Josep Maria Torras i Ribé (Igualada, 1942). Doctor en Historia Moderna. Investigador, escritor, y catedrático emérito de la Universidad de Barcelona. Académico correspondiente de la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona. Especializado en el siglo XVIII catalán, ha estudiado abastecimiento la represión desatada por el régimen borbónico después de la ocupación del país (1714), y durante la larga posguerra del conflicto sucesorio hispánico. Ha escrito y publicado catorce libros. El último: Misèria, poder i corrupció a la Catalunya borbònica, 1714-1808 (Rafael Dalmau Editors, 2020), galardonado con el Premi Ferran Soldevila 2021 -concedido por la Fundación Congreso de Cultura Catalana- al mejor trabajo de investigación histórica publicado en el 2020.

Entrevista Josep Maria Torres i Ribé, profesor del departamento de historia moderna Carlos Baglietto (10)Josep Maria Torres i Ribé / Fotografía: Carlos Baglietto

Profesor, ¿la represión borbónica fue una venganza para el posicionamiento catalán en la Guerra de Sucesión?

Debo decir que en los cenáculos cortesanos de Madrid ya había una cultura punitiva contra Catalunya que se remontaba al siglo anterior, durante el reinado de los últimos Habsburgos. En la Europa de la centuria de 1600 se entregó un gran conflicto entre dos modelos de estado. Por una parte, el modelo tradicional de origen medieval, con un sistema de poder pactado entre los estamentos de aquellas sociedades. Y por otra parte, un nuevo modelo que pretendía concentrar todo el poder en la figura del rey, que proclamaba que el rey encarnaba el estado.

Por lo tanto, aquel conflicto ya tenía una historia, ¿verdad?

El origen del conflicto entre Catalunya y la monarquía hispánica se sitúa en aquel conflicto de modelos de estado y en aquel siglo XVII. Catalunya pretendía conservar el modelo tradicional y adaptarlo a la modernidad. Y, en cambio, la monarquía hispánica ambicionaba imponer el nuevo modelo absolutista. Y este conflicto, que es de ámbito europeo, arranca tres cuartos de siglo antes de la llegada del primer Borbón al trono de Madrid.

Por lo tanto, ¿podríamos decir que lo que hacen los primeros Borbones hispánicos es culminar el proyecto de los últimos Habsburgos hispánicos?

Sí. Es más, si los últimos Habsburgos (Felipe IV y Carlos II) no culminaron este proyecto, fue por el temor a que la resistencia catalana facilitara la invasión francesa. Y, como pasó entre 1641 y 1652, la separación de Catalunya. Pero, a partir de 1701, cuando en París y en Madrid reina la misma dinastía -los Borbones-, este temor desaparece. Y el proyecto de convertir la monarquía compuesta hispánica en un estado absolutista y unitario ya no se puede detener.

Portada del libro Misèria, poder y corrupció. Fuente Rafel Dalmau EditoresPortada del libro Misèria, poder i corrupció / Fuente: Rafel Dalmau Editors

Profesor, muchas veces pensamos que la sociedad catalana de la época estaba dividida en dos bloques refractarios, el minoritario partido borbónico -los colaboracionistas- y el mayoritario partido austriacista. ¿Eso era así?

No. La geografía de aquella guerra era muy volátil. Piense que la mitad occidental de Catalunya fue teatro de guerra desde 1708 (seis años antes de la capitulación de Barcelona). En aquel contexto de violencia, cuando veían que se acercaba un ejército o el otro, se producía un cambio en el poder local.

¿Sería el caso de Cervera, mal denominada "ciudad colaboracionista"?

Y el de Manlleu, y el de Berga, y el de Centelles, y el de muchas otras villas situadas en la zona de guerra.

¿Un cambio en el gobierno en la Paeria, así de sencillo?

No tanto. Estos cambios de poder tenían una raíz profunda. Obedecían a un conflicto, que también venía del siglo anterior, que enfrentaba a aquellas sociedades locales. Por una parte estaban los comerciantes, los profesionales liberales, los menestrales (los gremios), y el pequeño campesinado, que profesarían la causa austriacista. Y por otra parte, estaba la nobleza y los terratenientes agrarios, que profesarían la causa borbónica porque habían recibido una promesa de beneficios por parte del régimen de Felipe V.

¿Me está diciendo que el régimen borbónico "compró" una parte de la sociedad catalana para su causa?

Sí, se puede decir así.

¿Y que la Guerra de Sucesión fue, también, una guerra civil catalana?

No. Había una lucha entre estos dos bloques para ejercer el poder local. Pero esta lucha quedaba subordinada a la amenaza que representaba un ejército que se acercaba. En este punto se tiene que decir que, estos desplazamientos oscilantes del poder local en ciudades situadas en zona de guerra, casi siempre eran pactados.

Entrevista Josep Maria Torres i Ribé, profesor del departamento de historia moderna Carlos Baglietto (8)Josep Maria Torres i Ribé / Fotografía: Carlos Baglietto

Profesor, ¿Catalunya pierde la guerra o la pierde el partido austriacista catalán?

