Marcelo Brodsky (Buenos Aires, 1954) es un fotógrafo argentino, más conocido por su faceta de artista contemporáneo. Sobresale por la conexión que realiza entre arte y derechos humanos; sus obras más populares son fotografías propias o ajenas, intervenidas, con temáticas relacionadas con la memoria histórica. En 1976, ante la represión desencadenada por la dictadura militar argentina, se exilió a Barcelona, donde estudió fotografía y económicas. De vuelta a su país se integró en la agencia de imágenes Latin Stock, que dirigió durante 30 años. Muchas de sus obras giran en torno a violaciones de los derechos humanos, algunas de ellas referentes a la represión en Argentina durante la dictadura. Ha venido a Barcelona para presentar su libro 1968. El fuego de las ideas (editorial RM) en la Fundació Tàpies y en esta ocasión ha sido entrevistado por El Nacional.

 

¿Qué relación tienen, para usted, los derechos humanos con el arte?
Me interesa mucho la conexión entre arte y derechos humanos y he dedicado muchos esfuerzos a investigar cómo contar los abusos contra los derechos humanos. Quiero que el discurso circule de otra manera, porque lo que se repite mucho cansa. Ahora dirijo una ONG, Acción Visual, que se dedica a promover el uso de técnicas visuales en la defensa de los derechos humanos. Una de nuestras últimas acciones ha sido recrear imágenes de los muertos en la matanza de Ayotzinapa (en Iguala, México), en diferentes partes del mundo. También soy fundador y miembro del consejo del Parque de la Memoria, de Buenos Aires, donde se recuerda el terrorismo de Estado argentino. Es un lugar en que los visitantes recorren un muro donde están los nombres de las víctimas y después echan flores al río.

¿Qué relación tiene, para usted, la fotografía con la memoria histórica?
Tengo un libro, Buena memoria, centrado en la historia de mi colegio y mis compañeros de clase. A partir de una fotografía de mis compañeros de clase investigué las consecuencias de la dictadura sobre ellos, e intervine la fotografía destacando en la misma imagen su experiencia. Algunos de ellos desaparecieron, víctimas de la represión, y dejé constancia de ello en la foto. Es una obra que está en los principales museos del mundo. Buena memoria era un punto de partida sólido para trabajar en la intervención de fotografías, porque era un método innovador. A partir de este libro profundicé en la técnica de intervención de fotografías y la apliqué a muchos otros campos.

En 1968, aquí, había dictadura, pero ya se había perdido el miedo

1968 Plaça de les tres cultures Mexic D.F - Marcelo Brodsky

Exposición 1968 en la Plaza de las Tres Culturas. México D.F. Foto: Marcelo Brodsky.

Es la técnica que también ha usado en su último libro…
Retomando esta intervención sobre fotografía de archivos, ahora llevo tres años trabajando el tema de las revueltas de 1968. Quería incluir una fotografía de la Capuchinada, pero no la encontré, no había ninguna que me acabara de convencer. Pero incluí una foto de un recital de Raimon en la Complutense de Madrid. Me llamó la atención porque es bastante activa. No se ve el miedo, que es lo que uno esperaría encontrar durante el franquismo. Aquí había dictadura, pero ya se había perdido el miedo.

¿Por qué trabajar sobre el 1968?
En este libro he tenido que recurrir a imágenes de otros fotógrafos, porque yo en 1968 tenía 13 años. Pero las ideas del 68 afectaron mucho a mi vida… Soy heredero del 68. Algunas cosas que se propusieron en ese momento se consiguieron, otras no… Algunas ya son reales, como la igualdad de género en algunos lugares…

Sus obras están vinculadas a una meticulosa investigación histórica.
Todas mis obras tienen una historia. Yo investigo a fondo qué sucedió cuando se hicieron las fotografías que trabajo: qué pasó en este momento, en ese lugar... Hay veces que identifico a la gente de las fotos e intento averiguar qué pasó con ellos. En la foto de la Complutense, vi que había la imagen de un represaliado, y lo vinculé, en mi intervención, al caso de Granados y Delgado, dos anarquistas ejecutados por el franquismo a pesar de ser inocentes. También me sorprendió encontrar, entre los estudiantes retratados en mayo de 1968, una foto del Che, y por eso la destaqué. Siete meses después de la muerte, el Che ya estaba en la Complutense. Es interesante la velocidad a que se transmiten las imágenes y los mitos.

Convertir fotos en obras de arte es una forma de conseguir que circulen de una forma distinta a como funcionan habitualmente

Marcelo Brodsky - Sergi Alcazar

Marcelo Brodsky. Foto: Sergi Alcàzar.

¿Usted usa tanto imágenes propias como de otros fotógrafos?
Tengo muchos libros hechos con mis fotos, en otros combino las fotos mías con las de otros, y hay otros en que recurro a fotos licenciadas. Para mi trabajo no es significativo si la foto es mía o no. Si necesito una imagen la licencio, siempre legalmente, respetando los derechos del autor, no la bajo de la web. En todas estas obras no hay una apropiación de las fotos de otros: dejo bien claro lo que no es mío, en todas partes figura claramente su autoría. Pero convertir estas fotos en obras de arte es una forma de conseguir que circulen de una forma distinta a como funcionan habitualmente en el diario, en que la gente pasa por encima de las fotos problemáticas, intenta protegerse del dramatismo del mundo. Pero cuando una foto se pone en una exposición, entra en un circuito de circulación de ideas, en un proyecto cultural, y la imagen genera un debate distinto… Se sitúa en un lugar más conceptual.

