Madrid, 18 de octubre de 1939. Hacía cinco meses y medio que había concluido la Guerra Civil Española (1936-1939), y un mes y medio que se había iniciado la II Guerra Mundial (1939-1945). El consejo de ministros del régimen franquista celebrado aquel día, ordenaba la creación del Instituto Nacional de Colonización. Este instrumento, durante sus treinta y dos años de existencia (hasta 1971), fundaría docenas de pueblos de colonización por todo El Estado español. Pueblos creados en medio de la nada destinados, exclusivamente, a la actividad agroganadera. Pueblos nuevos, pero que curiosamente, reproducían los esquemas atávicos (sociales y económicos) que imperaban en el subdesarrollado medio rural español.

Los pueblos del NO-DO

Los pueblos de colonización del franquismo serían un tema recurrente del NO-DO. La gran mayoría fueron fundados durante los durísimos años de la posguerra y en aquella indecente publicidad en blanco y negro, se los presentaba como un gran éxito del régimen. Pero la realidad sería bien diferente. Los pueblos de colonización del franquismo se crearon inspirados en el ideario político falangista, y serían el paradigma del silencio impuesto por el régimen. Y serían creados por la necesidad de paliar la autarquía y el aislamiento que el escenario internacional había impuesto al régimen franquista. Y no, como pregonaba el NO-DO, para dotar de recursos a los campesinos sin tierra y expandir los cultivos de regadío.

Planos del ayuntamiento y de la escuela de un pueblo de colonización. Font Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentacion

Planos del ayuntamiento y de la escuela de un pueblo de la colonización. / Fuente: Ministerio de Agricultrua, Pesca y alimentación

¿Quién es quién?

El Instituto Nacional de Colonización no era, ni siquiera, un proyecto del franquismo. Era, básicamente, la transformación del Servicio Nacional de Reforma Económica y Social de la Tierra, creado durante la etapa republicana. Esta transformación, que iba más allá de una simple operación de maquillaje, sería obra del destacadísimo falangista Raimundo Fernandez Cuesta, que había sido amigo personal de José Antonio Primo de Rivera (el fundador de la Falange) y que fue nombrado ministro de Agricultura (aunque era oficial de marina) del primer gobierno franquista, en plena Guerra Civil. Con estos datos, queda fuera de cualquier duda la carga ideológica de aquella iniciativa.

El Instituto Nacional de Colonización en Catalunya

En Catalunya, el INC crearía cuatro pueblos de colonización: Villafranco del Delta (actualmente, y a iniciativa de sus vecinos, Poblenou del Delta), en el Montsià; y Sucs, Gimenells i el Pla de la Font, en el Segrià. Todos estos asentamientos respondían al mismo propósito, y todos tenían un mismo trazado urbanístico y arquitectónico, que los haría inconfundibles e, incluso, los estigmatizaría. Una plaza que hacía las funciones de distribuidor y que, generalmente, alojaba al ayuntamiento pedáneo y la parroquia sufragánea. Y calles estrechas formando islas rectangulares donde se disponían las casas de las familias campesinas. Ninguna concesión a la cultura, más allá de la taberna y, en ocasiones, del cine.

Plano de la tienda del poblado de colonización. Font Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación

Plano de la tienda del poblado de colonización / Font Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación

El Poblenou del Delta

El Poblenou del Delta, es probablemente, el caso más excepcional porque es el único que fue creado a pie de mar. Y por otra parte es un caso muy paradigmático de aquellas iniciativas, tanto en la composición de su sociedad como en la función económica que se le reservó. El año 1949, todavía en plena posguerra y con un régimen políticamente y económicamente aislado Franco a instancias del entonces ministro de Agricultura, el también falangista Carlos Rein Segura (que mantendría una curiosa relación con las industrias cervecera y tabaquera), convertía el Delta en zona colonizable. De forma inmediata se parcelaron unos terrenos pantanosos y se distribuyeron 280 familias, que malvivirían en precarias condiciones hasta que, pasados siete años (1956) se completaría la edificación del pueblo.