Es el país, globalmente, quien pierde la guerra. Es Catalunya quien pierde la guerra. Además de todo lo que perdió a nivel político, jurídico, cultural y económico, Catalunya sufrió un exilio formidable que comprometió muy seriamente su recuperación: perdió 30.000 "cerebros", que eran la gente más emprendedora comercialmente, más cultivada intelectualmente, y mejor relacionada internacionalmente.

Hablando del exilio, ¿fue un movimiento en bloque, o la suma de muchas individualidades?

Hubo de todo. Pero aquella geografía volátil de la guerra de la que hablaba anteriormente, también tuvo su reflejo en el exilio. Algunas familias destacadas del partido austriacista no se exiliaron en bloque. Vemos algunos casos en que el padre se marcha hacia Viena, pero el hijo -que ha estado menos implicado políticamente-, se queda en Catalunya para evitar que el nuevo régimen borbónico les confisque el patrimonio.

Hablamos de la represión que viene acto seguido al fin de la guerra. Generalmente imaginamos que este aparato represor estaba formado, exclusivamente, por personal forastero: castellanos y franceses. ¿Es cierto eso?

No. Había algunos catalanes. Como Josep Alòs o Francesc Ametller, dos juristas que recibieron el encargo de implementar el nuevo régimen político borbónico en Catalunya. Estos dos personajes arrasaron el sistema histórico de elección de cargos por insaculaciones (una especie de sorteo entre los candidatos a ejercer aquellos cargos); e impusieron el de nombramiento de cargos a dedo. Es allí donde se ve, en toda su dimensión, la ideología del régimen borbónico.

¿Estos "colaboracionistas" formaban parte de aquella nobleza y de aquellos terratenientes que había "comprado" el régimen borbónico?

No. Estos dos personajes procedían de un grupo muy minoritario de familias del país que tenían una tradición profesional como funcionarios del aparato hispánico en Catalunya. Y por lo tanto o bien por convicción o bien por interés, bebían de la ideología que brotaba del régimen hispánico.

Grabado que representa una fàbrica en Barcelona (finales del siglo XVIII). Font Enciclopedia

Grabado que representa una faábrica en Barcelona (finales del siglo XVIII) / Fuente: Enciclopedia

¿Qué consecuencias tuvo, para el poder, este cambio de sistema?

Para empezar, una terrible depuración política e ideológica. Y para continuar, la implantación de un nuevo sistema absolutamente corrupto desde el inicio. La base del sistema que el régimen borbónico implantó en Catalunya era el clientelismo y la corrupción.

¿Qué me dice de la represión fiscal?

Fue brutal. El régimen borbónico sustituyó el sistema histórico de contribución pactada por el de fiscalidad impuesta. Impusieron el Catastro, que se demostró un instrumento que arruinaba la economía del país; y una batería de impuestos indirectos; como el dret de bolla, el impuesto del tabaco, el impuesto de la sal, el papel sellado... Piense que, por ejemplo, en el caso del impuesto de la sal, se obligaba a las familias catalanas a comprar sal que no consumían, con el único propósito de generar y recaudar el impuesto.

¿Este sistema fiscal estaba armonizado con el resto de territorios de la monarquía borbónica española?

No. El origen histórico del espolio fiscal en Catalunya se produce con la imposición del sistema tributario del régimen borbónico. Que, no lo olvidemos, es fruto de la ocupación militar borbónica del país. Fíjese hasta qué punto hay una relación directa entre estos dos fenómenos, que esta recaudación -¡durante décadas!- se invirtió, exclusivamente, en el mantenimiento de aquellas fuerzas de ocupación (más de 30.000 soldados para un país de 500.000 habitantes) y para la construcción de las grandes fortalezas destinadas a tener a los catalanes sometidos. ¿O alguien se piensa que la Ciutadella nos salió gratis?

¿En aquel contexto de posguerra y de miseria, cómo lo hacía la gente para pagar?

El régimen borbónico creó un sistema de cobro muy coercitivo. Enviaban a los militares a cobrar a las casas. Y la familia que no podía pagar, le ponían los soldados dentro de casa, y les tenían que mantener hasta que pagaban. En muchas ocasiones, para quitarse de encima de aquella soldadesca que los maltrataba dentro de sus propias casas, acababan pagando con el grano de semilla destinado a la siembra del año siguiente. Es decir, se arruinaban definitivamente.

Y, entonces, el año siguiente, cuando no habían podido sembrar ni coger, ¿qué pasaba?

Entonces les confiscaban los bienes: la casa, la tierra, los animales, las herramientas... Y los subastaban. Aquellas familias se quedaban con una mano por delante y otra por detrás. Condenados a morir en vida.

¿Cómo reaccionan las capas más humildes de la sociedad catalana?

El sistema tributario borbónico provoca un clima generalizado de malestar y de revuelta que, en algunos casos, culmina con actos de violencia. Sería el caso, por ejemplo, de Tortellà, en la Garrotxa. En este pueblo, la gente echó a golpes de piedra y de bastón a los cobradores de impuestos borbónicos.

