Flocel Sabaté i Curull (Barcelona, 1963). Catedrático de Historia Medieval en la Universitat de Lleida. Director del grupo de investigación consolidado en Estudios Medievales de la Universitat de Lleida. Investigador y escritor especializado en el proceso de formación de la identidad nacional catalana (siglos VIII a XIV). Miembro del Institut d'Estudis Catalans. Ha publicado más de 30 libros, el más reciente, La pena de mort a la Catalunya baixmedieval. Retrat d’una societat  (Editorial Base, 2021). Ha sido galardonado con la distinción de la Generalitat para la Promoción de la Investigación Universitaria (2000) y, en dos ocasiones, con el ICREA Acadèmia a la excelencia investigadora de los docentes de las universidades públicas (2015 y 2020).

Cuerpo, Entrevista Flocel Sabaté Carlos Baglietto

Profesor, conocemos muy bien el punto de inicio de Catalunya como entidad política, con el emperador Carlomagno y aquellos condes carolingios de los siglos VIII, IX y X. ¿Pero la identidad catalana surge, también, con aquellos condados primigenios?
Durante estos siglos se desarrolla un proceso de progresiva cohesión de los condados de matriz carolingia, situados en esta zona, que viven unas mismas circunstancias, con una percepción y asunción de una identidad común y que culminará en el siglo XII. Hacia el 1120 Enrico Pisano escribe el Liber Maiorichinus, para alabar a los pisanos que participaron en una coalición de ciudades mediterráneas dirigida por el conde de Barcelona que, en 1113, conquistaron efímeramente Mallorca. Significativamente, Ramón Berenguer III ―cobde de Barcelona― es definido como un "héroe catalán" que conduce "catalanes". En aquel momento, no hay una unidad política de los condados, pero desde fuera ya se perciben bajo una misma identidad cultural.

¿Más tarde de la independencia del año 987?
No es correcto hablar de independencia de Catalunya el 987. Entre los siglos XIX y XX ha habido una preocupación por encontrar un momento que funcionara como epicentro del surgimiento nacional. Calmette lo encontraba el 865, Pi i Arimon el 987, otros en 1068 y todavía se ha llevado al siglo XII y a inicios del siglo XIII. En realidad, hay que verlo como un proceso epigénico largo, que empieza con la crisis del Imperio carolingio, a mediados del siglo IX. A causa de la crisis del poder carolingio, el 878 Wifredo el Velloso sería el último conde designado por el rey francés. A partir de aquí, los condados se vuelven hereditarios y el fisco real pasa a ser condal.

¿Y qué papel juega el conde Borrell II, quien renuncia a renovar el vasallaje al rey de Francia, en este proceso?
Sobre todo, tiene que quedar claro que no es una cuestión de nombres y actuaciones de condes, sino una evolución de la sociedad. Situados en un mismo contexto delante de la frontera con Al-Andalus ―que se identifica con Hispania en aquel momento―, los condados de esta zona convergen en sus rasgos culturales, sociales y económicos. Eso pasa entre el siglo VIII y el XII, que es cuando el conde de Barcelona impone su preeminencia, pero todavía aceptando una fuerte fragmentación de jurisdicciones y rentas que quedan en manos de muchos otros señores.

A todos estos condes, digamos dependientes e independientes, son condes de Barcelona. ¿Eso quiere decir que los condes de Barcelona son los constructores de la identidad nacional catalana?
En primer lugar, no se puede hablar de identidad nacional en la alta edad media. A partir del siglo XIII la percepción exterior y la asunción por parte de la población de unos rasgos compartidos y unas instituciones comunes, que incluyen una representatividad, hacen que aparezcan expresiones de identidad colectiva como tierra y nación. Ahora bien, para llegar a este punto, ha sido necesaria una convergencia entre los diferentes condados, que es lo que tiene lugar entre el siglo VIII y el XII. El condado de Barcelona ha sido siempre el más pujante, pero ha tenido que respetar la independencia de todos los otros condados.

Conocemos bien a los condes de Barcelona, pero no tan bien o casi nada a los de Urgell o los de Rosselló...
En 1353 el rey Pedro el Ceremonioso ordena que se encuentre en el archivo el documento en que el rey de Francia otorga al conde de Barcelona la jurisdicción sobre el conjunto de Catalunya. El documento no se encontró, pero la orden de buscarlo ya deja claro que los problemas que sufre el rey para imponerse sobre los diferentes señores (condes, vizcondes, barones) se pretenden solucionar demostrando que en el origen ya había una preeminencia de Barcelona. Esta visión se ha ido agrandando todavía más con el mito de la Marca Hispánica. En la realidad, había una suma de condados independientes entre ellos que fueron convergiendo. Por justicia con la verdadera aportación de cada territorio, habría que corregir esta visión, todavía muy presente en la divulgación, demasiado centrada en los listados de condes de Barcelona.

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¿Cuál era la lengua de aquellos condados cerca del año 1000?
Una evolución del latín del cual tenemos varias muestras, especialmente en documentos de quejas, destinados a prácticas judiciales, denominados querimònies, que solían recoger expresiones populares, dejando así testimonio de la lengua realmente hablada por el pueblo. Eso nos permite apreciar la proximidad humana entre los condados, porque experimentan una evolución muy similar del latín hacia lo que se consolidará como catalán.

Durante el tiempo se han formulado varias hipótesis con relación al origen del nombre Catalunya. ¿Hay consenso, entre la comunidad académica, con relación a este origen?
Sí. Sabemos que primero aparece el gentilicio català y después el sustantivo Catalunya. Y que el gentilicio català es una evolución de castlà (castellano). La articulación del territorio se hizo mediante distritos presididos por castillos denominados castells termenats. Así se ocupó, en el siglo X, la franja fronteriza que separaba los condados de Al-Andalus y, a partir del siglo XI, se conquistaron los distritos musulmanes de Lleida y Tortosa. Era una tierra de castillos, que eran cuidados por los castlans.

