Terranova, 10 de mayo de 1534. El navegante bretón Jacques Cartier, capitán de la escuadra formada por las naves Grand Hermine, Petite Hermine y Emerillon, desembarcaba en el extremo este de la isla. Cartier y los 110 tripulantes de la expedición estaban convencidos de que eran los primeros europeos que ponían los pies en aquellas tierras. Aunque Joan Cabot lo había hecho treinta y siete años antes (24 de junio de 1497). Y, todavía más, la capitana vikinga Freydis Eiriksdottir lo había hecho cinco siglos antes (en torno al año 1000).

Pero pronto su ilusión se disipó. Al circunvalar Terranova, Cartier y sus hombres encontraron una docena de pequeñas factorías vascas, formadas por pescadores dedicados a la producción derivada de la pesca de la ballena. Modernamente, algunos estudios afirmarían que los vascos frecuentaban las costas de Terranova desde 1375. Ciento diecisiete años antes que el primer viaje colombino. ¿Es cierto eso? Y si lo es, ¿eran conscientes de que habían llegado a un nuevo continente? Y si lo eran, ¿por qué no lo hicieron saber al mundo?

Mapa de la costa oeste de Terranova. El detalle nos muestra un galeote ballenero, una txalupa, y un grupo de pescadores vascos. Fuente EITB Euskal Irratia Telebista (1)

Mapa de la costa oeste de Terranova. El detalle nos muestra un galeote ballenero, una txalupa y un grupo de pescadores vascos / Fuente: Euskal Irratia Telebista

Los balleneros vascos

La pesca de la ballena se convirtió en una actividad muy lucrativa a partir del siglo XIV. Y los pescadores vascos —los arrantzaleak— se especializaron en esta actividad. Primero se introdujeron en las tenebrosas aguas de los mares Cantábrico y Celta (el cuadrante marítimo entre la península Ibérica y las islas Británicas), que en aquella época prácticamente no eran transitadas. En este punto es importante destacar que el tráfico naval en el Atlántico europeo era de cabotaje (recorriendo la línea de la costa), por el temor que inspiraban aquellas ignotas aguas. Por lo tanto, la iniciativa vasca tenía una gran importancia. Eran los primeros navegantes que se lanzaban a mar abierto. Ni los vikingos lo habían hecho.

¿Por qué ballenas?

Al principio del siglo XIV, la ballena fue considerada "el cerdo del mar". Se aprovechaba todo de ella. La carne era troceada y ahumada para conservarla y era destinada al consumo humano, básicamente de las clases humildes de la Europa atlántica. La grasa era fundida y convertida en aceite, que se utilizaba como combustible para iluminar, es decir, como sustitutivo de la cera, que era especialmente escasa y cara en la Europa atlántica. Los huesos eran manipulados y transformados en pequeños muebles que tenían un mercado muy amplio. Y las barbas serían introducidas en la confección de vestuario femenino de lujo por toda Europa, como varas de los corpiños o de las faldas.

Reconstrucción de un ballenero. Fuente Albaola Itsas Kultur Faktoria

Reconstrucción de un ballenero / Fuente: Albaola Itsas Kultur Faktoria

Las cofradías vascas

A partir de la "conquista del mar", que es como los vascos conocen el salto de la pesca de bajura a la de altura —y que los llevaría al otro lado del Atlántico—, las cofradías vascas conocerían una revolución inédita. El gran beneficio económico era muy goloso. Pero comportaba grandes riesgos, y tenía una elevadísima siniestralidad. Los accidentes y las muertes eran frecuentes. Y a principios del siglo XVI las cofradías vascas crearon un sistema de cotizaciones con el objetivo de pagar prestaciones a pescadores inválidos y a viudas y huérfanos. Esta fuerza económica y este compromiso social explica, también, el porqué Cartier encontró a más de 1.000 vascos trajinando ballenas en Terranova.

Thomas Jefferson: "Los vascos lo empezaron"

Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos (1801-1809), proclamó: "Los vascos lo empezaron", cuando se refirió al proceso de industrialización de la joven república americana. Aquella cita era una clara referencia al aparato ballenero vasco de los siglos XVI y XVII: un mínimo de quince establecimientos (los que han sido localizados e identificados) dedicados a trocear los grandes cetáceos y a convertir su grasa en aceite. Algunas investigaciones arqueológicas actuales, como las de la profesora Selma Barkham Huxley, estiman que en la etapa de plenitud de aquella actividad (entre 1550 y 1650) en Terranova podía haber una población de 10.000 pescadores temporeros vascos.

Reconstrucción de una txalupa. Fuente Albaola Itsas Kultur Faktoria

Reconstrucción de una txalupa / Fuente: Albaola Itsas Kultur Faktoria

Los testimonios de la presencia vasca

El mismo Cartier anotó en su cuaderno de bitácora que los indígenas de Terranova utilizaban una fórmula de saludo claramente vasca. A la pregunta "¿Cómo estás?" respondían: "Apezak hobeto" ('los curas están mejor'), que era tradicional en el mundo vasco medieval. Y los mapas de Terranova cartografiados a principios del siglo XVII señalan la existencia de las viejas factorías de Port-aux-Basques y de Port-au-Choix y de Ingonachoix (que, según los lingüistas, son una deformación, respectivamente, de portutxoa ('puerto pequeño') y de aingura txarra ('lugar de mal fondeo'). Factorías que tenían una historia que se remontaba al siglo anterior (siglo XVI).

Mapa de Terranova y Acadia (siglo XVII). Fuente Bibliothèque Nationale de France

Mapa de Terranova y Acadia (siglo XVII) / Fuente: Bibliothèque Nationale de France

¿Llegaron a América antes que Colón?

Pero, hasta la actualidad, no se ha encontrado ningún testimonio documental o arqueológico que certifique que aquellos arrantzaleak se anticiparon a Colón o a Cabot. En la ciudad de Red Bay (en el margen izquierdo del canal de San Lorenzo) se han descubierto tres galeones balleneros vascos y cuatro pequeñas txalupak que fechan de principios del siglo XVI. De momento, no han aparecido otros testimonios cronológicamente anteriores. Pero, en cambio, con independencia de lo que pueda aparecer a partir de ahora, lo que sí que se puede certificar es que aquellos arrantzaleak tuvieron un papel decisivo en la colonización europea de Norteamérica y, también, en el despegue económico de su propio país, Euskal Herria.

 

Imagen principal: Mapa del Atlántico Norte (siglo XVI) / Fuente: Eusko Ikaskuntza