"Magí, ahora que me fijo, en esta foto que tenemos justo detrás, te pareces un poco a Louis C.K., ¿no?", le suelto. Es una de aquellas tonterías que tiras para romper el hielo con alguien a quien acabas de conocer. "Ah, mira, yo no me la pelo delante de otras personas, pero sí que me gusta, sí". Hielo roto. Magí Garcia, también conocido como Modgi, ha trabajado en Massimo Dutti y en El Jueves. Lo han echado de BTV (y de algún lugar más) y ha dimitido como guionista del Zona Franca (aunque sigue escribiendo para Està passant). Es uno de los perpetradores de La Sotana, un pódcast del Barça, es decir de... de... de... (joder, estamos fatales de iconos y estrellas) y, como miembro del Soterrani, uno de los pioneros del stand-up comedy en catalán. Faceta, la de humorista, que últimamente está practicando con Mític, espectáculo (una hora de chistes disparando a diestro y siniestro) que este verano sigue presentando por todo el territorio. Si sois perezosos, también lo podéis ver en su web o en Filmin. Pagad los 7 euros que cuesta. Modgi es autónomo, os lo agradecerá.

MAGÍ GARCIA LA SOTANA 2 / Foto: Montse Giralt
Magí Garcia, un humorista mítico (pie de foto fácil) / Foto: Montse Giralt

¿Cómo entras en el mundo del stand-up?
Entro por YouTube. Me interesaba escribir humor y en Estados Unidos se hacía un tipo de comedia más enfadada. Los cómicos allí estaban más deprimidos, y eso a mí me gustaba. Fue así que empecé a consumir stand-up comedy por YouTube.

Aquí teníamos El Club de la Comedia, pero daba un poco de... grima.
Para nuestra generación, sí. Creo que El Club de la Comedia era una cosa más pensada para nuestros padres. No recuerdo quién lo explicaba, pero alguien me decía una vez que en Catalunya y en España el stand-up empieza diferente. En Estados Unidos empezó en los bares y poco a poco fue creciendo hasta que llegó a las teles. Aquí fue al revés, empezó en la tele y a partir de ponerse de moda en el Club de la Comedia, empieza a surgir una escena. La generación de humoristas que salimos después vamos un poco en contra de este humor más familiar, para todos los públicos y más blanco.

En el mundo anglosajón el stand-up comedy siempre ha sido más punzante, ácido y corrosivo.
Sí, que es lo que es divertido. Estar en la frontera esta de lo que puedes decir o no puedes decir, ir probando y encontrar la manera de hacerlo divertido es lo más interesante de nuestro trabajo.

Estábamos con el vídeo de humoristas americanos en YouTube.
Yo creo que este interés surge en la postadolescencia, de estar enfadado y me doy cuenta de que todo era mentira: todo lo que te habían vendido, todos los sueños que tenía... Coincidió con que para mi generación, internet empezó a ser de uso más personal: empezamos a escribir blogs, un poco más tarde aparece Twitter... En la época de los blogs nos juntamos unos cuantos que nos gustaba escribir humor. Así nos conocimos con Joan Ferrús...

Joan Ferrús: ¡los del sur nos matarán a todos!
Valero Sant Martí era Dios, y todavía lo es. También nos conocimos con Tomás Fuentes. Estaba Jair Domínguez, que también tenía su propio blog. Poco a poco, fuimos haciendo una comunidad que creció de golpe con la aparición de Twitter. Fue entonces que Guillem Martínez, que en aquella época llevaba la parte digital del Jueves, nos coge como redactores para la web de la revista. Allí fue donde empezamos a escribir de una manera un poco más profesional, haciendo nuestras facturas de 20 euros por artículo.

El Jueves es la Masia de nuestro humor.
Fue una escuela increíble. Allí nos juntamos dos generaciones, la de Manel Fontdevila, Albert Monteys, Paco Alcázar y compañía, y la nueva generación. Todos, gente de muchísimo talento. Allí aprendí mucho.