El pueblo

En 1956, el régimen franquista entregó las llaves de 96 casas de un proyecto inicial de 127, detalle que revela que, si bien la experiencia no impulsó un abandono masivo, tampoco generó expectativas más allá del grupo social formado por las familias pioneras. Pero lo que en realidad les entregaron fue un barrio sin ni siquiera los equipamientos básicos de un pueblo del franquismo: el ayuntamiento pedáneo, la parroquia sufragánea, la escuela primaria (la Escuela Nacional), y el centro social (la taberna y el cine) no se construirían hasta pasados unos años. Estos detalles son muy reveladores porque desenmascaran el falso mito de que los campesinos de colonización eran afectos al régimen.

Las casas

Las casas de colonización merecen un capítulo aparte. Serían una muestra del sincretismo que, desde el primer momento, se produjo entre la sociología franquista y la cultura atávica de la picaresca hispánica. Es decir, una mezcla de incompetencia, de chuleria y de corrupción. Las 273 familias campesinas (había 7 bajas respecto de 1949) fueron alojadas en casas de dos medidas estándar (54 y 98 m2) edificadas, incomprensiblemente, sobre terreno aluvial, que obligaría a fijarlas con placas soterradas de hormigón. En este punto hay que mencionar que, en aquel momento, el cemento era un producto teóricamente controlado, pero reveladoramente era objeto de una brutal especulación en manos de los afectos al régimen.

Los desahucios

Las primeras familias del Poblenou procedían, en gran medida, de un desahucio masivo que se había producido en las propiedades de Damián de Oriol Amigo de Íbero (el principal latifundista del Delta). Oriol ya había intentado desahuciar a sus arrendatarios el año 1935, poco después de que el gobierno de la República (en manos de un tripartito de derechas) hubiera intervenido la Generalitat, y hubiera dejado sin efecto las leyes agrarias catalanas. El triunfo de las izquierdas y la restauración del gobierno de la Generalitat en las elecciones generales de 1936, lo impediría. Pero el año 1940, con el cambio de régimen provocado por el resultado de la Guerra Civil española, Oriol conseguiría desahuciar a los campesinos.

Plaza del Esglèsia de un poblado de colonización. Fuente Archivo Historic de Lleida

Plaza de la iglesia de un poblado de colonización. Fuente: Archivo Histórico de Lleida

Matar tres pájaros de un tiro

Entre 1940 (fecha de los desahucios) y 1949 (fecha que se declara el Delta zona colonizable), los desahuciados por Oriol Amigo de Íbero, vivieron en una especie de limbo jurídico, cultivando zonas pantanosas sobre la línea de la costa que eran propiedad del Estado. Con la iniciativa colonizadora del Delta, el régimen franquista mataba no dos, sino tres pájaros de un tiro: regularizaba la situación de los campesinos imponiéndoles unos cánones por el uso de la tierra; ponía nuevas tierras en producción confiando todo el esfuerzo a los campesinos (inicialmente el régimen franquista no invirtió, prácticamente, ni un céntimo) y, sobre todo, consagraba —de forma definitiva— los desahucios perpetrados por Oriol Amigo de Íbero.

El poder en los pueblos de colonización

La relación entre el latifundista Damián Oriol Amigo de Íbero y el régimen franquista es muy reveladora. El año 1952, el dictador Franco lo nombró marqués de Santa Coloma. No sabemos por qué motivo le fue concedido más allá del hecho de que, por razones obvias, debió ser uno de los afectos al régimen más radicalmente inquebrantables de la zona. Pero sí que sabemos que formó parte activa de la cadena de oligarcas del territorio que actuaban como jerifaltes del régimen. En aquel mundo al revés del franquismo, el desahuciador sería elevado a la categoría de marqués y, según las fuentes, "el amigo" de los arquitectos y de los constructores, José Cervera, sería nombrado primer alcalde pedáneo de Villafranco, pueblo del NO-DO.