pero también centenares de desconocidas, en una sola voz que rompe el silencio para reclamar el derecho de todas a disponer de su p*** cuerpo. Un lustro después, el 12 de noviembre de 1976, miles de feministas catalanas —organizadas alrededor de la Associació Catalana de la Dona— llenan las calles de Barcelona blandiendo pancartas con el lema “Yo también soy adúltera”. Entre ellas, caras populares como las de Maruja Torres, Pilar Aymerich o Montserrat Roig, pero también centenares de desconocidas, en una sola voz que rompe el silencio para exigir la abolición del delito de adulterio y la amnistía para todas las mujeres condenadas, así como una ley de divorcio, el derecho a la patria potestad y el aborto libre y gratuito. 

Fue el mediático caso de María Angeles Muñoz —una obrera de Albacete denunciada por su (ex)marido, que la había abandonado cuatro años atrás, para obtener la custodia de la hija— el que desencadenó un descontento masivo que se transformó en campaña feminista. Una mujer, miles de mujeres, todas las mujeres. Como escribe Luna Miguel en el prólogo de Ramona, adiós, en relación a las protagonistas del debut novelesco de Montserrat Roig: “Tres vidas, de tres mujeres, y en ellas el reflejo de todas las vidas, o de todas las violencias, o de todos los amores, o de todas las revoluciones, o de todas las pasiones, o de todas las aspiraciones de la feminidad misma. Tres mujeres que, en su intimidad, y en su osadía, son algo más que tres mujeres”. 

Traducimos libros de lenguas minorizadas al castellano, poniendo mucho énfasis en que se trata de una traducción. Tradicionalmente, esto se ha invisibilizado, dando a entender que algunos libros han sido escritos en castellano como lengua original

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Maruja Torres y Montserrat Roig, entre otras adúlteras / Foto: Colita.

Superpoder

Como abrazando la voz colectiva de Montserrat Roig bajo un nombre múltiple, es otra Montserrat, Munts Brunet Navarro, una de las miembras (así con a), de consonni (así en minúscula), quien me habla de esta editorial con sede en Bilbao que ha recuperado, traducido y traído al presente la obra de esta gran feminista, periodista y novelista catalana. “Desde 1996 producimos cultura crítica, y en la actualidad apostamos por la palabra escrita y también murmurada, sentida, silenciada, declamada; la palabra hecha acción, hecha cuerpo. Somos una criatura andrógina y policéfala, con los feminismos y la escucha como superpoderes. Para nosotras la edición es un espacio de refugio, un trabajo que nos gusta denominar ‘arqueología literaria’. Intentamos recuperar obras que no se han traducido hasta ahora o bien están descatalogadas y son difíciles de encontrar, pero que consideramos que es muy importante que la gente lea.” Y de nuevo tres mujeres amplificando la voz silenciada de todas las mujeres doblemente oprimidas: “Las tres socias actuales de la cooperativa somos una vasca (María Mur Dean), una gallega (Maria Macía Dávila) y yo misma, una catalana. Traducimos libros de lenguas minorizadas —como el euskera, el gallego o el catalán— al castellano, poniendo mucho énfasis en que se trata de una traducción. Tradicionalmente, esto se ha invisibilizado, dando a entender que algunos libros han sido escritos en castellano como lengua original.”

“En el caso de Montserrat Roig —continúa explicando Munts—, le vemos todo el sentido a releerla en la actualidad. Nos atraviesa de una manera muy potente, tanto en las temáticas como en su manera de hacer. El hecho que la traducción de sus obras al castellano sea prácticamente inaccesible (hubo traducciones en los 90 que han quedado desfasadas y están totalmente descatalogadas), nos empujó a hacer ‘memoria viva’, en palabras de Aina Torres. Cómo ella decía: ‘Si hay un acto de amor, este es la memoria’. De forma que activamos toda ‘la arqueología literaria’ a su alrededor. Traer a Montserrat Roig al presente es una labor de mucha responsabilidad, pero la hicimos con muchísima ilusión. ¡Y para hacerla bien, tuvimos que preguntar mucho!”