¿Cuándo empiezas a subir a los escenarios?
Pasaba que entonces no había stand-up en catalán. Yo empecé a hacer stand-up en castellano. Iba a bares como el Medi o el Barcelona Comedy Club, y allí todo el mundo hacía comedia en castellano.

¿Por qué?
No lo sé. Al principio, tenía esta sensación de que si lo hacía en catalán cortaría el rollo. Por eso siempre estaré agradecido a Josep Català. Fue la persona que nos cogió a unos cuantos, algunos que lo hacíamos en castellano, y otros como Maria Rovira (Oye Sherman), que ya había hecho cosas en catalán, pero no era exactamente stand-up. Fue entonces que nace El Soterrani con la vocación de hacer stand-up comedy en catalán, porque es nuestra lengua y nos expresamos así. Él fue el primero que vio que podía haber una escena de stand-up en catalán que podría interesar a la gente.

El Soterrani nació con la vocación de hacer stand-up comedy en catalán, porque es nuestra lengua y nos expresamos así

Siempre tenemos este prejuicio con que la nuestra es una lengua solo dada a ciertos círculos de la supuesta alta cultura.
Que el catalán no sirve en la calle, es mentira, es falso. Esto pasa porque que la representatividad del catalán se ha reservado solo a un canal de televisión y dos radios. Pero el catalán tiene un abanico mucho más amplio y no tiene por qué ser solo el catalán normativo. Nosotros estamos hablando aquí un catalán que, seguramente, es una puta mierda de catalán, pero es un catalán que está vivo. El resto son tópicos. Pasa con el doblaje. Siempre se dice que el doblaje en catalán queda muy postizo porque dicen cosas como: "Ets un tros de quòniam". Pero el doblaje en castellano también es postizo. ¿Quién dice: "Mueve tu asqueroso culo de aquí"? Y al final lo han acabado normalizando. Creo que es una especie de hegemonía cultural castellana que hace que llene tanto el lenguaje culto como el lenguaje de las clases populares. Pero el catalán de las clases populares está muy vivo.

¿Te reprochas no haber empezado antes a hacer comedia en catalán?
Me lo reprocharía si no lo hubiera hecho. Sin embargo, aunque me costó, lo hice. Ha sido una evolución natural. Tengo sensación de tiempo perdido con otras cosas: con haber fumado muchos porros, por ejemplo. Con eso sí, pero con el tema del idioma creo he recuperado el tiempo perdido.

¿Las drogas ayudan a crear humor?
No, eso es mentira. Cuando fumaba porros, siempre tenía una libreta en la mesilla de noche por si me venían ideas, apuntarlas. Cuando las repasaba al día siguiente, me daba cuenta de que eran auténticas aberraciones. No podías aprovechar absolutamente nada. Eran el fruto de una mente enferma y loca. A mí las drogas no me ayudan.

¿Guardas estas libretas?
No las guardo porque, como iba fumado, las he perdido todas.
 

Aunque la gente te tenga visto o sepa quién eres, si a los 30 segundos no estás haciendo gracia, les da absolutamente igual. Les caerás mal

¿El escenario impresiona?
Aunque la gente te tenga visto o sepa quién eres, si a los 30 segundos no haces gracia, les da absolutamente igual. Les caerás mal. Y creo que es bastante justo. Por eso me gustan tanto los open mics, porque son superjustos: si eres bueno o llevas buenos chistes, levantarás el espectáculo. Si no, da igual quién seas, porque te comerás una mierda. Yo he visto a gente famosa, buenísima, comerse una mierda. Y comerse una mierda es una cosa sana de vez en cuando.

¿Se pueden decir nombres?
Yo me he comido unas cuantas mierdas. Y está bien. Te hace ver que tienes que trabajar más y que todo el mundo puede dar un gran set de comedia de 5-10 minutos y todo el mundo puede hacer un set desastroso. No te puedes acomodar. Yo me he hundido en un escenario, y es sano, porque si no te pasa, creo que es porque no te estás arriesgando. O no estás probando cosas. 