Es decir, que eran la matriz que impulsaba la creación de nuevas economías y nuevas poblaciones...
Más que la matriz, eran el envoltorio de un proceso de incremento del espacio agrario, atracción de población y desarrollo en todos los sentidos. Esta función ha sido más trascendente de lo que nos pensamos: la mayoría de los términos municipales actuales coinciden con los límites de los primeros castells termenats, o son una suma de estos. El castell termenat era, pues, la base jurisdiccional y fiscal, y así funcionó hasta el siglo XIX.

¿Podríamos decir que la identidad catalana primigenia es la suma de las identidades locales de estos 'castells termenats'?
Propiamente, el castillo amojonado lo tenemos que entender como un distrito. Lo que sí que sucede es que el ser humano en la edad media no está nunca solo y su identidad surge en función de un grupo de solidaridad. Por lo tanto, tenemos que entender la vida social como un encaje de círculos de identidad y solidaridad. Amigos y parientes hacen un primer círculo, que da lugar a los bandos dentro de cada villa, pero al mismo tiempo todos los vecinos de la villa responden juntos a la defensa de un vecino, y así podríamos ir enlazando círculos hasta las expresiones nacionales, ya en el siglo XIII.

La pena de muerte en la Catalunya bajomedieval

Portada del libro  'La pena de mort a la Catalunya baixmedieval. Retrat d’una societat', de Flocel Sabaté (Editorial Base, 2021)

Demos un salto hacia atrás. Hay algunos historiadores que proponen que a finales del siglo VII (a finales de la monarquía visigótica hispánica, anteriormente a la invasión árabe y dos siglos antes de Wifredo el Velloso), ya existe una conciencia de identidad propia en los territorios del noreste peninsular. Y nos hablan de la rebelión de Flavius Paulus, el primer líder independentista de nuestra historia. ¿Qué hay de cierto en eso?
Hay actualmente un consenso sobre este tema. En primer lugar, los reinos germánicos, surgidos con la caída del imperio romano, llegan al siglo VII con signos de agotamiento; es decir, de crisis social y política. Mientras que los francos se reanimarán con un cambio de dinastía, los godos son sustituidos por los musulmanes. La crisis del siglo VII hay que matizarla y sectorializarla, porque al mismo tiempo hay indicativos de riqueza bien claros. La crisis política se basaba en el hecho de que desde el 636 el reino visigodo era dirigido por linajes nobiliarios asentados en el centro y el occidente peninsular. Había un malestar entre los nobles del sector nororiental de la Península y Septimania, que concordaba con los rasgos económicos y sociales de este territorio estirados desde época romana. Eso es lo que estalla el 673 y vuelve a aparecer el 710 al morir el rey Witiza y aparecer el peligro musulmán. Tanto Paulus como seguramente Agila el 710 se presentan como "rey del Oriente".

Hablemos de la marca de Gotia. ¿Marca de Gotia o Marca Hispánica?
El concepto Marca Hispánica aparece en el siglo XVII por  las reivindicaciones de Francia para absorber el conjunto de Catalunya. Aquella pretensión hace suponer que en la época carolingia había una unidad provincial equivalente a Catalunya denominada Marca Hispánica. En realidad, la expresión se documenta, tan sólo, quince veces en las crónicas reales entre 821 y 850 y sólo tiene un sentido geográfico. Es aconsejable no utilizar esta expresión, porque induce a error y enmascara la realidad de los diferentes condados completamente independientes entre ellos.

¿Y la Marca de Gotia?
A diferencia de ahora, los reyes medievales no eran homogeneizadores, sino que les gustaba presidir varios pueblos. Por eso los carolingios y sus sucesores mencionaban los godos entre los pueblos dominados, incluso en el siglo X, cuando ya estamos muy lejos del reino visigodo.

Hablamos de la identidad de aquella sociedad gótica. Hay historiadores que sostienen que otra raíz de la identidad catalana es el fenómeno del éxodo indígena hacia el reino de los francos que se produjo durante la invasión árabe, entre el 717 y el 723. Y que este fenómeno se completaría, pasadas dos o tres generaciones, con el retorno al país de los antepasados acompañando la ocupación carolingia del territorio. ¿Es cierto, esto?
Uno de los mitos fundadores de España es el de la Reconquista, que imaginaba unos invasores musulmanes ante los cuales toda la población se retiraba a la montaña cantábrica y después desde Covadonga iba bajando hasta reconquistar todo el territorio. Aquí a veces se han hecho interpretaciones parecidas. En realidad, los llamados hispani, por la documentación carolingia, son personas que se consideran en peligro en el nuevo contexto o que consideran que su situación mejorará en un contexto carolingio. Según las circunstancias, se producen varias oleadas propicias a estas inmigraciones en el siglo IX. Fueron bien acogidos por el poder real y fueron objeto de un tratamiento jurídico propio. Se trata, sobre todo, de clérigos que introdujeron en Europa elementos de la cultura goda y de magnates que se desplazaron con sus fieles.

Profesor, para acabar, una pregunta controvertida: ¿el origen de la bandera es catalán o es aragonés?
Me atrevo a decir que la cuestión, desde un punto de vista científico, no tiene nada de controvertido, sobre todo desde que Armand de Fluvià, en 1994, publicó un libro sobre el origen del escudo de los condes de Barcelona. En toda Europa la heráldica surge en el siglo XII. Las cuatro barras en la edad media no identifican Catalunya, sino el casal de Barcelona y, por lo tanto, los lugares que rigen.

Cuerpo, Entrevista Flocel Sabaté Carlos Baglietto