Fue a encontrarse con Josep Pla en su masía de Llofriu. El carpetovetónico ampurdanés le espetó: ‘Señorita, con estas piernas que tiene, no hace falta que escriba’

Lo primero que llama la atención del libro editado por consonni es su belleza gráfica, resultado de la conjugación del elegante diseño de Rosa Llop con la imagen de portada de Alba Yruela, joven artista con un trabajo íntimo y diarístico, que emplea la fotografía como Roig la palabra. También, bien visibles en el centro de la cubierta, los nombres de la traductora, Gemma Deza Guil, y la antecitada prologuista, Luna Miguel. Y en efecto, en las primeras páginas, una avalancha de blurbs firmados por pioneras como Ana María Moix o Isabel-Clara Simó, junto a las voces presentes de Betsabé García, Najat el Hachmi, Bel Olid o David Fernández, que dan palabra del esfuerzo genealógico y las maneras de hacer feministas de este proyecto editorial.

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Edición de consonni de la traducción al castellano de la primera novela de Montserrat Roig / Foto: consonni.

Empeñarse en escribir pese a tener las piernas bonitas

Es muy conocida aquella anécdota de cuando una joven Montserrat Roig, en 1972, con 25 años, vestida con una moderna minifalda, fue a encontrarse con Josep Pla en su masía de Llofriu por un reportaje para la revista Destino. El carpetovetónico ampurdanés le espetó: “Señorita, con estas piernas que tiene, no hace falta que escriba”. ¡Bum! Y después, el escritor con maneras de Ancien Régime, aun siguió cuestionando la profesionalidad de la autora diciéndole: “Muchos creen que todo es fácil. Y escribir es muy difícil, en fin. ¿Usted ha leído mucho? (…) Yo no le aconsejaría a usted escribir novelas, me dedicaría a hacer muchas cosas más. Viajes, paisajes y retratos. La novela, si no se hace bien es fatal.” Meses después de la desagradable entrevista con Pla (“Alguien dijo, en cierta ocasión, que es mejor no conocer nunca a los escritores que se admiran. Acaso sea verdad…”, escribió ella al comienzo de su artículo), Montserrat Roig publicó su primera novela: Ramona, adiós, haciendo gala de un excepcional virtuosismo literario que no solo recae en el contenido, sino que destaca especialmente en el uso del monólogo interior de las protagonistas, e incluso la escritura diarística, consiguiendo algo tan difícil como es adentrarnos en los pensamientos y discursos que, por aquel entonces, quedaban exclusivamente en lo doméstico. La excusa perfecta para explicar momentos clave de la historia de nuestro país, abarcando un periodo histórico muy amplio, desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, con todas sus respectivas problemáticas acechando la vida de las protagonistas. ¡Bum! Esta es la clave de la obra de Roig, hacer de lo privado algo político, centrando su reflexión en los vínculos afectivos, como también hacía Annie Ernaux, marcando a las generaciones de feministas de los años noventa y principios de los dos mil.

Este olvido se debe al hecho que fue muy crítica con el statu quo: catalanista, feminista, discrepante con la Transición, con sus compañeros hombres de militancia, denunciando el machismo entre las izquierdas

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Josep Pla i Montserrat Roig, dos plumas a mil mares de distancia. Foto: Biblioteca de Catalunya

“Es una autora de culto —sigue la editora—, todavía desconocida para el gran público, en especial fuera de Cataluña. Y este olvido se debe al hecho que fue muy crítica con el statu quo: catalanista, feminista, discrepante con la Transición, con sus compañeros hombres de militancia, denunciando el machismo entre las izquierdas… Es un drama que sus novelas sean hoy tan difíciles de encontrar. Por eso tenemos previsto traducirlas todas. Queremos llevar esta memoria al presente para ‘linkarla’ con el público más joven. Hay muchas autoras actuales como Luna Miguel o Lara Moreno que la llevan reivindicando desde hace tiempo. Entre todas, estamos tratando de devolver a Montserrat Roig al lugar que le corresponde. Es importante ver cómo siguen de vigentes todos los problemas que ella planteaba. Tenemos que aprender del pasado para poder repensar el presente y, como dice Donna Haraway, “hacer un mundo con más sentido”. Y para lograrlo, los feminismos son fundamentales”. ¡Bum!