¿Hay una preparación escénica a la hora de trabajar los monólogos?
Sí, para hacer el Mític, por ejemplo, miré muchos especiales de cómicos norteamericanos que me gustaban. Los miraba desde el punto de vista de ritmo y estado anímico. Y también los temas que iban tocando. 

¿Cuáles eran estos referentes?
Miré mucho Chris Rock, Ali Wong, George Carlin... Miré muchos clásicos. Era una de las cosas que me traía de cabeza del Mític: sabía que tenía buenos chistes, pero quería que fuera sólido como espectáculo. Por suerte tuve la ayuda de Ignasi Taltavull, que ha dirigido el espectáculo haciendo que fuera mucho más que una suma de buenos chistes, que no hubiera cambios de ritmo o de tono muy bruscos. A mí me gusta mucho cuando ves un show de stand-up y no te das cuenta y ya llevas 40 minutos. Pero hacer monólogos es pura inseguridad. Cada vez que hacía un show de una hora, me lo grababa en audio o en vídeo, y después me lo repasaba en casa para ver las partes que no funcionaban y volver a escribirlas. Es una inseguridad enfermiza, pero que te acaba dando un producto sólido. Pero el camino es bastante tortuoso, la verdad.

¿El humor es como un ente vivo, en este sentido de ir revisando los chistes noche tras noche?
Sí que está vivo, porque cosas que hacen gracia hoy, dentro de un año no serán graciosas. Y cosas que hacían gracia hace 10 años, hoy son terribles. El humor está vivo porque la sociedad evoluciona y tú no te puedes anclar en los mismos chistes. Eso también se nota mucho con la música. En los setenta el rock era una música progresista y ahora es una música que reivindica la libertad individual y valores más de derechas. Creo que la sociedad se va moviendo y tú tienes que moverte en esta dirección.

Tienes que ser poco conservador para tener imaginación porque tienes que ir hacia lugares que no están iluminados

En este movimiento de la sociedad, la derecha se ha apropiado del lenguaje o las formas de expresión tradicionalmente de la izquierda.
Sí, porque no tienen imaginación. Tienen cosas como las armas o la capacidad de movilización, pero imaginación... Tienes que ser poco conservador para tener imaginación, porque tienes que ir hacia lugares que no están iluminados y tienes que imaginártelos. La derecha siempre ha funcionado así, siempre ha sido mucho de robar la estética. Eso es lo que pasaba los ochenta y los noventa con los pelaos nazis, que se apropiaron de la estética de los skinheads originales, que no eran de derechas.

Corremos el riesgo de creernos que son ellos los que actualmente están utilizando el lenguaje más transgresor y punk.
La derecha se ha apropiado del valor de la transgresión, pero es que la transgresión por ella misma no es un valor. Si yo te pego un puñetazo, estoy transgrediendo. Pero no estoy comunicando nada que esté mejorando la situación. Seguramente, estamos empeorando mucho nuestra relación. Transgredir por transgredir no es un valor. Transgredir para romper una norma que es negativa o que es conservadora, sí que es un valor. Y la derecha se ha apropiado de una transgresión que es una transgresión negativa. Es una transgresión de reivindicar el derecho a ser un hijo de puta.

¿Tienes presente esto a la hora de crear?
Sí. A mí me gusta mucho Richard Pryor, que hacía cosas muy avanzadas hablando de raza, pero hacía chistes superhomófobos.

Eddie Murphy todavía era peor.
Mucho peor. Es una cosa que yo no quiero que me pase. Intento ser consciente y que no se me pase. El mundo cambia y tú tienes que ir evolucionando con él. De los clásicos me fijo en George Carlin, que hacía chistes que quizás no eran tan graciosos, pero que no han pasado tanto de moda, porque estaban mejor pensados.