Entrevista Josep Maria Torres i Ribé, profesor del departamento de historia moderna Carlos Baglietto (4)

Josep Maria Torres i Ribé / Fotografía: Carlos Baglietto

Profesor, sabemos que a partir de 1750, Catalunya empieza a mostrar síntomas de recuperación. Y cierta historiografía española ve una pretendida generosidad y magnanimidad del régimen borbónico con los catalanes. ¿Eso es cierto?

En absoluto. El país sale de aquel brutal escenario de posguerra, que duró un mínimo de cuatro décadas, por sus propios medios. El régimen borbónico no intervino para nada. Todo lo contrario.

¿Cuáles son los motivos que explican que Catalunya, sometida a aquella terrible represión borbónica, consiga recuperar, progresivamente, el ritmo anterior a la guerra?

Se resume en aquel viejo dicho que dice que "los catalanes de las piedras sacan panes".

¿Cómo lo concretaría?

Son tres causas, básicamente, las que explican esta recuperación. La primera sería un régimen ancestral de propiedad y de explotación de la tierra muy repartido, que facilitó la reaparición de miles de iniciativas agrarias familiares. La segunda sería un cambio de cultivos, que ya se había iniciado antes de la guerra, de productos de autoconsumo hacia productos comerciales; como la uva para fabricar aguardiente que se destinaba a la exportación. Y la tercera sería una coyuntura internacional favorable. Como puede ver, en esta recuperación, los Borbones no tienen ningún papel.

Mapa borbònic de Catalunya (1760). Fuente Cartoteca de Catalunya

Mapa borbónico de Catalunya (1760) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

¿Es decir que el eje campo-fábrica es el que explica aquella recuperación?

Sí. Las familias campesinas, propietarias o arrendatarias, ensanchan sus explotaciones y aumentan su producción arrancando de cuajo bosques y páramos, y plantando viña, aunque saben que no empezará a rendir hasta pasados diez años. Hay una cultura de inversión y de confianza, a pesar de la represión del régimen, que explica aquella formidable empresa.

¿Por qué pinos por vides?

¡La uva que producen ya no es tan solo para el autoconsumo, sino que, mayoritariamente, se envía a destilar en las fábricas de Reus, de Mataró, o de Barcelona, que fabrican aguardiente y que se exporta a los países del Atlántico norte europeo, ¡sin pasar por el cuello de embudo de la Casa de Contratación de Sevilla!

¿Entonces, estamos hablando de una primera creación y acumulación de capitales?

¡Y tanto! El aguardiente catalán tenía un valor ínfimo en Catalunya, pero en cambio era muy apreciado en Londres, en Amsterdam, en Copenhague, en Hamburgo...; incluso en las colonias británicas y neerlandesas de América. Y los mercantes catalanes no volvían vacíos. Ya había un concepto claro de rentabilidad: de retorno importaban trigo de Polonia o bacalao de Escandinavia, que allí eran productos con una oferta-demanda equilibrada, y en cambio, en Catalunya era deficitaria. Como puede ver, los Borbones no intervienen para nada.

Sin embargo, si el país había perdido sus clases mercantiles -arruinadas o exiliadas-, ¿de dónde salen estos emprendedores?

Surgen entre la clase campesina media y los pequeños tenderos emprendedores. Son gente que no tienen una relación directa con las clases mercantiles anteriores a la guerra; pero sí que recogen el testimonio de la cultura mercantil anterior a la guerra. Son gente que, como decía antes, tienen una cultura de inversión y de confianza, aunque no tienen ni el apoyo ni el amparo del régimen.

¿Podemos hablar de una represión comercial?

Las clases más dinámicas de la posguerra siempre vieron el régimen borbónico como un sistema que había castigado las clases productivas del país. Incluso, lo pensaban aquellos catalanes que, ideológicamente, eran más próximos al régimen borbónico. En el Memorial de Greuges de 1760 (la primera reivindicación catalana desde la ocupación de 1714), se pide la restauración del sistema de elección de cargos públicos por insaculación. Esta gente, que eran elementos más o menos próximos al régimen, argumentaban que la no presencia de los gremios, es decir, del aparato productivo en las instituciones de gobierno locales, representaba un freno al progreso económico.

¿Entonces, podemos decir que el régimen borbónico, desde el primer momento, trabajó contra Catalunya?

Podemos decir que la derrota de Catalunya en aquel conflicto tuvo unas consecuencias devastadoras. Durante la guerra, los borbónicos destruyeron todo el aparato productivo y causaron la interrupción repentina del progreso económico del país. Y después de la ocupación, no hicieron absolutamente nada para facilitar la recuperación de Catalunya. Al contrario. Perjudicaron el país todo lo que pudieron. Y "mataron" un proyecto económico de altos vuelos iniciado antes de la guerra. Se puede decir que el régimen borbónico impidió que Catalunya fuera la Holanda del sur.