Tal día como hoy del año 1327, hace 694 años, en Barcelona; moría el conde-rey Jaime II de Barcelona y de Aragón; denominado el Justo, que durante la década 1300-1310 había desplegado una intensa tarea diplomática ante las cancillerías de las principales potencias europeas (y competidoras de la casa de Barcelona) con el objetivo que lo nombraran y lo reconocieran como "Rex Bellator" (rey de la guerra) de la cristiandad (máxima autoridad política y militar de las tres grandes órdenes religiosas de la época: la Orden del Templo, la Orden de San Juan de Jerusalén —también llamada Hospitalaria— y la Orden del Santo Sepulcro).
Poco antes (1291), las fuerzas del Sultanato islámico de Egipto, comandadas por Baibars II; habían conquistado el reino cristiano de Jerusalén que, desde su creación (durante la Primera Cruzada, 1099), había sido defendido por las tres grandes órdenes religiosomilitares. La pérdida del reino de Jerusalén se atribuyó a las rivalidades entre estas tres órdenes principales; que, después del hecho, quedarían muy debilitadas y muy desacreditadas. En aquel momento, las principales cancillerías europeas, entre ellas la de Barcelona, se plantearon la unificación por la fuerza de las tres órdenes y la creación de un mando único (un único Gran Maestre), que sería nombrado Rex Bellator.
Mientras se debatió esta fórmula, Jaime II fue el candidato mejor situado para ocupar este cargo. Incluso, para asegurar sus posibilidades, Jaime II habría prometido que si lo nombraban, renunciaría a su condición de conde-rey de la Corona catalanoaragonesa a favor de su hijo primogénito y heredero Alfonso (futuro Alfonso III de Barcelona e IV de Aragón), que en aquel momento era un adolescente. No obstante, aquella propuesta no se llegó a concretar nunca. El año 1307, el rey Felipe IV de Francia se desentendió de todo, e inició la persecución, incautación y masacre de los templarios, que culminaría en 1312, con la desaparición de esta orden.
La desaparición de los templarios (1312) y el reparto de su tesoro y de sus propiedades entre las principales potencias europeas y las órdenes de los Hospitalarios (muy vinculada a las jerarquías católicas de Roma), rompió las confianzas políticas que lo tenían que hacer posible y se abandonó definitivamente el proyecto.