A mí me gusta reírme de cosas que son tabú, que son deprimentes. Cosas que normalmente no se pueden decir en conversaciones familiares o de trabajo, pero creo que están en el inconsciente de todos

¿Cuál es el objetivo de tu humor?
A mí me gusta reírme de cosas que son tabú, que son deprimentes. Cosas que normalmente no se pueden decir en conversaciones familiares o de trabajo, pero que están en el inconsciente de todos. Me hace mucha gracia las desgracias llevadas hacia una cosa divertida sin ser cruel: la enfermedad, la muerte... Son cosas terribles, pero si consigues convertirlo en un chiste divertido, es fantástico. Muy probablemente, habría gente que lo hará de manera muy chapucera y será cruel con gente en silla de ruedas, por ejemplo. En cambio, si tú intentas darle la vuelta, haciendo un chiste en que te sitúas por debajo de la persona que va en silla de ruedas y eso acaba haciendo que la gente se ría de ti, no de la persona que va en silla de ruedas, quiere decir que podemos ser una sociedad que intenta no comportarse como unas bestias salvajes.

Pero sí que necesitamos una vía de escape y la comedia es una. Seguramente la más sana, muy probablemente.
Sí, aunque yo no creo mucho en el rollo este del cómico como el gurú de la tribu y todo eso. Hay gente que no necesita la comedia. Igual que hay gente que no necesita la música. A mí, esta gente me parece de otro planeta. La comedia debe existir, aunque en un mundo perfecto no existiría. En un mundo donde todo el mundo fuera feliz, las cosas fueran bien, no hubiera hambre, no hubiera enfermedad, no hubiera muerte, no hubiera tristeza, no haría falta la comedia porque estaríamos bien todo el rato.

Es una visión un poco... distópica. Sería aquel empacho de felicidad del Show de Truman.
Sí, pero en realidad no es distópica, en realidad es utópica. Ojalá existiera. Pero como hay cosas terribles...

MAGÍ GARCIA LA SOTANA 3 / Foto: Montse Giralt
Magí Garcia, un humorista utópico / Foto: Montse Giralt

¿Tú eres utópico?
Soy utópico y no. Soy una persona bastante tremendista. Tengo una visión trágica de la vida, porque creo que es literalmente una tragedia. La vida es eso, naces y ya sabes que te morirás y los que amas también, y no puedes hacer nada para evitarlo. Aunque nos comportamos como si no nos tuviéramos que morir y eso es muy divertido. Este es un mundo muy trágico, pero si tú miras con un poco de distancia, lo hace más divertido. A mí el humor me ayuda a no suicidarme. A no deprimirme todavía más. Pero no es terapéutico. Terapéutico es la terapia. El humor es divertido y sí que te puede ayudar a pasar un mal trago. Pero si estás jodido de verdad, tienes que ir a terapia y rodearte de la gente que te ama.

¿Has ido alguna vez a terapia?
No, no he ido a terapia. Cuando tuve ansiedad, llamé al médico de la Seguridad Social para que me dieran visita y me recetaron pastillas por teléfono.

¡No!
Te lo juro.

¿Las tomaste?
Las llevo en la mochila como una especie de amuleto.

Y eso ya te hace sentir bien.
Exacto. Tengo un flotador por si pasa alguna vez. Llevarlas en la mochila ya me hace estar tranquilo.

En un mundo donde todo el mundo fuera feliz, las cosas fueran bien, no hubiera hambre, no hubiera enfermedad, no hubiera muerte, no hubiera tristeza, no haría falta la comedia porque estaríamos bien todo el rato

Eso responde un poco a la imagen tópica y típica del humorista que ríe por fuera y está torturado por dentro con esta visión catastrófica del mundo.
Todos estamos un poco torturados. La diferencia es que nosotros explicamos chistes. No creo que seamos especiales. Los cómicos siempre somos personas que expresamos lo que es ser una persona. Pero no creo que tengamos una sensibilidad especial, como no la tiene un director de cine o un músico. Creo que somos gente que sabemos convertir en comedia las cosas que nos pasan. Igual que uno se expresará haciendo una mesa de madera o una peli.