Mi obra es un ensayo de búsqueda de un lenguaje narrativo, intenta encontrar la forma de contar la historia a las nuevas generaciones

Bienal de Lyon - Marcelo brodsky

Exposición de 1968 en la Bienal de Lyon.

¿Por qué explica la historia mediante fotografías intervenidas?
La gente más joven, si no hay imagen, no presta atención a ningún mensaje. Ni lo lee. La historia hay que contarla con imágenes. Se ha de buscar un lenguaje narrativo con imágenes. Hay gente joven que no tiene ni idea de qué fue el 1968 y se le tiene que contar esto a través de la imagen, porque ni lee. Mi obra es un ensayo de búsqueda de un lenguaje narrativo, intenta encontrar la forma de contar la historia a las nuevas generaciones. Lo importante, para mí, es la narración, no de quién es la imagen. Mi trabajo sobre el 1968, aunque tiene connotaciones políticas, es un libro básicamente sobre la imagen. Era necesario hacerlo, porque está cambiando el lenguaje, con la irrupción de la imagen con las redes, internet… Esto afecta incluso a la lengua.  Por eso también hice un libro llamado Correspondencia, con el fotógrafo Martin Parr, en el que dialogábamos exclusivamente a través de fotos…

¿Qué proceso técnico usa para resignificar las fotografías?
Yo primero intervengo la foto técnicamente, y después la imprimo. Pero no la imprimo sobre papel fotográfico, porque el papel fotográfico da problemas para manipularlo, porque no permite hacer muchas cosas con él. Por eso yo imprimo las fotografías sobre papel de algodón, que reacciona como una tela. Y así puedo usar acuarela, crayón y lo que sea para modificar la fotografía… Trabajo siempre sobre imágenes en alta calidad, que me envían en archivos informáticos. A veces son tan precisos que se puede reconocer a las personas; a veces las uso para que los retratados se identifiquen a sí mismos o identifiquen a otros.

Barcelona me lo dio todo

Marcelo Brodsky  Sergi Alcazar 04

Marcelo Brodsky. Sergi Alcàzar.

Estuvo en Barcelona, exiliado, cuando era muy joven. ¿Qué le aportó esta ciudad?
Todo. Yo llegué con 22 años. Todavía no era fotógrafo. Me formé aquí con Manuel Esclusa y me hice economista. Trabajaba en una fábrica de tortas en la calle Escorial. Vivía en Guinardó, me lo pasaba muy bien; incluso tenía una casa en l’Empordà. En 1982 escribí un libro de poesía en Barcelona, mi primer libro, por eso me siento muy a gusto aquí. Me encantaron los 8 años que pasé en Barcelona. Y cuando terminé la carrera y ya era fotógrafo, decidí volver a Argentina y abrí una agencia de imágenes, Latin Stock, que funcionó durante 30 años. Ya no funciona. Estamos pasando por un momento malo para los derechos de autor de las imágenes, aunque la imagen está más viva que nunca… Es paradójico.

¿Qué fotografías hizo en Barcelona?
Tengo un capítulo entero de mi libro Nexo dedicado a Barcelona, que ya dio lugar a una exposición en la Virreina. Son imágenes de mi estancia en esta ciudad, realizadas en 1979, el año en que desapareció mi hermano en Argentina. Mi autorretrato fusilado, realizado en la plaza Sant Felip Neri, es una de las imágenes importantes de mi carrera, una crónica sobre mi exilio.

La exposición que tengo ahora en la plaza de las Tres Culturas es quizá lo más importante que he hecho en mi vida

1968 Plaça de les tres cultures Mexic D.F - Marcelo Brodsky

Exposición de 1968 en Tlatelolco, México. Foto: Marcelo Brodsky.

¿Cuáles son sus proyectos, en estos momentos?
En este momento estoy trabajando en varias cosas al mismo tiempo. La exposición sobre el 1968 está expuesta en copias de 2x3 metros en la Plaza de las Tres Culturas, de Tlatelolco, en México. Son 30 imágenes que ocupan todo el espacio del lugar, es una intervención de arte público. Es algo muy importante para mí; es quizá lo más importante que he hecho en mi vida. Allí mataron a 200 muchachos, y la exposición está allí mismo. Y además se hace en México, un país en que hay una gran tradición fotográfica. Y también el mismo proyecto se presenta en la Bienal de Lyon, el principal acontecimiento de arte contemporáneo de Francia. En este momento tengo una exposición colectiva en Brasil, sobre las consecuencias de las dictaduras, y también tengo una exposición sobre migraciones en Colombia, en la Bienal Sur de Cúcuta.

Muchos proyectos…
No es lo habitual, pero ahora mismo tengo muchos proyectos en marcha. Una cosa me lleva a la otra. Cuando fui a Lituania a presentar una exposición, los lituanos me mostraron imágenes tomadas por el KGB y que se conservan en los archivos lituanos, y decidí que eran materiales óptimos para ser intervenidos. Y hace poco localicé unas fotos del mayo de 1968 realizadas en París por la misma policía francesa. Eran muy buenas, porque ellos querían investigar a los activistas para perseguirlos. Y he decidido que también las intervendríamos.