Vosotros que tenéis experiencia... ¿Cuando se incomoda el poder con el humor, es que el trabajo está bien hecho?
Es irónico porque creo que es así y a la vez es cuando pierdes el trabajo como le ha pasado a Manel Vidal y a Joel Díaz, pero creo que sí. De la misma manera que hoy día parece que estés incomodando al poder y en realidad no lo estás haciendo. Hoy en día los chistes sobre la monarquía tienen un aura o una capa de transgresión, pero en realidad no estás molestando a nadie. Ya nadie censurará por hacer un chiste sobre la monarquía, ni en la tele ni en la radio. En cambio, chistes sobre la gente que manda, como pueden ser chistes sobre partidos políticos, sí que te pueden hacer perder el trabajo.

¿Cómo vivisteis todo aquello?
Muy mal, la verdad, porque no nos esperábamos que la cosa acabara así. No nos esperábamos que fuera tan radical como cortar una cabeza, como se pidió cortar la cabeza de Manel. Y claro, Manel es nuestro amigo, y creemos que se había actuado de forma injusta en aquel momento. Por eso decidimos, tanto Joel como yo, dimitir.

Os sentisteis utilizados: ¿TV3 os quiso fichar para dar esta imagen de modernez, pero a la vez intentar domesticaros?
Siempre que haces un trabajo, te están utilizando y tú tienes que intentar utilizar a la persona que te da trabajo. El empleado siempre es utilizado. Pero creo que sí que hubo un punto de eso, de querer coger la imagen de la transgresión sin querer asumir las consecuencias. Es un poco decepcionante, pero todavía tenemos La sotana, todavía tenemos los escenarios para ir a hacer comedia. Tenemos que ser conscientes de que hay un lugar donde se hace una comedia más mainstream, como son la tele o las grandes radios, y hay espacios donde se hace una comedia más libre, como son los pódcasts, los teatros y que intentar transportar un espacio al otro, hasta ahora no ha salido bien.

¿Tener el flotador de La sotana os permite hacer lo que os dé la gana en los otros trabajos?
Eso es muy importante, pero es al revés. En La sotana hacemos lo que nos da la gana porque tenemos trabajos. Enric (Gusó) es ingeniero técnico y trabaja de técnico de sonido, Andreu (Juanola) hace colaboraciones ahora que ha dejado el trabajo, Joel (Díaz) también hace radio, Manel es guionista, yo también soy guionista. En La sotana lo que no tenemos es miedo de perder un trabajo. Creo que el miedo y la comedia no pueden ser dos caras de una misma moneda. Una cosa asusta a la otra. Lo más divertido de La sotana es que todavía somos cinco amigos que nos juntamos para tomar birras y pasárnoslo bien. Para intentar hacernos reír los unos a los otros. Creo que la gente eso lo percibe y además, no lo encuentra en productos más mainstream.

MAGÍ GARCIA LA SOTANA 4 / Foto: Montse Giralt
Magí Garcia, humor en catalán desde el Soterrani / Foto: Montse Giralt

¿Os preocupa manteneros fieles a esta honestidad? Seguro que os deben haber tentado varias veces.
Sí, el diablo tiene muchas formas. Es uno de los motivos por los cuales no tenemos anunciantes, hoy por hoy, porque no nos gusta lo que nos piden o lo que nos obligan a hacer. Si los patreons ven que nos vendemos, se darán de baja. Nos financian porque todavía decimos las burradas más grandes, como el Villancico del Bartomeu, donde quizás la clavamos y lo que decíamos era verdad.

¿Cómo están todos vuestros temas judiciales?
Ahora mismo, tranquilos. Hemos pasado épocas de ansiedad y de abogados, pero ahora bien. Creo que el que actualmente tiene problemas es Bartomeu, justamente.

¿Votaste el 23-J?
Fui a votar como quien coge una moneda y la lanza a la Fontana di Trevi. Y lo que yo voté ahora mismo está deshaciéndose.

¿No sacaron representación?
No, no obtuvieron representación.

¿Tenías miedo de lo que podría haber pasado de ganar el bloque de derechas?
Yo no, pero sí que me costó entender el miedo que tenían otros colectivos. Me ha dado lástima ver a mucha gente joven votando al PSOE y creyéndose la moto del PSOE y el voto útil. Pero también entendí que hay colectivos que no son el colectivo independentista, minorías como la del colectivo LGBTIQ+, las mujeres o la gente racializada, que por miedo a que los apalizaran, por miedo a vivir un retroceso de sus derechos, optaran por el voto útil del PSOE. Lo que no entiendo es por qué los catalanes, una minoría nacional, tenemos que renunciar a nuestros derechos, votando al PSOE, que es el partido en el que durante su mandato se han infiltrado policías en movimientos independentistas. Hay gente del movimiento independentista que tiene miedo de que les entren a casa y se los lleven a juzgarlos a Madrid. Esta gente también tienen derechos y también se tienen que respetar estos derechos. Por eso el voto útil este del PSOE yo no me lo creía. Pero he entendido a la gente que lo ha ejercido.

¿Siempre has sido independentista?
Siempre he sido catalán. Seguramente durante una época con vergüenza, porque en L'Hospitalet, en el barrio donde vivía, solo yo hablaba catalán en casa y las personas mayores del mercado de Collblanc, donde trabajaban mis padres. En el patio del colegio hablábamos castellano, incluso entre compañeros catalanohablantes. Eso es extraño, porque quiere decir que a las clases bajas se les ha robado el catalán. Cuando dos personas catalanohablantes se conocen y hablan en castellano es una cosa muy extraña. No es natural. Quiere decir que algo ha pasado aquí. A mí me costó tomar conciencia de esta diglosia. Y a partir de la lengua empecé a tomar conciencia de lo que significaba ser catalán.

Y te haces independentista.
No soy una persona muy activa con mis creencias políticas. Supongo que fue a partir de ver que no pasaba nada por serlo. Poco a poco, mucha gente que no había estado militante del movimiento independentista se reconocían independentistas. Ya no era un tabú ni parecías un tarado o un extremista. Poco a poco me quité los complejos de encima. Y después, el 2017 ya fue increíble. Gente que yo no hubiera dicho nunca que eran independentistas, diciendo que lo eran, o que como mínimo estaban a favor de que Catalunya pudiera autodeterminarse.

¿Cómo has vivido todo lo que ha pasado desde entonces?
Ha sido como los lemmings cuando se suicidan colectivamente tirándose por los precipicios. Ha sido una bajona tras otra. Está todo muy roto entre la magia y el cinismo. Está el independentismo mágico de quien todavía cree que todo se puede conseguir, que el mandato del 1 de octubre se aplicará y Puigdemont volverá subido encima de un caballo y la gente lo recibirá con ramos. Y está el cínico que nos dice que cómo nos hemos podido creer toda esta mierda que no era más que un engaño. Y eso es lo más peligroso, porque cuando la gente se frustra y se vuelve cínica, es cuando puede virar hacia ideologías de extrema derecha, que es lo que ha pasado.

Creo que de cualquier tema se pueden hacer buenos y malos chistes. No se tienen que prohibir los temas, se tienen que prohibir los malos chistes

¿Se puede hacer humor de todo?
Se puede hacer humor de todo, menos del PSC, creo. Yo quiero pensar que el tema no es el problema si tú lo haces bien. Si tú haces un chiste sobre un tema y a la mayoría de la gente no le gusta, muy probablemente la gente tenga razón y el chiste sea malo. Creo que de cualquier tema se pueden hacer buenos y malos chistes. No se tienen que prohibir los temas, se tienen que prohibir los malos chistes.

¿Aparte de ti a quién tenemos que ir a ver?
A mí me gusta muchísimo Irene Minovas, siempre me hace reír. Norbert Palazón, me hace mucha gracia también. Y en general, ir al open mic que conduce Marc Oliva y ver a muchos cómicos nuevos que están saliendo. Gente joven buenísima, mejor que los que estamos aquí. Nos tenemos que poner las pilas.

¿Te preocupa el paso del tiempo, hacerte mayor?
Tiene una cosa positiva, que es que te puedes cagar encima y no tienes que dar explicaciones a nadie. Yo estoy deseando que llegue este momento.